El día que Google celebra el 235 aniversario del nacimiento
de René Laënnec, el pudoroso médico
francés que desarrollo el estetoscopio para no tener que acercar su oreja al
pecho de sus pacientes, por aquí seguimos digiriendo la desvergüenza hoy imperante.
Y son las dos antagónicas Ritas mas famosas de la política española quienes se encargan estos días de
mostrárnosla, paradójicamente a través de dos dispares caras de la cobardía que diríase contraria a la desvergüenza, pero es en realidad habitual pareja.
La Rita valenciana ha optado por la clásica variante de esconderse, el puro y simple no dar la cara y hasta preferir la peluquería a una reunión de senadores. Quien la ha visto, en descapotado Ferrari pilotado por Camps por ejemplo, y quien la ve. Ese combatir la corrupción a golpe de aforamiento que proclama la desvergonzada actual dirección del PP.
La Rita valenciana ha optado por la clásica variante de esconderse, el puro y simple no dar la cara y hasta preferir la peluquería a una reunión de senadores. Quien la ha visto, en descapotado Ferrari pilotado por Camps por ejemplo, y quien la ve. Ese combatir la corrupción a golpe de aforamiento que proclama la desvergonzada actual dirección del PP.
La Rita joven sí que aparentemente da la cara, pero hacerlo
para mentir es una forma sumamente impropia: “aquella mañana llegué a clase y me encontré con que se había preparado
una movida. Me pareció que la protesta tenía sentido y me uní. Fuimos marchando
por el campus y finalmente entramos en la capilla de la Complutense. Allí se
gritaron consignas en contra de la intromisión de la Iglesia en las
instituciones públicas. Yo me limité a
mirar y a flipar con lo que ocurría.”
Menos cobardía. Si piensas que la Iglesia Católica es una institución a combatir, no te pillarán en una mezquita ejerciendo la versión occidental del feminismo que tanto pide mucha prácticas islámicas, hazlo. Estás en tu derecho, esa es la grandeza de nuestro sistema. Pero hazlo respetando a los demás con el respeto que reclamas para los tuyos. Una fórmula que los cristianos saben de memoria, otra cosa es que practiquen, porque está en su oraciones. Fácil que lo desconozcas, aunque probablemente llegues a entender el transfondo de algún recitado de Dolors Miquel que acaba de conseguir sus warholianos minutos de fama. Ya se sabe que ofender siempre funciona.
Y es El País quien
pone momentáneo remate a este juego de cínicos mandando a su hemeroteca la complacida
croniquilla de Elvira Lindo con el
titular modificado (enlace al repositorio de colaboraciones de la creadora de Manolito Gafotas). Ahí queda la moza para la posteridad como una ataráxica
nata que ha tenido que llegar a los veintitantos años para experimentar tensión por
primera vez. Una generación que parece que no se inmuta ni en el primer polvo.
Lo curioso es que el titular ayer era "¿Juicio a una activista o a una
generación?" (estamos gestionando una imagen del recorte que esperamos
poder insertar pronto). No sabemos si fue la propia autora o los editores quienes
no han podido soportar la insoportable memez de no entender que
esto va del respeto como base de la convivencia, no de causas entre generaciones.
Y aunque es de sabios rectificar, lo es mucho menos hacerlo de tan artera
forma.
P.S.- ¡Encontrado el recorte! Así era la noticia en El País digital en su desaparecida versión original:
Un recorte de la versión impresa puede verse en el espléndido apunte "¿Je suis Rita?" del blog de Santiago González.
Nos gusta particularmente su aportación de que lo que pedía la demostración de la pretendida naturalidad de su exhibición es que se hubiera quedado en sujetador frente al tribunal.
Nos gusta particularmente su aportación de que lo que pedía la demostración de la pretendida naturalidad de su exhibición es que se hubiera quedado en sujetador frente al tribunal.
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