En el segundo apunte de esta serie hacían acto de presencia algunas conocidas marcas hispanas, así que hemos decidido continuar hoy con otras también nacidas en nuestro país.
Guipuzcoano de origen, como el can con el que finalizábamos ese anterior apunte, es el jabón Lagarto. Una historia que arranca en 1914 cuando la empresa de las familias Lizariturry y Rezola dedicada a la fabricación de bujías y velas contacta con el inventor Peter Krebitz cuyas patentes permitieron poner en pie una fábrica de jabón que estaba entre las más modernas de Europa. Los operarios, temerosos de toda esa tecnología, parece que apelaban al tradicional conjuro “¡lagarto, lagarto!” para aplacar sus miedos y los empresarios tuvieron la humorada de adoptarlo como nombre del producto. Sin embargo, hay que lamentar que el reptil haya desaparecido en el último rediseño de la imagen de marca realizado en 2014.
la desaparición del lagarto del envase de los productos de esa marca |
una de las antiguas pastillas de jabón: imagen tomada de la web del donostiarra Museo de San Telmo |
Volvemos a España porque a lo tonto nos hemos ido hasta las antípodas. El prestigio de la marca Camel dio pie a toda una saga tabaquera de nomenclatura animal entre las que fue Bisonte la que alcanzó una mayor popularidad en España. Esos cigarrillos comenzaron utilizando como imagen un ejemplar de la especie que poblaba las praderas norteamericanas, había que evocar los prestigiosos tabacos de ese país. Pero más adelante fue rediseñado con la incorporación de uno de los característicos ejemplares de Altamira. Cosas de la autarquía. Pero tabacalera también utilizó otras marcas zoonímicas hoy mucho menos recordadas como fueron Jirafa y el mentolado Reno.
Hay numerosas marcas que tan solo tienen relevancia local, como es el caso en Cantabria de los cafés Dromedario. Estos aportan precisión zoológica a la habitual confusión terminológica entre esos animales de una joroba y los camellos que propiamente tienen dos. Un efecto de la influencia del inglés, un idioma que a pesar de contar con la palabra dromedary, utiliza camel para designar ambas especies añadiendo a veces el apellido bactriano al de dos jorobas. Pero tampoco hay que olvidar que Benito Perez Galdós en su novela “Gloria” ya da cuenta de que los santanderinos daban el nombre de “El Camello” a una ensenada próxima a la península de La Magdalena inspirados por las formas de una roca presente en la misma que tiene una sólo una joroba.
Ni en la web de la empresa, que es de donde procede la imagen anterior, conservan una etiqueta de "El gato" en buen estado, así que tendrán que hacerse una idea de la misma a partir de un ejemplar decapitado y una imagen bastante deficiente de una pieza íntegra.
La lejía Conejo comercializada por Salvador Casamitjana hizo su aparición en Barcelona en el año 1889 luciendo en su etiqueta una aseada familia de esos prolíficos animales. Adquirida en 1985 por la multinacional Henkel hace ya años que es un solitario conejo quien ocupa la etiqueta. La mostramos,ya para terminar, comparada con una edición conmemorativa de una de las antiguas botellas.
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