En este asunto no puede decirse que los publicistas hayan estado especialmente inspirados porque encontramos esa estatuilla involucrada en creatividades bastante tópicas como una versión acondroplásica para referirse a los cortos cinematográficos, de espaldas para un festival de cine gay y protegiéndose los ojos en un anuncio de lámparas reconocidas por la industria cinematográfica.
En cambio, fue reconocida en 2005 con un premio Epica la representación un poco macabra con la que la revista Monopol anunciaba una entrevista que publicaba bajo el título "¿Es este el fin de las películas"? (en versión libre queda mejor: "¿Estamos ante el fin del cine?"). Tampoco había mucha sutileza en la versión utilizada en 2001 por el semanario Interviú para promocionar la colección de cine X que se adjuntaba con la revista, mientras que tampoco puede considerarse muy lograda la irreconocible representación realizada para promocionar un abrillantador de metales.
No hemos encontrado muchos juegos de este tipo dentro de la propia industria, será que con las cosas de comer no se juega. El más destacable es el realizado en el cartel de la comedia erótica del año 1974 "Alice Goodbody" también conocida como "Gosh!". Abundan, en cambio, los ejemplos presentes en las portadas de las revistas donde no podían faltar algunas procedentes de la satírica MAD que tanta inspiración encuentra en el cine. Como es habitual en esta publicación la representación se resuelve con uno de los muchos avatares de su "mascota" Alfred E. Newman que en junio de 1982 veía la espada sustituida por una currante pala y en abril del 96 portaba un más hilarante desatascador. Completa el siguiente triplete la inquietante versión creada en febrero de 2011 por la revista brasileña "Mundo estranho" para ilustrar un artículo sobre las maldiciones de Hollywood.
Este año 2014 también la revista Esquire tiene una interesante portada digital para su sección dedicada al evento. Si se defienden en inglés no se pierdan (y si no usen el traductor de Google que ayuda a salir del paso) los premios alternativos concedidos por esta revista con categorías como "Mejor representación del malestar de los hombres con la menstruación" o "Película en 3-D que se ve mejor en 2-D". Coincidimos con el creador de la imagen en que a nosotros también nos parece una ceremonia demasiado larga.
En 1997 Los Angeles magazine había convertido al presentador Howard Stern en la estatuilla, pero posiblemente sea The New Yorker la revista de información general en la que la esta figurita ha tenido más protagonismo. Este año aparece bocetada con las anotaciones propias del estudio de una extensa cirugía estética mientras que en 2011 había sido investida con las solemnidades de los reyes-dioses que fueron los faraones. Muy sutil, como casi todas las magníficas portadas de esta publicación. A veces tanto que no hemos encontrado las claves explicativas de la peculiar fisonomía que se dio al trofeo en 2004. ¿Alguna pista?
Ya con imágenes más conformes con el original del "Tío Oscar" (sobre el origen del nombre puede verse aquí) hay otro buen numero de portadas de esa publicación.
Los editores de la revista neoyorquina no tienen conocidas capacidades premonitorias, así que la referencia a Titanic presente en el número de marzo de 1993 nos recuerda que la presencia de la estatuilla en las portadas no siempre es anterior a la ceremonia de entrega de los premios. Pero el gran ejercicio de creación de avatares del Oscar en los que representa a la que fuera declarada mejor película en cada edición fue realizado el pasado año por el artista Olly Moss que fue el creador de un fantástico póster con versiones de los 84 ganadores de ese galardón desde 1927. Su visión de Titanic era una de las más fáciles de reconocer gracias al conocido cliché en que se ha convertido la imagen en la proa:
No todas las identificaciones son tan sencillas. Un 50% de aciertos sin basarse en la fecha, solo vale utilizarla para orientarse un poco, denota una muy notable cultura cinematográfica. De hecho, alcanzar esa tasa de éxito en las más antiguas es para cinéfilos de raza. Pónganse a prueba utilizando la versión gigante del póster que encontrará en la web de su creador.
Una colección de fichas individualizadas con las respuestas puede encontrarse en este enlace.
El arte urbano también prestó significada atención a los Oscars en 2011 cuando el documental "Exit Through the Gift Shop" dirigido por el artista más conocido de la especialidad, el británico Banksy, fue candidato (no podemos con la palabrita nominado) al premio dedicado a ese tipo de producciones. Antes de la correspondiente entrega de premios apareció en una avenida angelina (La Brea Ave. esquina con Dockweiler st.) la elaborada composición que mostramos a continuación:
Esta obra fue atribuida al artista de origen francés Thierry Guetta cuyo nombre artístico es Mr. Braiwash, a la sazón protagonista del corto de Banksy. El agradecido intérprete, incluso diríamos que bastante pelota, convirtió en estatuilla la enigmática imagen de su director (aunque no tanto, hace tiempo que es del dominio público su identidad: Shepard Fairey). El caso es que el representado no ganó el premio, así que nos quedamos con las ganas de saber si habría salido a pronunciar las típicas palabras de agradecimiento. En su defecto, la obra que sigue, una variante del lanzamiento de flores por un manifestante que colocamos debajo, es irónicamente conocida por algunos como "Acceptance speech" (Palabras de aceptación).
Este año 2014 otro artista urbano ha querido hacerse hueco en la enorme cobertura mediática que reciben estos premios. Para ello el creador conocido como Plastic Jesus colocó en Hollywood Blvd. un Oscar heroinómano con una inscripción en la peana que dice "El secreto mejor guardado de Hollywood". Indudable oportunismo basado en la reciente muerte por sobredosis de Seymour Hoffman.
Y es que parece que cada vez son más los que opinan que en el camino hacia esa alfombrada línea roja que se ha convertido en icono de la fama y el triunfo no hay "líneas rojas" que no se deban traspasar. Y mira que tenemos criticado el mal abuso del colorado anglicismo, pero no hemos querido reprimir la reflexión que nos ha inspirado otra portada de la revista The New Yorker que nos hemos encontrado mientras documentábamos este apunte.
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