Dirán que somos especialmente quisquillosos con el Martes Neológico del Centro Virtual Cervantes, pero partiendo de la base de que todas las palabras incorporadas a una lengua desde otras son, durante el tiempo en que usted quiera considerarlas nuevas, un neologismo (“vocablo, acepción o giro nuevo en una lengua”), esta semana les pasa un poco lo que a una de nuestras tías que, cuando ya frisaba los noventa, se refería como "esa chica" a cualquiera que fuera algunos años mas joven que ella. Y, machismos del lenguaje, los chicos dejaban de serlo mucho antes.
No negamos que savoir faire, saber fuar en la inolvidable pronunciación de un periodista
asturiano con apellido de capital castellana, pueda seguir siendo considerado
un neologismo. Pero, por mas que la referencia mas antigua de su uso aportada por Dª Elisabet Llopart-Saumell sea de 1997,
no es difícil encontrarlas muy anteriores.
Brujuleando por la impagable hemeroteca de Abc no hemos tardado en encontrar un ejemplo de uso de 1927 y poco después otro de 1914 (enlace). El primero, que nos parece mas sabroso, pertenece a la crónica sobre una competición canina celebrada en el marco de las fiestas de Algete en la que se glosaba el savoir faire con el que los Duques de Alburquerque recibían a sus amigos (1). Así que ya ven como, al igual que las chicas de nuestra tía, añoso resulta ser ese neológico savoir faire.
Brujuleando por la impagable hemeroteca de Abc no hemos tardado en encontrar un ejemplo de uso de 1927 y poco después otro de 1914 (enlace). El primero, que nos parece mas sabroso, pertenece a la crónica sobre una competición canina celebrada en el marco de las fiestas de Algete en la que se glosaba el savoir faire con el que los Duques de Alburquerque recibían a sus amigos (1). Así que ya ven como, al igual que las chicas de nuestra tía, añoso resulta ser ese neológico savoir faire.
Es justo reconocer que se aprovecha el artículo para llamar
la atención sobre el moderno uso de ese sintagma para
hacer referencia a las ”habilidades y competencias que se adquieren
principalmente con la experiencia”. Un significado que difiere del tradicional “destreza
social, gracia o diplomacia”. Aunque ese sea un sentido en el que el
anglicismo know how mantiene un
dominio casi absoluto.
Cerramos esta referencia a la sección del Cervantes recordándoles que el acertijo de anteayer tiene como respuesta la bombilla. La verdad es que no lo pillamos. Y, entretanto, nadie tiene la bondad de explicarnos mas sobre lo del heteropatriarcado que ha trendizado un tuit que demuestra que la política se ha vuelto puro marketing. Nos la apuntamos junto a fagorizarse y grimaldizarse. ¿Qeuréis ideas? Yo os daré palabras.
En 1935 la revista Puck todavía jugaba con la letra de la canción de la que nació la palabra jingoism |
Particularmente oportuna la referencia a esa palabra cuando la Eurocopa ha
puesto de manifiesto que los rusos parece que todavía se acuerdan del asunto y están
prestos a devolverles la moneda a los británicos.
Jingoismo comparte tipología de origen con jitanjáfora, el texto carente de
sentido cuyo valor estético se basa en la sonoridad y en el poder evocador de
las palabras que lo componen. Un concepto al que el escritor Alfonso Reyes dio ese nombre en un
artículo de 1929 a partir de uno de los vocablos incluidos en el poema de Mariano Brull que se reproduce en
Verne. Habrá que ir pensando en dedicarle un apunte a las enigmáticas jitanjáforas y a la algo menos poética variante que popularizó Antonio Ozores. ¿Ozoráforas?, ¿Ozoroglosia?
Ahora anímense a pinchar el siguiente enlace si no lo han hecho en la inserción anterior del mismo y tomen contacto con otras palabras como
jindama, jinglar, jumera o jeme. Un término, este último, del que ya hemos hablado en Vetustideces (enlace) tras su
aparición en El Hormiguero. Y es que parece que está de moda este asunto de los vocablos olvidados, aunque nos da que mas por postureo que por una auténtico intento de recuperación de los mismos. La cosa viene a estar emparentada con lo de tatuarse un kanji.
Nos vamos a Fundéu para recordar que el lunes nos advirtieron que cabeza decapitada es una carente de sentido ‘cabeza a la
que se ha cortado la cabeza’. Así que que el resultado de una decapitación es una cabeza cortada o cercenada, no decapitada.
Y nuestras raíces nos obligan a
reseñar que esa observación fue suscitada por una noticia asturiana, mas concretamente del concejo de Salas, que fue publicada con el titular "Cuelgan lacabeza decapitada de un lobo en una señal de tráfico".
El martes, los del español urgente continuaron su lucha contra la plaga de
anglicismos recomendando la expresión tasa de reparto de dividendos como
alternativa en español al ratio conocido como pay-out. Va a costar que cuaje su razonable propuesta, al igual que ocurre con la de ayer que estuvo orientada a promover la sustitución de low-cost por alguno de sus equivalente españoles. Como ese barato que forma parte de las tres anheladas bes que los consumidores tratan de contraponer a las muchas pes del marketing (tradicionalmente 4, pero hay quien las eleva hasta 7).
Sobre este asunto del abuso del inglés, Alex Grijelmo publicó
el lunes en El País el interesante
artículo ‘Show girls. Low cost’.
El título reproduce un lema publicitario que, según nos cuenta el autor, José María Merino relata haber visto en un pueblo perdido en medio de La Mancha. No dudamos que así sea, pero también puede verse en un lugar ni perdido, ni de La Mancha, ni de cuyo nombre necesariamente alguien no quiera acordarse, porque es el que muy visiblemente luce un macoprostíbulo ubicado entre Fuenlabrada y Parla. Lo documentamos gráficamente.
El título reproduce un lema publicitario que, según nos cuenta el autor, José María Merino relata haber visto en un pueblo perdido en medio de La Mancha. No dudamos que así sea, pero también puede verse en un lugar ni perdido, ni de La Mancha, ni de cuyo nombre necesariamente alguien no quiera acordarse, porque es el que muy visiblemente luce un macoprostíbulo ubicado entre Fuenlabrada y Parla. Lo documentamos gráficamente.
Volvemos a Fundéu para reseñar que el ecuador de la semana laborable se aplicaron a fomentar el uso de las expresiones hincha violento, barra brava o fanático violento para sustituir al muy extendido término inglés hooligan. Ciertamente bienintencionada propuesta, pero una hipotética "barra brava de ingleses" se nos hace sencillamente ridícula. Con Malvinas y sin Malvinas.
Completó la serie semanal de estos esforzados de la lengua el apunte publicado el jueves sobre el leísmo, laísmo y loísmo. Vicios difíciles de erradicar una vez pasada la infancia, tanto que algunas variantes están, según en que zonas, plenamente instaladas en el lenguaje mayoritario.
Y si todavía tienen ganas de mas cuestiones idiomáticas pueden acercarse hasta el Laboratorio del Lenguaje del Diario Médico y leer artículos tan entretenidos como el que ayer explicaba la Bárbaras que están detrás de la muñeca Barbie y de los barbitúricos (enlace).
(1) No somos capaces de resistirnos a reproducir un fragmento de esa relamida crónica: “En ella [la finca de Algete] pasan casi todo el año los duques y allí sus hijos, con la sana vida al aire libre y la práctica constante de excelentes ejercicios deportivos, hallan la salud para el cuerpo con la plácida y tranquila sensación de espíritu propias (sic) de almas no inficionadas con escabrosidades que modas y costumbres de hoy adelantan mas de lo conveniente a la niñez en su tranquilo y lógico caminar por la senda de la vida.”
¡Ele,..., lerele!
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