sábado, 28 de abril de 2018

Cosas de la lengua 17/2018



Tetris ha sido la palabra tratada esta semana en el Martes Neológico. Un término creado para dar nombre al videojuego ideado en 1984 por Alekséi Pázhitnov que reta al usuario a encajar piezas formadas con cuatro cuadros que tienen siete formas diferentes. De ahí el nombre derivado de "tetra" (cuatro en griego). Por analogía, tetris ha encontrado uso para denominar situaciones en las que intervienen elementos que deben ser acoplados de forma muy ajustada. Un buen amigo la aplica a la organización del vacacional maletero de su coche. Por extensión, también se utiliza en episodios que requieren una compleja coordinación.

Constata Jorge Diz Pico que, a pesar de las varias décadas de vida del videojuego, este neologismo apenas figura en los diccionarios de lengua española. Coincidimos en que ya va siendo hora. 

En relación con la neología humorística, si ayer veíamos a Miki&Duarte utilizar crematorio con un sentido que no tiene en el diccionario, hoy vamos a destacar la 'lengua vesicular' acuñada por Esteban en su viñeta del miércoles para los diarios del grupo Joly.

Pasamos al Laboratorio del Lenguaje del Diario Médico  con el artículo Tirios y troyanos. Una expresión utilizada para referirse a un conflicto en el que participan dos facciones contrapuestas en casi todo. José Ignacio de Arana explica que, aunque con frecuencia se da la explicación de que se trata de los habitantes de la ciudad fenicia de Tiro y los de la desaparecida Troya, enfrentados por el dominio del Mediterráneo, no parece que ese sea el auténtico origen.

Hay que recordar que los fenicios de Tiro fundaron en el norte de África la colonia denominada Cartago que mantuvo un sonado enfrentamiento con los romanos quienes, por su parte, se tenían por descendientes directos de Eneas, el héroe troyano que huyó de la ciudad anatolia antes de su caída. Sería de las Guerras Púnicas de donde vendría, por tanto, la expresión.

El artículo del lunes 23 de abril se hacía eco de que en esa fecha del año 2009 se inauguraba en París la Biblioteca Digital Mundial (BDM) bajo los auspicios de la Unesco, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y una treintena  de instituciones culturales de todo el mundo. Una entidad cuya finalidad es reunir reliquias culturales de todos los tiempos y rincones del planeta. Este enlace conduce a su web.

Un mismo lenguaje para perros y bebés es el título de la reseña de un estudio publicado en la revista Animal Cognition en el que se compara el habla elemental dirigida a los perros con la normal. Concluyen que los canes adultos mejoran su comportamiento de afiliación con un lenguaje más parecido al habla rudimentaria que se suele dirigir a los bebés para ayudarles en la adquisición del lenguaje. No saquen conclusiones apresuradas.

El siguiente apunte fue la segunda parte de Marcas que se estrellan, una continuación que se centra en las lenguas cooficiales de España. Lo comienza Fernando A. Navarro señalando como la cadena Zara Home de Inditex comparte nombre con la sección de caballeros de las tiendas catalanas de la enseña matriz.

Prosigue con el neologismo comercial "amodio", una mezcla de amor y odio creada para la campaña navideña de Campofrío. Pero resulta que esa palabra significa en vasco sencillamente amor. Por si les fuera de utilidad, sepan que también nos enseña el lingüista doctor que hacer el amor se dice en eusquera amodioa egin.

Aporta como último ejemplo el del todoterreno compacto que la firma surcoreana Hyundai ha denominado Kona, salvo en Portugal donde se venderá con el nombre de Kauai. Y considera un menosprecio a los gallegos que ese cambio no se aplique también en España. Vemos al autor un tanto susceptible.

El asunto nos recuerda el nombre Montero con que se comercializó en España el Mitsubushi Pajero, mientras que el Mazda Laputa no llegó a venderse en nuestro país. Y en Nokia no consideraron suficientemente conocido por los hablantes del español el significado de prostituta que tiene la palabra lumia, como para descartar esa denominación concebida para evocar la luz (lumen). Pero esto de las marcas malsonantes en determinados idiomas da para todo un extenso apunte.

Breve es, en cambio la reflexión Arrobo y embeleso que ayer publicaba José Ignacio de Arana. Unos arrebatos de los sentidos que no fomenta el actual estilo de vida.

Rogativas por un voto tituló Alex Grijelmo el artículo dedicado a censurar el abuso que el lenguaje burocrático hace de términos como “rogar” y “suplicar”. Sostiene en su escrito que pocas locuciones habrá en el lenguaje administrativo tan desafortunadas como “voto rogado”, que se aplica al sufragio que deben tramitar los emigrantes. Algo que no debería ser favor ni gracia.

Se sale el periodista del territorio lingüístico para afear que los dos grandes partidos españoles hayan mostrado una notoria incompetencia para resolver un problema que ellos mismos crearon al intentar evitar un poco significativo voto irregular. Ello con el resultado de que, tras regulación de 2010 del “voto rogado”, los votantes españoles en el extranjero pasaran del 30% al 5% del llamado CERA ('censo de los electores residentes ausentes').

Fundéu arrancó la semana tratando el uso de las expresiones más mayor y mayor que. Admiten el adverbio cuando mayor se usa como adjetivo no comparativo para significar ‘de edad avanzada’. Pero no deja de ser una fea construcción gramatical.

Algo parecido ocurre con el sustantivo ocurrencia, que es válido con el significado de ‘hecho de ocurrir algo’, pero estilísticamente es recomendable moderar su uso cuando hay alternativas como aparición, presencia, frecuencia o coincidencia.

Insufriblemente cursi se nos ha hecho la propuesta de aplicar 'Espigar en un contenedor' (o en la basura) como expresiones alternativas al anglicismo dumpster diving. Lo que el diccionario Merriam-Webster define como ‘práctica de buscar en contenedores alimentos u objetos desechados todavía útiles’. Una actividad que, según dicen, suele estar vinculada a los movimientos que luchan contra el despilfarro, más que con la búsqueda de alimentos para subsistir.

Un poco de buenismo nunca viene mal, pero nosotros habitualmente vemos 'rebuscar en los contenedores' a mucha más gente con aspecto de estar necesitada que a los llamados friganos.

La recomendación del jueves fue utilizar denunciante en sustitución del anglismo whistleblower, por más que, en ocasiones, pueda tener sentido recurrir a los peyorativos delator o chivato. Escojan vds. cual aplican al filtrador del video de Cifuentes, aunque quizá necesiten alguna palabra que no figura en esa lista. Y sepan que Manuel Conthe se ocupa del asunto en su artículo El saludable amargor de las denuncias. Copiamos la cita de James Moore, un colaborador del diario británico The Independent, con la que lo cierra:

"Los denunciantes (whistleblowers) son como el repollo rizado (kale): su sabor no es muy agradable [para las instituciones financieras], pero son muy beneficiosos para su salud".

Completaron los urgentes su ciclo semanal con la advertencia de que el italianismo mezzosoprano se escribe en minúscula, cursiva y en una sola palabra. Decepcionante elección cuando la convulsa actualidad ofrecía numerosas opciones más interesantes. Por ejemplo, el incorrecto uso de la palabra violación que proliferaba ese día por quienes se lanzaban a protestar ignorando que es un término que no tiene uso en el Título VIII del Código Penal. El que trata de los 'Delitos contra la libertad sexual'. ¿Por qué no salen los juristas a explicar esto en la prensa?

Decíamos la semana pasada, entonces a cuenta de terrorismo, que no se pueden confundir las acepciones de las palabras en los ámbitos coloquial y especializado. Y ahora estamos en las mismas con algunas como las que dan título al artículo ¿Intimidación o prevalimiento? del magistrado Ignacio González Vega. Encomiable llamada a la sensatez en la que, sin embargo, echamos en falta la aclaración de que la jurisprudencia requiere que se anuncie un mal para reconocer la existencia de intimidación. Así es el lenguaje forense. Tampoco es mala la lectura la  transcripción del monólogo de Alsina de ayer. Les traemos un fragmento:

Pero luego recuerdo por qué no formo parte del tribunal. Carezco de formación y de experiencia. Uso las palabras para que usted y yo nos podamos entender, no porque tenga presente las implicaciones técnicas y jurídicas de cada uno de los conceptos. Por eso digo "violación" cuando la ley lo que dice es "agresión sexual". Atentar contra la libertad sexual utilizando violencia o intimidación. Y caigo enseguida en la cuenta —no le voy a engañar— de que hasta ayer no me había puesto a leer sobre la diferencia entre la intimidación y el prevalimiento. Caigo en la cuenta de que hasta ayer no me había parado a mirar cómo define el código penal la intimidación, porque yo lo que sé (periodista que no juez) es cómo la define el diccionario.

Tengan cuidado con esos pasajeros que están dispuestos a ponerse a los mandos del avión sin saber pilotar. Y con ser injusto culpar a lo jueces de las insuficiencias de la ley (bastaría con que se hubiera tipificado como 'agresión' todo acto en grupo, mejor a partir de dos que de los tres integrantes que ahora marcan el agravante), que lo hagan gentes que tienen capacidad para legislar por su condición de diputados ya es de vergonzante coña.

Llamativo, también, ver como súbitamente ha desaparecido de los argumentarios eso de que el fin de un sistema penal no puede ser la venganza. ¿Es más reinsertable 'el Chicle' que estos miserables? ¿Abrimos debate sobre el principio de in dubio pro reo?

Cambiamos de tema, ya para finalizar, al recordar que el escritor y periodista Fernando Aramburu ha sido galardonado con el Premio Don Quijote de Periodismo. Lo ha sido por el artículo "Estamos hechos de palabras"  publicado en el diario El Mundo el 30 de julio de 2017. Una denuncia de la persecución para silenciar el pensamiento libre que, sin embargo, reconocemos no tener entre las lecturas que más nos han impactado el año pasado.





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