Un cazador de pareidolias permanece siempre en alerta, pero los
de raza cuentan, además, con un sexto sentido.
¿Quién se fija en un montón de albaranes colgados de la pared mientras se toma
una copa?
Ahí es donde esa especial sensibilidad impulsa a intuir que hay una posible presa. El pareidólico necesita cambiar de posición con su acompañante para confirmar sus sospechas. Eso cuando el encargado de la barra ya está un poco mosca con esas extrañas fotos que le hacen pensar si pudiera tratarse de algún inspector de quien sabe qué. ¿Qué pueden estar interesados en captar de la pantalla de su caja registradora?
Hay que vencer la mirada inquisitiva y un tanto amedrentadora para completar la maniobra que permita confirmar la sospecha y plasmarla inmediatamente en una triunfal imagen. ¡Eureka! Sospecha confirmada: vean cuan espléndida pieza.
Hay que vencer la mirada inquisitiva y un tanto amedrentadora para completar la maniobra que permita confirmar la sospecha y plasmarla inmediatamente en una triunfal imagen. ¡Eureka! Sospecha confirmada: vean cuan espléndida pieza.
¿Quizá hay quien todavía no lo ve? Vamos con otra imagen, ya definitiva, porque solo han sido necesarias unas pocas explicaciones al mosqueado barman para poder
concluir con tranquilidad la toma de imágenes. Quede claro que, aun así, la caza de pareidolias conlleva sus riesgos.
Reproducimos la jugada en una secuencia encadenada.
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