Uno de los fenómenos más sorprendentes de esta campaña
electoral que, afortunadamente, ya va finalizando es el nulo interés de los más
significados concurrentes en hablar de las grandes cuestiones que toca debatir
en Europa. Los socialistas empeñados en centrar su campaña en temas como el aborto, un
asunto que evidentemente no va a decidirse en el Parlamento Europeo, y los populares
tratando de salvarse de ese gatillazo mediático que bien podríamos llamar “cañetazo”
agarrados a la especialidad de su candidato, los dineros de la agricultura. Algo
que fue una cuestión prioritaria en la construcción europea del siglo pasado
pero dista de ser uno de los grandes temas del momento.
Ni siquiera se aprecia el mínimo esfuerzo orientado a que la
campaña también sirva para divulgar el papel de las instituciones europeas, un asunto
perfectamente desconocido por la mayor parte de los electores. Son inmensa mayoría los que erróneamente creen que el Parlamento que ahora se elige tiene un papel asimilable a sus homónimos nacionales. Por ello es comprensible que no
abucheen a Valenciano cuando hace el
pase del video del aborto. ¡No toca!, ¡no toca! debería arrancarse la
muchachada. Pero como los grandullones parten de la base de que los dos principales
partidos vienen concentrando en las últimas consultas más del 80% de los votos, lo importante para ellos es evitar que el personal pueda sentir tentaciones de pasarse al de enfrente. Así que vale apelar al hígado. Nosotros seguimos aportando nuestro granito de arena para que
se profundice la tímida ruptura de la tendencia a la concentración del voto que se apuntó en 2009 como nos muestra el siguiente gráfico que está sacado del magnífico estudio "Las elecciones al Parlamento Europeo en España 1987-2009". Una pena que apenas haya tenido difusión, algo que se habría facilitado realizando un resumen de la más relevante entre
la mucha información recopilada. Pero ahí tienen a Sofi para encargarse de esos ingratos menesteres.
Un detalle muy sintomático sobre la situación de la
convergencia europea es que cada estado miembro utiliza su propio sistema
electoral para elegir sus eurodiputados. No nos ponemos de acuerdo ni para eso. Así es que hay 17 países con listas
abiertas u otros mecanismos que permiten distribuir preferencias, lo que no es
el caso de España donde, por otra parte, la circunscripción es única. Una característica que es compartida por dos terceras partes de los países miembros (son notables excepciones Francia con ocho, Gran Bretaña con doce e Italia que tiene cinco, véalas en este enlace).
El despropósito en que se ha convertido la campaña electoral
convierte en apuesta segura predecir que se va a conseguir un nuevo
récord de abstención. Una tendencia imparable que también se ha instalado en España en las últimas
consultas. Véanlo en otro gráfico tomado del estudio anteriormente citado.
También es muy útil observar el fuerte desacoplamiento, severamente agravado en los últimos años, entre la participación en estas elecciones y
otras consultas. Misma fuente.
Así que el domingo veremos como, una vez más, se pondrá de
manifiesto lo falsos que somos al contestar las encuestas. Lo decimos porque en la última elaborada por el CIS el 64% de los preguntados consideraba probable o seguro que acudiría a votar,
cuando es previsible que la cifra real no alcance ni el porcentaje de quienes no tenían ninguna duda sobre ello.
Lo que resulta bastante comprensible es que no se quiera
hablar de la institución en sí, porque es un monstruito bastante impresentable
que dice muy poco de quienes la pueblan. Empezando porque, como sabrán, tiene
tres sedes que son Estrasburgo, Luxemburgo y Bruselas. Una chulería que ocasiona unos sobrecostes de
funcionamiento que hay quien estima en cerca de 200 millones de euros. No estaría
mal que una de las primeras propuestas a debatir fuera con cual de ellas se
quedan, pero esa no la hemos visto en ningún programa electoral.
El tal monstruito puesto al servicio de los 751
eurodiputados que vamos a elegir el domingo tiene un presupuesto que, a título de ejemplo, supera el gasto de personal de la Administración Autónoma de este Principado de Asturias desde el que les escribimos. Con todo su personal sanitario y docente para atender a más de un millón de ciudadanos, oiga. Nada menos que 1.756 millones
de euros, así que ya se ve que cada representante del pueblo nos sale por más de dos milloncetes anuales.
Como comparación nuestro Congreso de los
Diputados nos cuesta unos 116 millones al año (1), lo que supone unos 330
mil euros por diputado, una séptima parte. Ya ven qué barato, tratará de convencerles alguno.
Aparte del asunto de las sedes y de la ligereza con que se
pagan asistentes y viajes, el origen de ese tremendo sobrecoste es que el Parlamento Europeo en realidad es la
primera multinacional mundial dedicada a la traducción. Un hecho motivado porque tiene 24 lenguas de trabajo oficiales. Así que si usted se va a consultar cualquier documento, como hemos hecho
nosotros para entender que significa la medida 74 del programa del Psoe en que manifiesta su apoyo al “paquete de clima y energía 2030” (2), encontrará algo así:
Por si les picara la curiosidad les aclaramos que el idioma no cubierto que se identifica como GA es el gaélico,una lengua que desde
2005 es cooficial en Irlanda junto al inglés. Aunque todos los habitantes de
esa república hablan esta última, esa cooficialidad automáticamente la convierte en lengua de
trabajo del Europarlamento. Sin embargo, parece que cuesta encontrar intérpretes
cualificados, por lo que solo se consigue traducir a la misma una parte de los
documentos. ¿No es delicioso que haya una lengua de trabajo para la que no hay
trabajadores? Hay quien está en paro porque quiere. El significado del
resto de los códigos pueden verlo en este enlace.
La sencilla plaquita de la puerta |
Con tan hermoso ejemplo a la vista, ¿será posible que haya
quien no entienda los beneficios que pueden derivarse de una correcta
privatización? Sería hermoso probar con el Parlamento Europeo convirtiéndolo en una
cooperativa formada por los eurodiputados. Ello les permitiría embolsarse en forma de legales beneficios los ahorros que fueran capaces de conseguir sobre el presupuesto asignado. Verían que rápido empezaba a implantarse
el sentido común.
(1)
El presupuesto del Congreso para este año es de 84 millones de euros, pero muchos de sus
servicios corren contra el epígrafe “Cortes
Generales” que tiene asignados otros 51. Los hemos prorrateado con el Senado en función de los presupuestos
respectivos de ambas Cámaras (84 y 52
M€) lo que nos da 32 millones adicionales (ver detalle del epígrafe en los Presupuestos Generales del Estado)
(2) Este asunto se lo explicaremos mañana en el apunte que pondrá final a la "troika" (ya han visto que en asuntos europeos trío se dice así) dedicada a las próximas elecciones.
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