sábado, 9 de junio de 2018

Cosas de la lengua 23/2018


Los miembros del Gobierno prometen sus cargos con la fórmula “consejo de ministras y de ministros” ha sido la noticia lingüística de la semana. Aunque cabe apuntar que hubo cuatro excepciones a lo enunciado en el titular de El País, dos de ellas femeninas.

La adopción de la fórmula en la web de La Moncloa apunta una apuesta por el llamado lenguaje inclusivo que hace la comunicación tediosa y, además, puede convertirla en ambigua cuando unos lo practican y otros no. Les proponemos como ejemplo de esto último la afirmación 'sólo tres ministros no son valencianos'. ¿Qué entiende usted? (1) Los gestos están bien hasta que se convierten en una molestia. Preferimos ver predicar lo de obras son amores...

Centrada la atención informativa en el sexo de los ministros (y en los zapatos de Maxim Huerta), poco se habló del poco austero incremento del 30% en el número de carteras ministeriales (que pasaron de 13 a 17) o del balance afiliados/no afiliados al Psoe (que a estas alturas seguimos sin tener claro; eso cuando Robles, por ejemplo, no es afiliada).

Jaime Rubio Hancock fue un paso más allá en las cuestiones de género para plantear en Verne 'Si hay más mujeres que hombres, ¿podemos decir Consejo de Ministras?' Ya se ve como esto puede acabar convertido, según sea el balance de sexos del gobierno de turno, en un baile denominativo tan artificioso como el que se repasa en Todos los nombres que ha tenido el examen de acceso a la universidad. Un asunto en el que se ha llegado al punto de que ni siquiera hay uniformidad en las diferentes comunidades autónomas, actualmente divididas entre EvAU y EBAU (que es lo que dice el Boe). Encima, quienes todavía llamamos plomos a los disyuntores eléctricos de casa, que no somos pocos, tendemos a seguir diciendo selectividad.

Vestidos que desvisten se titula el artículo publicado el pasado sábado por Alex Grijelmo en su sección 'La punta de la lengua' del diario El País. En el mismo critica el uso del anglicismo naked dress para referirse a los vestidos cuyas transparencias dan acceso visual a rincones corporales habitualmente vedados. 'Un barbarismo que nuestros periódicos repiten con su pereza y sus complejos habituales', sentencia. Como alternativa, propone utilizar “un desvestido”. Nos lo apuntamos para la próxima edición de la vigente rutina de exhibicionista presentación de las campanadas de fin de año.

Y para casos como el adjunto que hemos tomado del último festival de Cannes, uno ejemplo de los que no pasan los filtros de algunas de las más populares redes sociales, bien podríamos acuñar el un poquillo trabaléngüico 'vestido ininstagramable'. Añadimos un enlace a una selección de ese tipo de prendas cuyo categoría más habitual son los 'vestidos con transparencias'. Otra alternativa para denominarlos.

No haría mal Grijelmo en extender sus constructivas críticas al trabajo de sus compañeros del suplemento  Verne. El que nosotros solemos visitar periódicamente en busca de artículos como los reseñados al inicio o los que periódicamente aporta Lola Pons Rodríguez. Pero el pasado sábado lo que dimos fue con un escrito de Brenda Valverde titulado Boda en el cementerio y una cabra de regalo: seis ‘wedding planners’ desvelan momentos inolvidables. Hemos probado a leerlo utilizando 'planificadores de bodas' y no le ha pasado nada a nuestra autoestima. Palabra.

¿no fact-check?
Pero es que, encima, en el texto del artículo nos hemos dado de bruces con la recomendación de 'hacer fact-check' al vestido. O sea, que asegurarse de que se sale de la tienda con el elegido por la novia. Una planner que habla así debe calzarles a sus asesorados unas fotos dignas de ser reídas a cinturón suelto.

En Abc leímos el domingo Siete anglicismos que irritan a la RAE. La selección del director de la Real Academia Darío Villanueva es 'save the date','dress code', online, tablet, influencer, followers, like y link. Y, efectivamente, son ocho. Anatomía del anglicismo es el anejo artículo, que cuenta con una lograda ilustración de Nieto, en el que se analiza con más detalle el fenómeno de la penetración en nuestro habla de palabras procedentes del inglés.

Lo que no cabe es censurar a una empresa con vocación multinacional que opte por el inglés para su lema, así que vaya nuestro reconocimiento para el ciertamente ingenioso adoptado por la compañía Acciona (más información). Cabe recordar que esta es la empresa creada en 1997 por fusión de Entrecanales y Távora con Cubiertas y Mzov (donde MZOV es una sigla de la Compañía de los Ferrocarriles de Medina del Campo a Zamora y de Orense a Vigo, fundada en 1862).

Pocas veces hablamos de palabras portuguesas. Por ello se nos hace especialmente interesante el artículo de Luis Martínez titulado 'Geringonça' como actitud. Propone en el mismo que saquemos enseñanzas del uso político que tiene en el vecino país la palabra citada en el título.

Poco después de publicado nuestro apunte precedente de esta serie, el Laboratorio del lenguaje del Diario Médico subía la octava entrega de Humor y medicina en Twitter.  Opinamos que Fernando A. Navarro quizá debería haber insertado un enlace explicativo en exitus, puesto que imaginamos que no todos sus lectores, empezando por nosotros, estarán familiarizados con los eufemismos del lenguaje médico.

“Los Nobel comparten curiosidad, pasión y perseverancia” es la cita de la entrevista a José Ramón Calvo, el presidente del Instituto de Investigaciones Interdisciplinarias de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), que se utiliza como título para la reseña de la misma publicada el lunes. El entrevistado señala a Francis Martínez Mojica, el descubridor de la técnica CRISPR de edición genética, como nuestro mejor candidato actual a tercer Nobel científico español. ¿Se saben los dos premiados?

Desaguisado es una reflexión de José Ignacio de Arana sobre algunas transferencias al habla general procedentes del lenguaje alimentario. Incluye una lúcida cita del 'Libro de Buen Amor' del Arcipreste de Hita.

Fernando A. Navarro aborda en ¿Cuántas células hay en el cuerpo humano? (I) el recuento de las humanas, que las fuentes que cita cifran en torno a los 30 billones. Pero el descuenta las que considera que no son verdaderas células, por carecer de núcleo, para dejar su estimación en "solo" 3,5 billones. Nos deja intrigados el recuento de las "células no humanas" de nuestro cuerpo que deja pendiente para una segunda parte. 

Fundéu arrancó su ciclo semanal dando por válidas las expresiones voto de protesta y voto protesta (sin preposición). Prosiguieron con un apunte que advierte que el giro inglés at the end of the day equivale en español a fórmulas como 'a fin de cuentas' o 'al fin y al cabo', y no a la expresión al final del día.

El miércoles estuvo dedicado a recordar que el verbo desaforar se conjuga como contar, por lo que se dice desafuera o desafuere, y no desafora ni desafore. En su cuarto artículo recomendaron traducir tariff como arancel, y no como tarifa, en las noticias que estén relacionadas con el comercio aduanero.

Y como remate de su serie semanal, ayer propusieron las expresiones ecoimpostura, lavado de imagen de verde o el más coloquial ecopostureo como alternativas a la voz inglesa greenwashing. Este neologismo formado por analogía con brainwashing (lavado de cerebro), cuyo primer uso fecha el diccionario Merriam-Webster en 1989 (2), alude a las estrategias, sobre todo comerciales, que utilizan algunas empresas para aparentar ser más respetuosas con el medio ambiente de lo que en realidad son. 

Finalizamos con más neología, esta de la semanal sección del Centro Virtual Cervantes donde Juan Manuel García Platero escribió sobre la ludificación. Un vocablo creado a partir de la forma latina ludus (‘juego’), al igual que lúdico, ludópata, ludopatía o ludoteca (esta llegada a través del francés). Se utiliza para designar el empleo, con una finalidad esencialmente motivadora, de recursos propios del juego en actividades que, en principio, parecen poco propicias para ese tipo de divertimentos. Pues ludifiquemos.




(1) Tres de los seis hombres nombrados son valencianos (Ábalos, Planas y Huerta), mientras que Marlaska es vasco, Borell es catalán (aunque no para todo el mundo, empezando por Pujol que le negó esa condición) y Duque es madrileño. Para quienes entiendan que el masculino de ministros tiene uso genérico, la afirmación es obviamente falsa porque solo una de las ministras (Montón) es valenciana.



(2) La Wikipedia en inglés atribuye la acuñación del término a Jay Westervelt quien lo habría utilizado en 1986. Ello en un ensayo sobre la entonces incipiente práctica hotelera de colocar mensajes instando a reutilizar las toallas para reducir el impacto ambiental derivado de su lavado. Sin embargo, no hemos conseguido encontrar ese texto.






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