miércoles, 14 de septiembre de 2016

Letras que se bastan como adjetivo (2ª parte): hoy un poco más de inglés que de español


En el apunte de ayer repasamos los equivalentes españoles de expresiones como B-movie, side B, G-force, G-point o X-film, que ponen de manifiesto como en inglés lo habitual es la anteposición de la letra. Se sigue así la práctica que es normal en ese idioma con los adjetivos.

En algunas ocasiones se producido la plena fusión con el sustantivo, como ha ocurrido en e-mail que cada vez se ve con más frecuencia escrito simplemente como email. El que aquí transformamos en ocasiones en un informal emilio. Pero es notable que esa e de electronic ha producido una larga y crecedera lista de neologismos como e-commerce, e-book, e-learninge-business o e-banking. Y hasta a alguna marca como la de la web de viajes eDreams.

Un interesante derivado de email es la popular marca comercial Gmail creada por simple sustitución de la e por la inicial del proveedor de ese servicio que, como es bien sabido, es Google.

Un mecanismo similar de creación de una marca ya se había visto anteriormente en una tan popular como en Norteamérica es Kmart. Ese fue el nombre que en 1977 dio Sebastian Spering Kresge a su empresa de distribución anteriormente llamada S. S. Kresge Company. Para ello se basó en esa forma abreviada de la palabra market que es mart, a la que aplicó con su sola inicial un mecanismo similar al ya utilizado en 1962 por Sam Walton en Walmart.

La e también puede significar eléctrico, como ocurre en la, por silenciosa, bastante sosa Fórmula e. Una competición automovilística que no parece que acabe de alcanzar gran popularidad y a cuya accidentada primera carrera tenemos dedicado un apunte (enlace).


Otra letra pospuesta es la de Oral-B, una marca de productos para la higiene dental propiedad de la multinacional Procter & Gamble. Su creador fue el dentista californiano Robert W. Hutson, que en 1950 llamó a su primer diseño de un cepillo de dientes "Oral-B 60" porque contaba con 60 haces de cerdas. Así que esa B procede de la palabra inglesa brush.


Posponer una letra en un nombre comercial es una práctica antigua que ya se aplicaba a finales del siglo XIX. Desde entonces sobrevive en la conocida marca de gelatina Jell-O, en la que no aporta ningún significado especial. De hecho, el mismo fabricante que la popularizó, la Genesee Pure Food Company, comercializaba en aquel entonces un café llamado Grain-O.


 

No hemos terminado con las marcas. Q-tips, donde la Q procede de la palabra quality, es la más popular de bastoncillos con extremos de algodón de Norteamérica. Un éxito que ha convertido su nombre en una denominación genérica de esos utensilios en el inglés americano. Este es un producto conocido en algunos países de Hispanoamérica como hisopos, que sigue siendo masivamente utilizado para limpiar los oídos. Ello a pesar de la explícita advertencia sobre lo pernicioso de esa práctica que hace años lucen sus cajas. Maravillas del comportamiento humano.

En lo que las letras han tenido un uso masivo por parte de las marcas es en la denominación de modelos de productos. Así que tan solo una pincelada sobre este asunto para recordar el ejemplo más famoso que es el Ford T. No hay que buscar ningún significado especial en esa letra, Henry Ford hizo un uso secuencial del abecedario comenzando su producción con el modelo A lanzado en 1903. Pero no todas se comercializaron y unas cuantas quedaron reservadas a desarrollos experimentales. También es notable que repitió su uso, así que el modelo que sucedió al exitoso T volvió a recibir una A como identificador (Ford A 1927-1931).

grafito políticamente correcto
Vamos con más letras procedentes de iniciales incorporadas a expresiones comunes. Con la c de caesarean section el idioma inglés ha creado la verbalmente más económica C-section para referirse a la cesárea, mientras que F-word es una denominación de las palabras malsonantes creada a partir de la reina de ellas que es fuck, aunque hay algunas más que comparten esa letra inicial. Por analogía también suele utilizarse el eufemismo N-word para sustituir la incorrectísima nigger (enlace a un desliz de su uso por Don King en un acto de Trump). 

El que no está claro es el origen de la expresión G-string. Pero esa es la denominación que aplica el inglés al tanga más mínimo, la versión extrema de la prenda llamada con un sentido más amplio thong.

G-man es, por su parte, una contracción de government man que se utiliza para referirse a los agentes especiales del gobierno de Estados Unidos y, especialmente, a los del FBI. Esa expresión, en plural G-men, dio título a una película americana de 1935 protagonizada por James Cagney que en España fue titulada “Contra el imperio del crimen”. Un film que inspiró al conjunto musical Hombres G el nombre que adoptaron en 1982 tras una breve etapa como “Los Bonitos Redford”.


Primera portada de los X-men (sep 1963)
Por analogía, el cómic tiene los posteriormente llevados al cine X-men, en España la Patrulla X, que fueron creados en 1963 por Stan Lee y Jack Kirby. La equis procede del nombre de su líder, el Profesor X cuyo verdadero nombre es Charles Francis Xavier.

Tampoco podemos olvidar que en los años ochenta la televisión hizo muy popular al Equipo-A, en esta caso una referencia a su excelencia. Los mejores, vamos. Bueno, con permiso del McGiver de la infancia pablesca (referencia para despistados).

Algo anteriores son los dibujos animados "La batalla de los planetas" protagonizados por el Comando G. La letra es la inicial de Gatchaman, el líder del grupo que tomó ese supermanesco nombre de la onomatopeya "gatchaaan!" aplicada a los metálicos golpes que se producen en los combates entre robots.


Y Comando G se convirtió en el nombre de facto de la serie, titulada Fuerza G en Hispanoamérica, cuyas canciones popularizó el grupo Parchís.

También merece una mención otro popular personaje del manga y el anime, el robot Mazinger Z que debe su nombre a su construcción con la tan resistente como ficticia aleación Z. Pero hay una amplia nómina de nombres propios de estas características en los que no vamos a detenernos porque nos apartan de nuestro objetivo. Ahí están desde la spice girl Mel B a multitud de raperos como Jay Z, Easy-E o Chuck D. Y tampoco falta algún uso cinematográfico como el de la película Hannah K. (1983) de Costa-Gavras.

Volvemos a la vestimenta, que hemos dejado aparcada en forma de tanguilla, para repasar otro ejemplo de la economía preposicional del inglés al denominar símplemente V-necks a los cuellos en V. Ese menor uso de partículas conectivas facilita en gran medida el mecanismo neológico que analizamos. La bomba atómica de fisión fue reducida en esa lengua a la forma A-bomb, mientras que la basada en la fusión nuclear es la H-bomb. Esta “bomba de hidrógeno”, también llamada termonuclear, ha pasado al español como bomba H, mientras que la expresión bomba A es menos utilizada, quizá por cacofónica y por lo rotundo de la palabra atómica.

Un derivado de la bomba H es la en inglés llamada N-bomb, que en español casi siempre es referida con su nombre completo bomba de neutrones. Un invento cuya peculiaridad es su capacidad de conseguir una devastadora mortalidad con menores daños materiales que otros ingenios atómicos.

Señal mexicana. Su equivalente española se
denomina "media vuelta prohibida" (R-304)
Otra fuente de expresiones basadas en una letra es la analogía formal. Así llamamos giro en U al que invierte el sentido de la marcha, en inglés U-turn. Pero con esa génesis lo más frecuente es que se produzcan sustantivos y no los adjetivos que hoy andamos persiguiendo. Ahí están las en unos casos eses y en otros efes de los instrumentos musicales, en inglés F-holes, a los que el artista Man Ray sacó un gran partido en su "Violín de Ingres" (1924). Una clara apología del tocamiento a la que algún día le dedicaremos un CLIPDA, porque es obra bastante imitada.


El lenguaje de la construcción utiliza una cuantas letras para dar nombre a los perfiles estructurales. El más popular es la doble T (en inglés I-beam) que casi siempre es utilizado como sustantivo prescindiendo de la anteposición de la palabra perfil. Cuando la anchura de las alas se asemeja a la altura se habla de una H. Pero también los hay en U o L y entre los llamados perfiles ligeros incluso en C y en Z.



Si de sustantivos se trata, mismamente en nuestra decaída Asturias la vía de comunicación más importante es la llamada “Y”, cuya forma y nombre están emulando los vascos en versión ferroviaria. Pero vamos a intentar no salirnos del marco establecido, porque si nos metemos con letras-sustantivo esto se alargaría demasiado.

Otro caso de letra adoptada por su forma es la que da nombre a las camisetas conocidas como T-shirts, por más que se trate de una T bastante desproporcionada. Del mismo modo que también es la forma que adopta el hueso en el corte de carne llamado T- bone steak el que da nombre a ese filete. Una presentación, con escasa tradición en nuestra gastronomía, que combina una porción de solomillo con un entrecot de lomo.

La estadística también tiene su t, la de la distribución t asímismo conocida como t de Student. La letra está tomada de la palabra test mientras que Student es el seudónimo con el que publicó sus trabajos sobre esta cuestión William Sealy Gosset.

El deporte de la vela tradicionalmente se ha servido de letras para designar algunas de las clases con las que se trata de homogeneizar la competición. La llamada "Regla Universal" desarrollada en 1902 por el diseñador Nathanael Herreshoff utilizó nueve letras que culminaban en la clase J. Esta fue la utilizada entre 1914 y 1939 para competir en la prestigiosa Copa América. Unos imponentes veleros que todavía surcan los mares.

El moderno Clase-J Velsheda
Seguimos en el mar porque U-boat es la adaptación al inglés de U-Boot, la abreviatura de unterseeboot que en alemán significa «nave submarina». Una denominación creada para designar a los sumergibles con los que pusieron en jaque los transportes aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Una contienda en la que recordarán que el gran desembarco aliado en el continente europeo se produjo el llamado D-day.

Y H-Hour es una expresión genéricamente utilizada por los militares para indicar la hora en la que se debe iniciar una operación. La elegida el 6 de junio de 1944 fueron las 06:30, hora de Londres. La combinación de ambos conceptos, “Día D, hora H”, fue el título que recibió en España la película de 1950 denominada en inglés “Breakthrough” (que es abrirse camino pero, también, logro; no era fácil traducirlo fielmente).

 

No vamos a profundizar mucho en el alemán, un idioma que también le tiene gusto a una composición que ya hemos visto en los submarinos y también utiliza, por ejemplo, en los ferrocarriles. S-Bahn (en suiza  S-Linien y en Dinamarca S-tog, pero esto ya es otro idioma) son las redes de transporte metropolitano denominadas por abreviación de Stadtschnellbahn (tren rápido metropolitano), mientras que R-Bahn son los trenes regionales. A ello se suma que algunos metros, como los de Berlín o Munich, son conocidos como U-Bahn (de Untergrundbahn, tren subterráneo). Y aquí vamos a dejarlo, porque nos estamos metiendo en el alemán más de lo prometido.


Si les viene a la memoria alguna letra más que tenga uso habitual como calificativo, vamos a limitarnos al español y al inglés, no duden en hacérnoslo saber.





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