Reanudamos el recorrido iniciado en el apunte del jueves con más viñetas de esa jornada (en la 1ª parte anticipamos cuatro). Superantipático planteaba desde 20 minutos una posible clave de la sumisión de los votantes socialistas a los albures de secretario general, que nos es otra que la seguridad de que siempre habrá algún momento en el que podrán estar de acuerdo con el. Y lo que ahora toca, en opinón de JM Esteban, es la descuartización pacífica de la nación. O igual no tan pacífica, una vez que el personal parece haber tomado nota de que si la motivación es política los actos violentos resultan amnistiables. Menudos deberes van a quedar para el próximo reencuentro.
El humor del viernes estuvo dominado por el acuerdo entre Psoe y Junts que recopilamos en un monográfico. Nos hemos traído como muestra las viñetas de Tomás Serrano, Ferreres y JM Nieto.
Aún asumiendo que la intención de Peridis sea escenificar la entrega de las llaves de La Moncloa, utilizar para ello 'La rendición de Breda' con el independentismo en el papel de los derrotados resulta sencillamente delirante. Ya se verá en que acaba la tesis de El País de que el pacto marca la vuelta al marco constitucional que el dibujante cántabro valora como cuadratura del círculo, problema que, como es bien sabido, no tiene solución. "Afirmar que este acuerdo significa introducir a Junts en la Constitución es como mínimo apresurado o un engañabobos" escribe hoy en ese mismo diario el catedrático, confeso votante del Psoe, Fernando Vallespín [2].
Lo de Page nos invita a señalar que Manuel Conthe recordaba ayer, con gran sentido de la oportunidad, su artículo 2+2 = 5 de diciembre del año pasado. Nos traemos el fragmento sobre el orwelliano doublethink (pensamiento dual), "la capacidad para albergar simultáneamente en la mente dos pensamientos contradictorios y ser capaz de aceptar ambos", pilar de la ingeniería social, porque "el acto esencial del Partido consiste en el engaño consciente, pero preservando la firmeza de propósito propia de la plena honestidad".
Otrosí, "Lo que el Partido dice que es verdad es verdad". "Blanconegro (blackwhite) es la capacidad de creer que lo negro es blanco, de saberlo, y de olvidar que alguna vez creíste lo contrario".
Y, a todo esto, Santos Cerdán ni se lee lo que firma después de una semana en Bruselas supuestamente dedicado a medir milimétricamente cada palabra del acuerdo.
Miki y Duarte encabezan nuestra selección de hoy con la Justicia poniendo a la venta en Wallapop sus símbolos y Álvaro anticipando el enchironamiento de jueces (Urías ya ha adelantado sus candidatos). Santos Cerdán se estrena en la sección de Ricardo como participante en una güija y Peridis por lo menos puso un "ahora" en su adhesión al argumentario oficial que Daniel Gascón despedaza hoy en una memorable columna (versión web). Lo insertamos debajo de la visión de JL Martín de los renuncios de Puigdemont.
JM Nieto y Sansón abordan con diferentes enfoques el frente económico y García Morán completa nuestra selección de hoy con el primer caganer del año.
Tan solo una viñeta foránea en nuestra colección de hoy, la de Michael Ramirez que fue retirada el miércoles por el Washington Post (la disculpa del editor David Shipley y el estado actual de la continuidad de la colaboración) tras recibir quejas de lectores que la consideraron racista (comentario de Daily Cartonist). El wokismo avanza imparable (y, entretanto, efecto Streisand de por medio, el dibujante vende las copias con firma digital a 99$). Apuntaremos que los representados son Ghazi Hamad, miembro del buró político de Hamás que el pasado día 24 reiteró que Israel debía ser destruido y que continuarían cometiendo masacres como la del 7 de octubre, y Áhmed Yasín (ca. 1937 - 2004) cofundador de Hamás que en 2004 fue asesinado con un misil lanzado por un helicóptero israelí cuando salía de orar.
Concluimos este complemento de 37 +1 viñetas a las 39 +11 de la primera parte con el artículo que Ana Iris Simón publicó en El País de ayer.
Menuda papeleta
Ana Iris Simón
El PSOE ha dejado a sus votantes el reto de convencerse de que amnistiar a quienes han metido la zarpa en el bolsillo de los españoles es lo mejor para el país
Pienso en Javier Cercas, que firmó una tribuna en este diario en la que aseguraba que no habría amnistía. Que Pedro Sánchez demostraría que “es más importante el futuro de la democracia que el presente del poder”. La tesis central de su exposición ha fallado, pero el resto sigue vigente, pues el texto explicaba magistralmente por qué la amnistía es una vergüenza.
Pienso en mis amigos que votaron por el PSOE, pues los que lo hicieron por Sumar ya sabían a qué se atenían en lo que respecta a este asunto: la postura del partido siempre ha sido la de criticar con mucho tino la secesión de los ricos —que no quieran contribuir a la hacienda común, que roben lo que es de todos—, pero mostrarse serviles cuando esos ricos enmascaran sus triquiñuelas en la autodeterminación o el derecho a decidir. Pienso en un familiar al que acompañé a votar y al que traté de convencer de que no lo hiciera por el PSOE. De que en el sobre estaba metiendo la traición a los trabajadores, a la izquierda antibelicista y a los saharauis. No sabíamos entonces que también estaba metiendo la traición al principio de igualdad ante la ley.
Pienso en todos ellos y en que menuda papeleta. No la que introdujeron en el sobre, sino la que el PSOE les ha dejado como contrapartida: tratar de convencerse de que amnistiar a quienes han metido la zarpa en el bolsillo de los españoles es lo mejor para España. La papeleta de intentar creerse que la decisión de amnistiar a los delincuentes se toma ahora y no en cualquier otro momento por la paz social, cuando lo que estamos viendo es justo lo contrario: que los independentistas, que andaban de capa caída en calles y urnas, han recibido, además de una palmadita en la espalda por sus delitos, un soplo de aire fresco. Quien también se verá revitalizado con esta decisión, por cierto, será el partido que más tajada sacó de la revolución de los balcones en 2017: Vox.
Pero volvamos al PSOE, que les ha dejado a sus simpatizantes la papeleta de hacer cabriolas argumentales curiosas, como la de Jordi Évole, que dice que cómo no va a estar bien la amnistía, si la elogia incluso el boletín del neoliberalismo anglo, el Financial Times. La papeleta de justificar perdonarle la malversación a la derecha rancia catalana para no ir a unas elecciones en las que podría gobernar la derecha rancia española. De hacer como que Pedro Sánchez no dijo hace un año que la amnistía no era una opción, y de creerse que por algún motivo que no sabe concretar muy bien, de repente es necesaria para la concordia.
La papeleta de repetir la falacia de que lo importante no es la amnistía, sino la sanidad o la educación, y que por eso no han protestado nunca “los cayetanos”. Como si a Puigdemont y sus secuaces se les hubiera juzgado por pensar distinto y no por delitos de corrupción o malversación de fondos públicos; como si la corrupción y la malversación de fondos públicos no tuvieran que ver con la sanidad o la educación, con lo que es de todos, con la solidaridad interterritorial. La anomalía no es que “los cayetanos” protesten solo ahora, sino que la mayoría de la izquierda propicie, aplauda o asista impasible a que las élites nacionalistas catalanas vayan a ser amnistiadas por sisar dinero de los trabajadores españoles.
Esto nos lleva a hacer hermenéutica de un texto ambiguo, diseñado precisamente para permitir que el derrotado pueda disimular su capitulación. Esquematizo: (1) La declaración compra en su integridad el relato del independentismo sobre el procés, casi al pie de la letra. (2) Esta tremenda concesión la trata de disimular aludiendo a las discrepancias que permanecen entre el PSOE y Junts, que irán siendo negociadas a lo largo de la legislatura. Lo cual nos conduce a (3): A cambio de la amnistía y el (humillante) relato, lo realmente pactado es solo la votación de investidura. Junts se reserva hacer detonar una mina que liquide la gobernabilidad en cuanto no vea satisfechas sus otras reclamaciones (las doy por sabidas), que se concretan en conseguir una eficaz rampa de lanzamiento hacia la independencia. O sea, no es un pacto de legislatura. El chantaje sigue vivo. Afirmar que este acuerdo significa introducir a Junts en la Constitución es como mínimo apresurado o un engañabobos. Y el PSOE también lo sabe, pero por lo pronto se calza el Gobierno.
Hay un punto (4), que, a mi juicio, es el peor de todos y forma parte de su rendición a la narrativa del independentismo: las referencias al lawfare y la no disimulada extensión de la sospecha de que las actividades jurisdiccionales que afecten a cualquier independentista tienen un trasfondo político. Eso viene ya implícito en la propia concesión de la amnistía en vez de otras medidas de gracia y cubre de oprobio a todo el sistema judicial español y, de paso, a nuestra democracia. El resultado de esa inquietante cláusula de lawfare abre la puerta a un control por parte del legislativo al judicial que puede acabar convirtiéndonos en una democracia populista a la húngara. Ay de las sentencias que puedan entenderse con consecuencias lesivas para los intereses de quienes abominan de nuestro Estado. Los que vulneraron o vulneren la ley se van de rositas y los encargados de aplicarla pueden llegar a ser imputados por prevaricación. El mundo al revés.
Imagino la perplejidad del PSC, porque a partir de ahora se le niega todo su discurso histórico y se regala a la derecha la representación simbólica del sector no independentista en Cataluña. ¡Desde Madrid, nada menos! Solo faltó que el PSOE pidiera perdón por haber apoyado el 155, aunque ya lo hace de modo indirecto al no mencionar la Constitución como marco de referencia. Recordemos que fue aprobada por más del 90% de la población catalana. Parece que ahora lo único que importa es lo ocurrido en 1714. En resumen, Junts ha ganado por goleada. No ya solo por conseguir la amnistía y lo que falte por llegar. Su gran éxito ha sido trasladar al resto de su odiada España el ambiente de crispación propio de los peores años del procés en Cataluña. ¡Chapeau! No sé lo que tendrá de tan irresistible la libido dominandi, la erótica del poder, para que compense ponerse en contra a todos los poderes del Estado e introducir al país en uno de sus mayores conflictos políticos internos desde la Transición. Y que no me vengan con la cantinela de que criticar este acuerdo es “de derechas”. Soy de izquierdas y he votado toda mi vida al PSOE. Créanme, esta es la columna que más me ha costado escribir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario