sábado, 14 de noviembre de 2015

Animales que prestan su nombre (VI): drones y edredones



Ya hemos visto en las entradas anteriores de esta serie (enlace a la última entrega, que incluye un inventario) algunas palabras formadas a partir de denominaciones animales extranjeras que se han abierto camino hasta nuestro Diccionario. Recordemos que tal es el caso de bidé (del francés, bidet, caballito) y macarra (del fr. maquerau, caballa), o los derivados de palabras compuestas cóctel (del inglés cocktail, cola de gallo) y pedigrí (del francés pied de grue a través del inglés pedigree).

La incorporación más reciente  a esa colección es el anglicismo drone al que la 23ª edición del Drae ha dado acogida como dron, sin la e. Y decimos que forma parte de esta categoría animal porque drone es la denominación que el inglés utiliza para los zánganos, los machos de abeja cuya única contribución a la cooperativa vida de las colmenas es fecundar a la reina. Una especialización que ha dado pie a la metafórica aplicación de su nombre a las “personas holgazanas que se sustentan de lo ajeno”.

Drone es una de esas pocas palabras que tienen un inventor conocido puesto que, según ha documentado el historiador militar Steven Zaloga, fue el comandante estadounidense Delmer Fahrney quien la ideó. Lo hizo para referirse a las aeronaves utilizadas como blancos móviles tras recibir el encargo de desarrollar esos sistemas para la US Navy. Esto ocurrió en el año 1935 después de que sus superiores asistieran a una demostración del De Havilland DH 82B Queen Bee (abeja reina) utilizado por la marina británica. Una aeronave que era una evolución del avión de combate DH 82 Tiger Moth (mariposa tigre). Así que se daba continuidad a la utilización de sobrenombres tomados de insectos.

Como las fotos de la época no son muy buenas, les mostramos el aspecto de esa aeronave por medio de la recreación realizada en la caja de la maqueta de la misma que comercializa el fabricante checo AZmodel. Esta es la “abeja reina” que inspiró el nombre dado a los drones.


Por mor del juego de palabras, hemos incluido en el título del apunte de hoy un término que no es nombre de animal, pero sí derivado. Una categoría de palabras que hemos venido esquivando con tan solo algunas excepciones como cigüeñal, pero va siendo hora de ir ocupándonos un poco más de ella.

Llamamos edredón tanto al plumón de ciertas aves como al cobertor que en sus versiones más caras se rellena con el mismo. Sepan que acabamos de ver 
en El Corte Inglés uno de 6.000€, un milloncete de pesetas, y eso en ese casi mes de rebajas que llaman Semana Fantástica (nota: este blog, muy a su pesar, no cuenta con patrocinios).

El caso es que la palabra de marras nos llega del francés édredon, que adaptó con esa grafía el danés edderduun. Un vocablo formado por los nórdicos a partir de edder, el nombre del ave que por aquí (sin permiso de la Real Academia porque no está en el Drae)  llamamos eider, y de duun, plumón. Así que un edredón, etimológicamente, es un 'plumón de eider'. Luego, en la vida real, cada uno ajusta el relleno a sus posibles.

Pero la verdad es que los nidos que fabrican esas aves con su plumaje más fino, que a tal efecto se arrancan del pecho, se antojan tan acogedores que no es raro que inspiraran la forma de fabricar los cobertores más cálidos. Otro día les contaremos como un fabricante francés de material deportivo también escogió asociar su marca con esas aves.







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