viernes, 2 de febrero de 2018
El nexo entre Toni Comín y Emiliano Revilla
La generosidad del estado de derecho permite que incumplir la ley no despoje de su protección. Por ello, ese profesional de la migración por partidos políticos llamado Toni Comín, manifiesto partícipe en el robo de millones de datos del censo para el 1-O, puede demandar al avispado cámara que explotó su negligente uso del teléfono para captar unas esclarecedoras manifestaciones de Puigdemont. Aunque con ello se arriesgue a oír lo que ya hemos escuchado a un catedrático de derecho: “Nadie puede ser protegido [por la ley] contra su propia estupidez”.
En la anunciada demanda es donde entra en juego el abogado Gonzalo Boye, uno de los fundadores y antiguo colaborador de la revista Mongolia, que declaraba públicamente que los mensajes eran de otro Carles ("ese tema lo tenemos claro"). Y lo hacía casi al mismo tiempo que el propio Puigdemont los reconocía como suyos.
Ya se ve que la verdad no es la guía vital de este letrado nacido en Chile en 1965 que hizo la carrera de derecho en la UNED mientras cumplía una pena de prisión. Seis fueron los años que le mantuvo en esa situación nuestro generoso sistema penitenciario para saldar la condena a catorce que en 1996 le impuso la Audiencia Nacional. ¿El motivo? Pues nada menos que colaborar con la organización terrorista ETA en el secuestro del industrial Emiliano Revilla. Quede claro que el lo niega (más sobre eso), como negaba que los desoladores mensajes fueran de Puigdemont.
Hay que ver los servidores tan curiosos tiene el procés. Ahora solo falta que se desvele que Toni Comín es un agente del CNI infiltrado para torpedear el camino hacia la independencia de la sufrida Cataluña (y degradar, de paso, la salud de los catalanes con su muy cuestionable gestión como consejero del ramo).
Pero lo que ya tiene una maldad difícil de superar es la operación "Rosalía Vila" para convertir a una barcelonesa en la cantaora flamenca de moda. Eso es mala leche, Soraya.
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