sábado, 22 de julio de 2017

La lengua de la 29ª


Comenzamos, como tantas veces, comentando la elección del Martes Neológico que esta vez ha sido el anglicismo hat-trick. Un 'truco de sombrero' que, según explica Antoni Nomdedeu Rull, vive establecido entre nosotros desde los años noventa, aunque documenta su uso ya en 1957. Como también detalla que tiene variantes natural, clásica, perfecta y magnífica. !Ahí es nada! No tardará en impartirse algún grado universitario en lenguaje futbolístico.


Es curioso que el origen del uso deportivo de la referencia al truco de los magos consistente en sacar algo de un sombrero supuestamente vacío, habitualmente conejos o palomas, procede del críquet. La primera aplicación se habría producido en 1858 en un partido disputado en el Hyde Park Cricket Grounds de Sheffield. En el curso del mismo el lanzador Heathfield Harman Stephenson consiguió la excepcional eliminación consecutiva de tres bateadores del equipo contrario por derribo de los travesaños (bails) de la 'portería' (wicket), una de las once formas de deshacerse de un rival que contempla el reglamento de ese aquí incomprendido deporte. Y un ‘sombrero’ dicen que recibió como premio a esa proeza.

Volvemos al llamado deporte rey para recordar que la policía ha dado el nombre de 'soule' a la operación contra la corrupción de la Federación Española de Fútbol. Una palabra francesa bastante oportuna dado que el soule fue uno de los antepasados tanto del balompié como del rugby. Y resulta, además, que la denominación escogida guarda un parecido fonético con 'Chule', el apodo que, al parecer, aplican a Villar en su círculo más próximo.


La finalidad del soule era llevar el esférico, muchas veces una vejiga de cerdo rellena de heno, hasta un lugar acordado, como podía ser una iglesia o el interior de una casa. Y para ello se podían usar pies, manos e incluso palos. Pariente, pues, de un montón de juegos.

Y no es mal momento para reflexionar sobre quien y por qué se derogó el llamado decreto anti-Porta sobre la limitación de mandatos. Una medida, esa de evitar que haya quien se eternice en un puesto, cuyos beneficiosos efectos parece increíble que haya quien no es capaz de valorar.

Pasamos al Laboratorio del Lenguaje del Diario Médico que dedicó su artículo del pasado domingo a los quevedos. El eponímico nombre que da el español a esos antecesores de las gafas que casi todo los idiomas nombran a partir de su sujección 'pinzando la nariz'.

El apunte 'La asfixiante burbuja de las revistas científicas' se ocupa de la dificultad que hoy en día encuentra cualquier especialista para seguir los centenares de trabajos que se publican en cualquier ámbito del conocimiento. Una desgraciada consecuencia de que publicar mucho se haya convertido en un requisito burocrático para medrar en el ámbito académico. Así que hay quien postula que el futuro de la difusión de los resultados de la investigación pasa por la revisión pública antes de la confirmación. Lo que está claro es que algo hay que cambiar en el modelo actual.

El siguiente artículo del blog advierte sobre el 'falso amigo' anatómico que es el término inglés 'lobule' que, salvo en el caso de la oreja, se corresponde con los que en español se denominan lobulillos, mientras que lóbulo es 'lobe'.

Una prueba inequívoca de que ya hay muchos españoles de vacaciones es el eco que ha tenido el anuncio de que la Real Academia se propone aceptar iros como forma alternativa del imperativo idos. Después de ver la apabullante colección de ejemplos de ese uso que aporta Paula Cantó en El Confidencial, es difícil no estar de acuerdo con la decisión de los notarios del lenguaje. Si pinchan el enlace anterior, aprenderán, de paso, qué es el rotacismo. Y, en todo caso, bonito detalle de los académicos ese capote que han echado a Wonderwoman (by Gal Gadot) para que la única palabra que ha tuiteado en español deje de estar mal.

Esperemos que todo el revuelo que se ha levantado sirva, al menos, para crear conciencia sobre el mal uso de otros imperativos y que con la aceptación de un vulgarismo baste.

Alex Grijelmo fue uno de los muchos que se ocupó del 'Caso Iros' (aquí), con apelación, además, al neologismo todovalistas. 'Ecólogos que describen un entorno' es como los define. Nos quedamos con su 'una cosa es que un término sea correcto, y otra que uno elija usarlo'.

El periodista-lingüista volvió el miércoles sobre la cuestión para combatir algunos mitos y falsedades sobre la lengua como que 'cocreta' esté en el Diccionario. Y ello para concluir volviendo a incidir en que el problema de fondo es que un hablante sólo pueda usar el registro vulgar porque no ha recibido la formación necesaria para expresarse con un español más culto. Bonito detalle ilustrarlo con un pasaje del poema 'Castilla' de Manuel Machado: “Idos. Que el cielo os colme de venturas. En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada”.

Ya en su sección semanal 'La punta de la lengua', Grijelmo se ocupó de la locución “jugar un papel”. La que en su momento fue considerada un galicismo incorrecto que es evitable con el recurso a representar, desempeñar o desarrollar. Unos verbos cuyo uso sigue siendo una muestra de buen estilo. Anímense a utilizarlos.

Fundéu arrancó su ciclo semanal proponiendo basureo o basurear como alternativas al anglicismo littering. Tampoco habría estado de mas recordar el expresivo verbo guarrear.

El martes nos recordaron que Perogrullo, como nombre propio que es, se escribe con mayúscula inicial, mientras que el sustantivo perogrullada comienza con minúscula. Incomprensible la ilustración para quien no llegue a leer la frase que recoge José María Iribarren en su magnífico 'El porqué de los dichos': las verdades de Perogrullo que a la mano cerrada llamaba puño. Una expresión que en el perifrástico lenguaje actual encaja mejor formulada al revés.

Transitaron los urgentes el ecuador de la semana laboral con un recordatorio que la locución 'a fin de que' se construye con la preposición de antes de la conjunción que. Así que nada de usar 'a fin que'.

El jueves tocaron unas claves de redacción para el fútbol de pretemporada que ponen de manifiesto la que se nos hace excesiva atención prestada en esa web al llamado deporte rey. Y mira que el automovilismo nos ha propuesto esta semana esa pretenciosa denominación de 'halo' que han dado al nuevo dispositivo de seguridad que van a incorporar los coches de Fórmula 1. Nosotros aprovecharíamos para revitalizar la palabra trébede con una nueva acepción.

Como colofón semanal una recomendación de españolizar como glampin el anglicismo glamping. Uno de esos términos que, postureos aparte, es perfectamente prescindible. Según la definición del diccionario de Oxford ‘una variedad del campin tradicional con instalaciones y servicios más lujosos’. Puro marketing.

Ya para terminar, añadimos algunos Rotos de la semanaEl primero, publicado el pasado domingo, nos llegó un poco tarde para ilustrar lo tratado en el arranque de 'La lengua de la 28ª' donde habría encajado a la perfección. Debajo una magrittiana visión de la cuestión catalana, sobre la que volveremos el lunes, que hemos emparejado con una segunda visión del asunto. Y cerramos la serie con la descarnada viñeta de ayer mismo.






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