viernes, 21 de julio de 2017

Tratando de imaginar masas enormes


Interesante artículo el titulado ‘Los humanos ya han generado 8.300 millones de toneladas de plástico’ publicado anteayer en El País. Un texto presumiblemente escrito por un robot a juzgar por ese uso del verbo en tercera persona. A ver si en otra ocasión se anima a usar 'la humanidad' para no desvelar lo que está pasando en las redacciones.



En nuestro caso, tuvo el curioso efecto colateral de inducirnos a cavilar un poquillo sobre qué podría significar para un lector medio la enorme cifra consignada en el título. Imaginamos que poca cosa. Piensen en vds. mismos.

Las medidas de distancia, salvo las siderales, nos resultan mas fáciles de asimilar, mientras que las de superficie rara vez exceden el referente de un continente terrestre. No superficiamos parcelas interplanetarias. Pero los grandes volúmenes y masas, en este caso nos da igual hablar de pesos, son retos menos habituales.

La estrategia primaria es buscar una referencia de magnitud adecuada, pero el problema es que la grandota por excelencia con que contamos a estos efectos, la masa de la Tierra (6 × 1024 kg), resulta excesiva. Poco nos dice saber que una magnitud es la billonésima parte de algo (con billones de los de aquí: millones de millones): 6 × 1024 kg  < 1012 > 8,3 × 1012 kg

Y es que nuestros arquetipos sufren en esta masiva categoría un salto muy grande, porque el siguiente orden de magnitud por debajo de nuestro planeta es poco evidente. Está claro que no manejamos habitualmente grandes masas.

Si nos centramos en el agua terrestre podemos conseguir una reducción de 4 ceros en la referencia, porque la cantidad de todo ese líquido presente en nuestro planeta es del orden de 1,4 × 1021  kg, o sea el 0,02% del total. Pero todavía es mucho. ¿Cual es la milésima parte de su cuerpo? En todo caso nos traemos una ilustración (crédito: Jack Cook/WHOI/USGS), que hemos encontrado en un artículo lleno de interesantes acuáticos datos en la que se relaciona muy vistosamente nuestro planeta con su agua. Esta es la que cabe en una esfera de unos 1.360 km de diámetro que aparece colocada mas o menos sobre Arizona.

Y aun a sabiendas de que la densidad de la esfera grande es 5,5 veces superior a la de la pequeña, ¿habrían dicho que esta última es una centésima parte de la otra?

Mucho mejor nos viene el agua evaporada diariamente en todo el planeta que anda por 1,2 × 1015 kg. O sea, que todo ese plástico pesa lo mismo que la evaporación de una semana. Pero, ¿a ustedes les dice algo esa cantidad de agua que, a la sazón, es sensiblemente igual a la que nos cae encima en el mismo periodo?

Hay que seguir buscando, pero el camino del agua parece prometedor. Lo que buscamos es, en definitiva, el equivalente a un cubo de unos 2 km de lado de ese líquido elemento.

El mayor embalse de España es el de la Serena, situado en la provincia de Badajoz, que fue inaugurado en 1989 y tiene capacidad para almacenar unos 3,2 km cúbicos de agua. O sea, que todo el plástico producido en la historia de la humanidad pesa algo menos que el agua de tres de esos embalses. Pero no olvidemos que, aunque lo compactaramos muy bien, ocuparía bastante mas.

Lo cierto es que, quizá porque vamos poco por la Serena, no es una imagen que asuste. Así que, ¿y si dejáramos el título del artículo en que el 80% del plástico producido acaba tirado en algún sitio? Lo ilustraríamos, además, con algunos animales asfixiados por bolsas de plástico, porque se nos hace que este es un problema mas cualitativo que cuantitativo.

Ya puestos a contextualizar masas, les dejamos con que ese plástico pesa casi veinte veces mas que los humanos que actualmente habitan la Tierra. O, si quieren, que a cada uno nos toca cerca de una tonelada. Se lo dejamos en 900 kg.

Y es que dividir por cabeza, aunque casi siempre sea injusto, también suele ser bastante útil a estos efectos de entender cifras.








Coda futbolera:

Hablando de números grandes, ¿no les apetece preguntarle nada a los 112 asambleístas (de un total de 139) que votaron la enésima reelección de Villar?

Oiga, que el tal Padrón hasta le ponía su nombre a los campos de fútbol en los que mojaba comisiones.

¿Y no mereceríamos, además, una expliación de quienes derogaron en el 96 el famoso decreto de limitación de mandatos (el llamado anti-Porta)?

¿Habrá por ahí algún periodista con ánimo de hacernos el servicio?




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