
Tan caprichosa como curiosa la adaptación fonética que hacemos de las palabras inglesas. Menos mal que en los hoteles de casi todo el mundo ya se saben que los españoles piden conexión uifi y no uaifai.
Las palabras compuestas que los ingleses llaman portmanteau ( y los franceses mot valise), cuya formación se produce generalmente por fusión de la cabeza de una primera con la cola de una segunda, son muy típicas de la publicidad. Ahí tenemos el tranquiler de la Agencia Negociadora del Alquiler, una entidad privada, destinado a dar tranquilidad a los arrendadores.
Misma génesis tiene la Digilosofía que propugna el Banco Santander. El primero de los españoles que prescindió de la preposición de, allá por finales de los años ochenta. Digilosofía es utilizar la tecnología en beneficio de las personas y las empresas, proclaman. Así que todos somos algo digilósofos.

Cabe recordar que la gran aportación de esa entidad al lenguaje financiero es confirming (en inglés reverse factoring), una denominación que registró como marca del producto lanzado en la década de los noventa del siglo pasado a imitación de una práctica comercial que era habitual en el sector del automóvil. Pero todas las entidades denominan así a esa modalidad de pago a proveedores con opción de financiación asociada, sin que se haya registrado oposición del inventor de ese -ing que es tan poco inglés como el footing.
Al margen de los publineologismos, la otra gran contribución de los publicistas al lenguaje son los eslogans. Uno que se nos hace creado con la clara intención de tratar de introducirlo en el lenguaje coloquial como repuesta a los intentos de 'sablazo' es "¿qué te crees, que soy Cofidis?" Pero da la impresión de que los caprichosos hablantes no lo han 'comprado'

Pero este mes nos ha llamado la atención constatar en una viñeta humorística de Antonio Postigo, publicada en El Periódico de Aragón, la longevidad de la famosa "prueba del algodón" del limpiador Tenn.

Y es que el anuncio que lanzó al estrellato esa prueba data nada menos que de 1984. Un comercial ideado por la agencia Tiempo BBDO cuya interpretación fue encomendada al poeta y actor británico Peter Bland. Este lo protagonizó hasta 1996 en que, curiosamente, fue sustituido por su hijo. Pero la voz de aquel concluyente "el algodón no engaña" la ponía Joaquín Díaz. Curioso el gusto por las complicaciones de las gentes de la publicidad.
Para finalizar, vamos a recordar la parodia de 'Martes y Trece' que explotó la popularidad del eslogan del algodón.
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