No es que seamos unos fieras pero no es farol proclamar que llamó la atención esta modesta redacción que la presentadora de los Oscars gastara un Samsung y no el en tan glamuroso mundo obligatorio iPhone. Como no lo tuiteamos no podemos arrogarnos la primicia de ser los descubridores del montaje publicitario que había detrás de la famosa, para TVE autofoto, selfie para las demás cadenas. ¡Olé esos institucionales guardianes de la pureza lingüística! Porque lo cierto es que cualquier día tendremos que retractarnos de lo dicho hace pocos meses sobre la prevalencia del primer término.
Lo que no sabemos es la cara que se te queda cuando te
dedicas a echar calderos de agua al mar, que eso era retuitear la famosa imagen,
para descubrir finalmente que te han convertido en involuntario partícipe en
una campaña publicitaria, versión “los que no cobran”. Los retuitontos
de turno, vamos. A ver si conseguimos colocar algún neologismo. ¡Nos hace
tanta ilusión!
No tardarán en salir libros de autoayuda con títulos como “Aprenda a tuitear con eficacia” o “Cómo puede mejorar Twitter su vida sexual”.
Entretanto no está de mas aplicar el viejo sentido común y reservar esa aplicación para difundir lo que no es previsible que sea objeto de la atención
de los grandes medios de comunicación. A fin de cuentas el pajarito es la moderna versión del boca a boca y nadie le pide a un amigo que arrime la
oreja para contarle, en supuesta exclusiva, el
resultado del último Madrid-Barcelona.
Claro que tampoco es fácil saber que va a encaprichar a esos
grandes medios a los que hemos hecho referencia. Para los ovetenses el
periódico local que conserva un inconfundible nombre que denota su fundación
por el “Movimiento” es un uno de esos grandes. Para mas morbo, de
propiedad catalana, al igual que la desaparecida banca regional.
Al menos, en caso de, la antigua Ensidesa es de un indio (de la India).
Ya les hemos contado hace algún tiempo que Oviedo es una paradójica
ciudad en la que por un lado se aplica la presunción de inocencia incluso a las
estatuas (por si no se entiende) mientras que se incumple sin rubor la llamada “Ley de la
Memoria Histórica” como también les tenemos explicado.
Estos fraudes de ley no salen gratis así que, a cambio, este
rincón del solar patrio también alberga un monumento a una significada golpista,
también llamada revolucionaria por quienes quieren dejar clara su adscripción
ideológica, que participó activa y
sanguinariamente en el aquel intento de llevarse por delante el orden
constitucional acaecido en en 1934. Un buen ejemplo del doble rasero que tanto
nos gusta practicar. Ya ven que no nos excluimos.
Lo que ya se adentra en la estupidez profunda es que en el curso del proceso obsesivo–compulsivo de intentar relacionar con Asturias todo lo
ocurre en el mundo que marca la línea editorial de nuestro periódico local "La
Nueva España" (¿a que sabe a posguerra?, una vez intentamos conseguirlo en Bilbao y pasamos un poquito de miedo al ver la cara que puso el quiosquero) no se les ocurra otra cosa que dedicar la contraportada de hoy a un sobrino nieto de tan señalada golpista, a su vez de profesión golpista (cierto que los que ahora mandan en Kiev también los son). Coma la tía abuela. Esto de la genética es la pera. Lo de Aída de la Fuente, cuyo rostro se asoma sonriente rostro entre los dirigentes comunistas que aparecen en la adjunta imagen, viene a ser el equivalente a que dentro de unos años en Alhaurín el Grande erijan
un monumento a Tejero.
El caso es que los famosos niños enviados a Rusia han ido
dejado por ahí algunos feos posos, pero no es poco despropósito que el mayor espacio dedicado por estos lares al desafuero de Crimea se centre en exaltar la figura
del que es calificado como dirigente de una “milicia civil”. Y mira que nos
gustan los oxímoron, pero este no hay manera de tragarlo. Con el subfusil recién sacado del armero de un cuartel ruso.
Y qué vergüenza da ver que alguien ose asociar las palabras mito y
asturiano con esta mierda.
Mostramos la página bastante recortada, lo imprescindible para que se vea el texto suficiente
para constatar la necedad, y así evitamos dar publicidad a este “facha”
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