La utilización publicitaria de imágenes con el gesto típicamente utilizado para pedir silencio se remonta a la Primera Guerra Mundial, una época dorada del espionaje en la que la propaganda hacia mucho hincapié en la importancia de la discreción para evitar que informaciones claves pudieran llegar al enemigo. “El éxito de las operaciones y la vida de tus compañeros depende de tu silencio” concluía un cartel de 1916 ilustrado con una representación de Britannia imponiendo silencio.
En la
Segunda Guerra Mundial todos los bandos retomaron la propaganda con ese mensaje en piezas en algunos casos tan señaladas como la realizada en Rusia por los artistas Nina Nikolaevna Vatolina y Nikolai Viktorovich
Denisov que incluía un verso de Samuil
Marshak que, más o menos, viene a decir “Manten
tus ojos abiertos/ en estos tiempos / hasta las pardes oyen / parloteo y
cotilleo / van de la mano con / la traición”. Lo acompañamos con otro puñado de ejemplos
de diversos países.
La prensa también colaboró en la difusión de esos mensajes, como vemos en una portada de abril de 1942 de la entonces en Estados Unidos muy popular Collier´s ilustrada por Ronald McLeod.
Ya en tiempo de paz, el gesto quedó básicamente confinado a los hospitales y, como hemos documentado ampliamente en apuntess anteriores, a las revistas, especialmente las dirigidas al público masculino. Como síntesis de las dos tendencias citadas no podían faltar algunas portadas con profesionales sanitarios interpretando el cliché.
La argentina Humor dio una vuelta de tuerca al concepto y aprovechó la onomatopeya del cliché para hablar del Shhhhhida, pero el gesto aun puede subvertirse más como se encarga de probar el desaparecido L´Hebdo de hara-kiri.
En tiempos en que se han hecho populares lemas como "lo que ocurre en Las Vegas se queda en Las Vegas", el silente dedo también se ha convertido en símbolo de la infidelidad. No en vano fue utilizado por la compañía especializada Ashley Madison, cuyo actual logotipo con un anillo como letra o aprovechamos para calificar como brillante. Pero el gesto permanece en las imágenes de su publicidad, simbolismo que no han dudado en imitar otros sectores afines como los lovehotels.
Nota recapitulativa: el análisis del cliché del shhh consta de cuatro entradas (enlaces a las anteriores: I, II y III) en las que se recopilan 60 portadas y 8 posters basados en el mismo.
Adenda 10/2020: el humorista gaditano Mel Prats aporta a esta colección una oportuna aplicación de este cliché motivada por la necia reacción de Isabel Díaz Ayuso a una pregunta sobre la dotación de personal del madrileño Hospital de pandemias.
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