No deja de ser llamativa la incapacidad de los líderes
mundiales para reconocer que la Tercera Guerra Mundial va a librase de una
manera muy distinta a las anteriores. Del mismo modo que el genio militar de
unos desharrapados españoles forzó a unos cuantos idiomas a tomar prestada la
palabra guerrilla, los nuevos conceptos
militares seguramente requieren nuevo
léxico.
Loable deseo el de no querer
alarmar a la población con la palabra guerra, y eso que Hollande ya ha utilizado el término "acto de guerra", pero es bien sabido que resulta imposible
afrontar un problema si antes no se reconoce que se tiene. Máxime cuando ni
siquiera sabemos cuan grande es el sector del Islam con el que estamos en
guerra. Cierto es que no se trata de todo el Islam, pero no menos cierto que tampoco
es una facción tan marginal como algunos pretenden. Y no olvidemos que el común
denominador de los atacantes que quieren cargarse nuestra Civilización es su
fanatismo religioso.
Así que Occidente tiene un problema con la mas inmovilista
de las grandes religiones que no soporta la forma de vida que nos hemos dado. Unos
lo llevan por dentro y otros a la vista queda.
Cuando se quiere ganar una guerra hay lugar para pocas tibiezas, así que quien no está
con nosotros se convierte en el enemigo. Posicionarse se convierte en una obligación, porque contra quienes creen que están cumpliendo un mandato divino no caben razones ni
negociaciones. Nos guste o no, estamos ante un vencer o morir. Sin margen para el buenismo ni para la
habitual obsesión occidental por conseguir que el número de falsos positivos
sea cero. Así que tendremos que prepararnos para aceptar que pague algún justo por pecador.
Si ahora llevamos la cuestión a una dimensión local, el no
enterarse ya es supino. No creemos que nos equivoquemos mucho al presumir que la redacción
de La Nueva España ha debido estar
buscando afanosamente una conexión asturiana entre las víctimas de París. Igual
hasta ya la han encontrado cuando publiquemos esto, pero lo que está claro es que habían reservado un hueco en la portada.
Esa es la única justificación que encontramos a que la crónica de la última guerritalla (decíamos que hace falta nuevo vocabulario para referirse a nuevos fenómenos) aparezca en vecindad con la información de que un gijonés ha sido incinerado con seis pasteles en su caja (el "entre pasteles" del titular es bastante engañoso). Menudo momento para frivolizar.
Esa es la única justificación que encontramos a que la crónica de la última guerritalla (decíamos que hace falta nuevo vocabulario para referirse a nuevos fenómenos) aparezca en vecindad con la información de que un gijonés ha sido incinerado con seis pasteles en su caja (el "entre pasteles" del titular es bastante engañoso). Menudo momento para frivolizar.
P.S.- No teníamos conocimiento de las declaraciones del Papa cuando escribimos el apunte. Gracias Francisco, ya no nos acusarán con tanta ligereza de exagerados.
Y han estado hábiles en LNE contraatacando con un jugador del Sporting en fin de semana parisino. Pero no se conformarán hasta que encuentren vínculos astures con alguna víctima. Tienen mucho mas que demasiado donde indagar.
Buen articulo daddy!
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