viernes, 24 de octubre de 2014

Las dos caras de Juan de la Cosa (y ninguna es la verdadera)

Otra secuela de nuestro ya lejano verano santanderino.

Quede claro desde el comienzo: no se conserva ningún retrato real del famoso navegante y cartógrafo Juan de la Cosa. Tan desafortunado contratiempo fue solventado por la imaginación del pintor Luis Fernández Gordillo que en 1979 realizó el óleo que pone cara al insigne cántabro en el Museo Naval de Madrid. Esta es la institución donde se conserva la primera carta naútica conocida en la que aparece representada América que fue la realizada en el año 1500 en el Puerto de Santa María por el cartógrafo nacido en Santoña a quien dedicamos este apunte.

Resulta bastante llamativo el gorro con que le tocó el pintor porque precisamente está copiado del que lucen las representaciones antropomorfas de los vientos que ilustran la citada carta. Hoy en día resulta demasiado próximo a la iconografía de Papa Noel y, quizá por ello, el correo nicaragüense optó por cambiarle de color en el sello emitido en 1984. También se optó por poblar visiblemente la barba, suponemos que para marcar distancias con la habitualmente lampiña tez indígena.

Esta imagen es la que habitualmente se asocia con el famoso marino puesto que ha sido la utilizada en elementos que han contado con notable difusión como el sello emitido en España en 1987 o los murales conmemorativos que pueden encontrase en las localidades mas vinculadas a su trayectoria vital.
panel alicatado conmemorativo colocado en las
 escuelas Juan de la Cosa de Santoña (Cantabria)
Sin embargo, hay otra imagen asociada con el ilustre navegante que es la que fue plasmada por la escultora gijonesa Cristina Carreño en un busto que no hemos sido capaces de datar con precisión. Sí nos consta que cuenta con copias en el Puerto de Santa María (instalada en 1977), Valladolid (Casa de Colón), Santoña (añadido en 1992 al monumento erigido al ilustre hijo de la villa en 1949) y Santander (desconocemos la fecha de la inauguración). No hay mucha documentación pública sobre la obra de Cristina Carreño por lo que no sabemos que pudo mover a esta artista a representar una fisonomía tan poco agraciada y, sobre todo, esa mirada alucinada bajo la cual tendemos a sospechar que pocos serían los que se habrían embarcado. Se nos hace una licencia artística excesiva que se ha visto favorecida por la inexistencia de descendientes del representado que pudieran protestar. Véase el singular perfil:

Para la vista frontal hemos escogido un encuadre en el que hemos alineado al armador de la Santa María con el bronce representativo de un cántabro primigenio que hay quien asocia con el mítico Corocotta. Se trata de una obra de artista Ramón Ruiz Lloreda que comparte el espacio de la glorieta final de la Segunda Playa del Sardinero. Esta última que, como puede verse, parece mirar al marino con cierta suficiencia, sí nos consta que fue inaugurada el 25 de julio de 1985. Añadamos que el citado médico escultor es con diferencia el artista responsable de un mayor número de obras de arte público de la ciudad de Santander (que nosotros sepamos La Sardinera, Félix Rodríguez de la Fuente, Los Osos, Jorge Sepúlveda y Beethoven).


Un detalle en el que suelen reparar los menos es la placa de bronce que está del lado del Hotel Chiqui en la que se reproduce el fragmento caribeño del famoso mapamundi que incluye, girados 90º respecto a su posición en el original, dos de sus elementos decorativos mas destacados. Por un lado la figura de San Cristóbal que está situada sobre Panamá, posiblemente alusiva al nombre de pila de Colón aunque también es un santo tradicionalmente invocado por los viajeros como protector y, por otro, la rosa de los vientos principal que se adorna con una imagen de la Virgen con el Niño. 


Interesantes detalles pero parece que estamos condenados a quedarnos sin conocer la auténtica fisonomía de Juan de la Cosa.

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