Una de las reseñas de la presentación del libro titulado 'Eponimón' (ed. Ariel) en el que el filólogo
Javier Hoyo explica el origen de
casi dos millares de epónimos, ha dado pie a la resurrección de una veterana falacia. La que no ha dudado en recoger acríticamente el diario El
Comercio en su cerrada pugna con La
Nueva España por encontrar la conexión astur de las noticias. A continuación pueden verla con la confusión adicional, en el más puro no dar ni una, de la actividad de la compañía del sr. Pullman, que no eran la explotación de autobuses sino la construcción de coches ferroviarios:
Enlace a la noticia; se nos escapa por qué han tenido que ilustrarla con un bus mexicano |
“En cuanto a
inventores, el pullman, palabra con la que hoy escuchamos definir a autocares
de lujo, tuvo su origen (quién lo diría) en la creación de un español: Jorge
Martínez Pullman (1831-1897), que levantó el pueblo Pullman City en los
arrabales de Chicago para construir los vagones de tren que incluían dormitorio
o salón”
Tendremos que preguntar a D. Miguel cuales fueron sus fuentes, pero cabe destacar que no hizo asturiano al sr. Pullman, así que alguna información adicional tendrá el
autor de Eponimón. En todo caso algo
debería haber alertado a todos los pillados en este burdo error ese apellido tan impropio de un emigrante asturiano. Por
más que algunas gentes foráneas aterrizaran en Asturias al calor de desarrollo de la minería y la conexa siderometalurgica.
Pero la identidad del auténtico popularizador, que no creador, del llamado “coche
palacio” o coche cama ferroviario, el emprendedor George Mortimer Pullman (3 de marzo de 1831 - 19 de octubre de 1897), es bien conocida, así como el hecho de que nació en una pequeña localidad del
estado de Nueva York llamada Brocton.
De sus progenitores no se sabe gran cosa, salvo que su padre James Lewis Pullman era un granjero reconvertido
en carpintero de improbable raigambre astur. Así que la metedura de pata es
considerable.
Con todo, vamos a comprarnos el Eponimón porque trata un asunto
que nos complace. De ello dan fe las entradas que hemos dedicado al asunto, entre las cuales nos permitimos recomendarles la titulada “Los epónimos de origen literario".
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