En España, el caso más significativo de uso de una composición con el número de la camiseta, aunque con el guarismo ya en su propio papel y no en el de letra, es el CR7 de Cristiano Ronaldo que es marca registrada.
En esto, ni siquiera es requisito que el número de camiseta sea el propio, como curiosamente ocurre en la marca EA7 en la que Emporio Armani vinculó sus iniciales con el dorsal que lucía en el A.C. Milan su admirado futbolista Andriy Shevchenko.
Algunos ejemplos más de ese tipo de identificadores, estos procedentes de la NBA, son los de las Nike Air CB34 lanzadas en 1995 en honor a Charles Barkley (con una última reedición en 2016) o la 'Personal Edition' (series para uso del jugador que normalmente no se comercializan) realizada para Chris Bosh con el identificador CB4.
Como aperitivo adjuntamos una colección de la NBA: Amar'e Stoudemire (1), Allen Iverson (3), Josh Howard (5), DeAndre Jordan (6), Joe Johnson (7), Brandon Roy (7), Deron Williams (8) y Dani Graner (33).
Este último invita a no olvidar que este tipo de marcas tiene un riesgo de obsolescencia cuando se produce un cambio de equipo (en Miami Heat jugó con el 6 porque el 23 estaba retirado en homenaje a Michael Jordan, ello pese a que este nunca jugó en ese equipo). Cierra la serie uno de los símbolos más difíciles de interpretar cual es el de Vince Carter (15). Por ahí andan revueltos la V la C el 1 y el 5.
Después de haber hecho tanto énfasis en la querencia de los deportistas por sus dorsales, y aunque no se trate de un numerónimo, casi nos parece obligado hacer una referencia a la marca 'Quinze' creada por el en Francia muy famoso jugador de rugby Serge Blanco.
Otra marca numérica propiedad de un estrella deportiva es Eleven de Venus Wiliams, pero la ausencia de dorsales en el deporte que le ha dado fama hace menos obvio su origen. Oficialmente es una forma de expresar 'mejor que 10'.
Añadimos un aquí muy poco conocido símbolo, que no nombre de marca, que muchos norteamericanos no tienen dificultad en asociar con un famoso jugador de hockey sobre hielo: este.
Epílogo con dos historias de amor a los dorsales
Un caso que ilustra bien la obsesión de algunos deportistas con el número de su camiseta es el del jugador de football americano Chad Javon Johnson.
En octubre del año 2006, que era el Hispanic Heritage Month, este jugador de ascendencia hispana nacido en Miami que entonces jugaba en el equipo Cincinnati Bengals con el número 85 anunció su deseo de cambiar su apellido por el de "Ocho Cinco". Algo que legalmente hizo dos años después ante las dificultades que le pusieron para lucir en su jersey ese “ocho cinco” a modo de nombre sin oficializarlo previamente.
Por obligaciones contractuales con Reebok el cambio no pudo aplicarse hasta el año siguiente. Y tras un frustrado intento posterior de lucir en su camiseta la denominación "Hachi Go" (ocho cinco en japonés), en el año 2012 volvió a cambiar legalmente su apellido por el original Johnson.
En las anteriores recopilaciones de monogramas hemos omitido el del jugador de baloncesto Tony Parker porque, en principio, es una mera combinación de sus iniciales. Pero hay quien es capaz de ver en las formas que sirven como P un reflejo del número 9 con que juega. Hay que echarle un poquito de imaginación. El caso es que ese dorsal escrito con todas sus letras en un diseño que tiene carácter de ambigrama (pemanece invariable al girarlo 180º) fue el que se tatuó en el cuello la actriz Eva Longoria tras casarse con ese jugador que correspondió aplicándose un entintado similar en su mano.
Afortunadamente, el láser hace maravillas porque la pareja se separó en 2011 tras algo más de tres años de matrimonio (la foto de la cicatriz es de octubre de 2012). Ya ven que las parejas de los deportistas también se contagian de esa pasión por los dorsales.
(1) Adenda 6/17: El décimo Roland Garros de Rafa Nadal dio pie a Marca a dar a ese numerónimo un significado diferente. L´Equipe, por su parte, optó por crear CHAMP10N.
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