Laia Capilla Insa ha dedicado el pasado Martes Neológico al sintagma jurado popular que, como es habitual en esa sección, reclama ver incluido en los diccionarios de la lengua española. Pero no estará de más advertir que el tratado es el tipo de jurado precisamente recogido por defecto en la 2ª acepción de esa palabra en el DLE: Institución para la participación de los ciudadanos en la Administración de Justicia, mediante la cual personas designadas por sorteo contribuyen al enjuiciamiento de determinados delitos, a través de la emisión de un veredicto relativo a la prueba de los hechos. Así es que son otras modalidades de esa institución, como el jurado escabinado o el mixto, las que más bien necesitan la compañía de un calificativo.
Sofía Mazagatos inspira, aunque no aparece citada por su nombre en el artículo, el Rinconte Que cada barco aguante su vela de David Prieto García-Seco. Una tan apretada como recomendable incursión en el territorio de los malapropismos, las etimologías populares y la desautomatización fraseológica.
Variable sin variación titula Álex Grijelmo la hoy poco lingüística, pero no por ello menos interesante, La Punta de la lengua que trata sobre el "cupo" vasco. Como es habitual, la encontrarán íntegra como anexo. Ojo a las cifras que da en pesetas porque son datos que ya cuesta un poquillo poner en contexto. Ya saben, para obtener una buena aproximación en euros se quitan tres ceros y se multiplica por seis.
Aprovechamos para señalar que hemos añadido al apunte del sábado pasado una rectificación del erróneo comentario que realizamos sobre la columna precedente de Álex Grijelmo quien muy amablemente ha aceptado nuestra petición de disculpas.
El diario Málaga hoy aporta el titulador momento periodístico tonto de la semana con El juez envía a prisión al presunto parricida de Campanillas tras asestarle una decena de puñaladas que el CM replicó acríticamente en la cuenta de X de ese diario. La noticia ha sido retitulada, aunque sea con deficiente sintaxis, pero ahí sigue el tuit con unos cuantos jocosos comentarios sobre la irascibilidad del juez. Pasamos al lenguaje del humor gráfico con la viñeta del pasado día 7 de Wayno en la serie Bizarro. Una pieza que se apoya en el sesgo cognitivo conocido como efecto de anclaje que en este caso induce la errónea acotación de la edad estimada dentro en un intervalo que no es el adecuado. Una intersante lectura sobre el citado sesgo es Anclas y lastres de Manuel Conthe.
El martes dábamos con dos viñetas de Padylla y Santy Gutiérrez que corroboran el éxito de las dilogías gráficas con la palabra concierto. En la nota [1] inventariamos las que tenemos registradas previamente. Sigue el retruécano que JM Nieto puso en boca de Franco ese mismo día y el onomástico juego que Asier y Javier apoyan hoy en la combinación de una dilogía y un calambur.
Los verbosos malabares sobre la igualdad que se vienen escuchado a cuenta del compromiso de dotar a a Cataluña de una finaciación singular propiciaron el recurso de García Morán a la paremia 'Cuando un tonto coge la linde, la linde se acaba, pero el tonto sigue' que, por cierto, no aparece registrada en el Refranero Multilingüe del Centro Virtual Cervantes.
Flavita Banana dio el miércoles un irónico sentido a una famosa frase de Antoine de Saint Exupéry: “Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección” (Tierra de hombres; Los hombres 3).
La habitual descontextualización de esta cita tomada de la obra autobiográfica Terre des hommes publicada en 1939 [texto íntegro en español] transforma su sentido original, que es de orden religioso, en referencia al amor fraternal entre los seres humanos. A continuación reproducimos el comienzo del apartado 3º del final capítulo titulado Los hombres:
Sólo cuando estamos unidos a nuestros hermanos por un objetivo común, ajeno a nosotros, respiramos, y la experiencia nos demuestra que amar no es mirarse el uno al otro, sino mirar juntos en la misma dirección. No hay camaradas que unidos en la misma cordada, hacia la misma cumbre, no se encuentren en ella. De lo contrario, ¿cómo, incluso en el siglo de las comodidades, podríamos experimentar una alegría tal a compartir nuestros últimos víveres en el desierto? ¿De qué valen frente a esto los pronósticos de los sociólogos? A todos los que, entre nosotros, han conocido el profundo gozo de los accidentes en el Sáhara, después, cualquier otro placer les ha parecido fútil.
Por esta razón el mundo de hoy parece desmoronarse a nuestro alrededor. Nos exaltamos con religiones que nos prometen esta plenitud. Todos, con palabras contradictorias, expresamos los mismos anhelos. Nos dividimos por culpa de los métodos, que son fruto de nuestros razonamientos, no por las metas: que son las mismas.
Un imitativo seseo de Esperanza Aguirre (enlace al vídeo) irritó las pieles más finas de este país con tanto ofendidito en busca de una causa. El eco en la viñeta de Miki y Duarte del miércoles tuvo la virtud de suscitar una reunión literaria con participación de Antonio Machado, María Zambrano, Federico García Lorca y Rafael Alberti.
El dibujante mexicano Paco Calderón inventarió el pasado domingo una notable colección de villanos literarios encabezados por monsieur Thénardier de Los Miserables (1862) de Victor Hugo. Sigue Pável Fiódorovich Smerdiakov, hijo ilegítimo de Fiódor Pávlovich Karamázov, uno de los personajes que da título a la novela Los hermanos Karamázov (1880) de Fiódor Dostoyevski. Stepán Verjovenski procede de la novela de Los demonios (o Los endemoniados) del mismo escritor ruso y seguro que no tienen dificultad en recordar a los creadores de Mr. Hyde, el doctor Frankenstein, Drácula, el capitán Ahab y Charles Bovary.
PS - Tom Gauld apoya su viñeta de hoy en The Guardian en el meme del novio distraído (Distracted boyfriend) que está basado en una fotografía de stock de 2015 del fotógrafo español Antonio Guillem que se viralizó en el año 2017.
[1] Pinto&Chinto (3/8), Neto (3/8), Mortiner (23/8), Javi Salado por duplicado (22 y 24/8), Tomás Serrano (24/8) y nuevamente Pinto&Chinto (7/9)
Anexo
Variable sin variación
Álex Grijelmo (El País 14/9/24)
Acordaron calcular el cupo en función de la renta vasca, y fijaron un índice del 6,24 sobre los gastos del Estado. Hasta hoy.
No sabemos si la nueva financiación de Cataluña se establecerá o no mediante un concierto como el pactado para el País Vasco en 1981, porque los firmantes del acuerdo destinado a investir a Salvador Illa como presidente de la Generalitat no se ponen de acuerdo sobre lo que ellos mismos han escrito; lo cual nos parece previsible, dado el panorama actual en el que las palabras antes sólidas se vuelven líquidas.
Anda rondando por el debate el vocablo “cupo”, que es básicamente la cantidad que el País Vasco (2,2 millones de habitantes, el 4,5% de los españoles) paga al Estado por las cargas generales que este asume (no sólo por los servicios que presta en la comunidad). El cupo se reduce lógicamente cuando se transfieren nuevas competencias, y aumenta si se conciertan nuevos impuestos.
En los años de la Transición, los nacionalistas catalanes y vascos se miraban de reojo en sus negociaciones sobre el nuevo desarrollo autonómico, y nadie quería ser menos que el otro; hasta el punto de que el País Vasco recibió competencias sobre “pesca lacustre” (artículo 10 del Estatuto), a pesar de que su territorio, a diferencia del catalán, no cuenta con ningún lago.
Sin embargo, los representantes catalanes no mostraron ningún interés en el concierto, porque eso implicaba recaudar impuestos, ingrata tarea entonces: que el Estado quede mal como poli malo; y que luego nos transfiera lo que necesitamos para quedar como poli bueno.
PNV y Gobierno (UCD) acordaron que el cupo se calcularía en función de la renta de las provincias vascas, y fijaron un índice de imputación del 6,24% sobre los gastos totales del Estado, considerando el peso que el Euskadi tenía en la economía española. Se suponía que eso era una variable, pues con el tiempo debería cambiar al alza o a la baja. Pero jamás ha variado, en 43 años. He ahí la trampa de lenguaje.
Mucho tiempo después, en 1996, una fuente de la representación estatal en la negociación reconoció a EL PAÍS (3 de noviembre, suplemento Domingo, página 9) que la cifra del 6,24% no fue tanto técnica como política. Y que el índice manejado por los expertos de la Administración se situaba entonces en torno al 7%, similar a la participación real del País Vasco en la economía, aun considerando que en aquellos tiempos la información estadística era muy deficiente. La parte vasca no quiso opinar al respecto en la citada información.
El caso es que unos lo sabían y otros lo sospechaban: el dato pactado quedaba muy por debajo del dato técnico. Y se confirmó cuando el cálculo para el cupo de 1997 dio negativo: ¡El Estado debía pagar al País Vasco! ¿Eso significaba que el Estado había desaparecido de Euskadi? No, significaba que el cálculo originario producía sus efectos.
Desde 1987 a 1995, el cupo ya había disminuido de 103.896,2 millones de pesetas a 17.822 millones. Al no poderse variar la variable unilateralmente, hubo que modificar los datos sobre los que se calculaba, y se transfirieron los “impuestos especiales” (hidrocarburos, alcohol y tabaco) para que luego el País Vasco abonase su parte vía cupo, que así volvería a ser positivo. Y como toda excepción se vuelve un precedente, era de prever que algún día Cataluña reclamase lo mismo. Pero ¿con qué índice de imputación? Se desconoce.
Mientras, aquel 6,24 –la variable invariable– sigue en pie, con sus beneficios y sus perjuicios. ofreciéndonos un nuevo ejemplo de lo que pasa con ciertas palabras cuando la política se apropia de ellas para desvirtuarlas.
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