Vivimos tiempos de enorme sensibilidad a los gestos. A fin de
cuentas se lleva todo aquello que sea muy visual y no obligue a pensar mucho. No es raro, por tanto, que haya caído en gracia el protagonizado por Alistair
Brownlee al ayudar a su desfallecido hermano Jonny a cruzar la meta del triatlón de Cozumel.
La red no ha tardado en llenarse de comentarios emocionados, entre los que nos ha sorprendido particularmente el del habitualmente ponderado Pau Gasol. Vale que lo ocurrido a nosotros también nos ha puesto la piel de gallina, hasta hemos hecho el oximorónico descubrimiento de que una escena antideportiva puede ser bella, pero echamos en falta en su tuit alguna reserva sobre lo inaceptable de lo ocurrido desde el punto de vista competitivo. Se nos hace que un deportista de élite debería ser más sensible sobre la importancia del cumplimiento de las reglas. Hoy por ti, mañana por mí.
Ahora bien, lo que resulta, no ya llamativo, sino verdaderamente escandaloso, es que a pesar
de lo obvio de lo antirreglamentario de la ayuda recibida por el pequeño de los Brownlee (ver apartado 2.1. viii del Reglamento internacional de competición), resultara desestimada la
reclamación interpuesta por la Federación española de Triatlón y se le concediera la segunda plaza de esa
competición.
O sea, que si no llega a pasar por allí un sudafricano llamado Henri Schoeman, el británico le habría
arrebatado a Mario Mola el campeonato del mundo de la especialidad de esa, sin duda conmovedora, pero en términos
competitivos claramente inaceptable manera. Y lo decimos convencidos de que si el casi perjudicado en vez de español hubiera sido de cualquier otra nacionalidad seguiríamos pensando
exactamente lo mismo. Las emociones a un lado y la justicia al otro, bien separaditas
como Iglesia y Estado.
Queremos pensar que la indefendible decisión de la Federación Internacional de Triatlón está
influida porque la descalificación no habría alterado la clasificación final
del campeonato mundial (aunque el otro español, Fernando Alrza, que fue tercero, recuerda que ser segundo son 20.000$ más de premio), pero esos no son principios en los que pueda sustentarse
la administración de justicia.
Y todo ello sin fijarnos mucho en lo antideportivo que resulta ceder a un competidor, por mucho que sea tu hermano, un puesto que claramente se está en condiciones de ganar, máxime cuando media perjuicio de los intereses de otro atleta. Por lo menos podía haber hecho el paripé de tropezarse. Doble infracción del fair play.
Y todo ello sin fijarnos mucho en lo antideportivo que resulta ceder a un competidor, por mucho que sea tu hermano, un puesto que claramente se está en condiciones de ganar, máxime cuando media perjuicio de los intereses de otro atleta. Por lo menos podía haber hecho el paripé de tropezarse. Doble infracción del fair play.
Realmente muy feo precedente el que han sentado los
rectores del triatlón cuyos principios éticos han quedado claramente retratados. Pero esta es la Civilización del espectáculo y, ante su
pujanza, ¿a quién se le ocurre hablar de Justicia? Menuda notoriedad, que es lo importante, se ha conseguido.
Como referente comparativo es casi inevitable recordar la historia de Dorando Pietri en los Juegos Olímpicos de Londres de 1908. Difícil le han puesto al desposeído del triunfo corredor italiano descansar en paz. Acompañamos un video en el que se ven algunas escenas de aquella dramática llegada en la que, a pesar de que las ayudas consistieron sobre todo en paliar su desorientación, la decisión de los jueces fue muy distinta.
Otro curioso artículo sobre líos deportivos, aunque ya un tanto añejo, es la recopilación de engaños realizada por Marca en 2009 titulada "Las 10 trampas entre las trampas de la historia del deporte". Ahora que andamos de balance paralímpico (enlace al detalle de las medallas), y después de la absurda presión que algunos medios le metieron a Teresa Perales a través de una innecesaria comparación con Phelps, no está de más recordar que no somos unos santos. Ahí se cuenta como el baloncesto paralímpico español, ahora irreprochable plata en la modalidad de silla de ruedas (ver noticia), tiene un poco edificante pasado.
Y de la tropa que rige algunos deportes da buena idea la noticia (enlace) que hemos visto sobre el presidente de la Federación de taekwondo. El que se ha ido a Bucarest, con acompañante por supuesto, a recoger un premio concedido a Coral Bistuer. Y ello sin molestarse, no ya en invitarla, sino sin ni siquiera avisar a la premiada.
Como para hablarle a egos así de justicia.
P.S.- Increíbles declaraciones de Gómez-Noya (enlace): "no hay nada que reprocharles". Se nota que no era el quien se jugaba el mundial, así que parece claro que, en el final de su carrera, tiene aspiraciones federativas. Al tiempo.
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