sábado, 12 de mayo de 2018

Cosas de la lengua (19/2018)


Comenzamos con Alex Grijelmo el repaso de nuestras más recientes lecturas sobre el habla. El periodista-lingüista de El País tituló Indefinidos en peligro su 'La punta de la lengua' del pasado fin de semana. Un artículo en el que constata la disminución del uso de esos vocablos con los que las personas prudentes comunican su cautela intelectual. Nosotros vinculamos el fenómeno con el crecimiento de la ignorancia atrevida. La cada vez más practicada por quienes creen que una rápida consulta en internet ya les convierte en especialistas en lo que sea.

Volvemos al texto del periodista para reproducir su final: Frente a esta tendencia reductora, convendría no olvidar que las indefiniciones son a veces de lo más preciso, paradójicamente; porque reflejan fielmente nuestras dudas: el alma insegura del ser humano, que tantas veces queremos disimular.

Lo que vemos poco matizado es su consejo de que las informaciones periodísticas huyan de esos vocablos porque transmiten vaguedad. Y es que el afán por informar en directo, que la tecnología tanto ha facilitado, hace que cada vez sea más frecuente el manejo de apresurados datos que procede exponer con mucha cautela.

El propio Grijelmo se ocupó del lenguaje de la televisión en su necrológica José María Íñigo, el entretenimiento dignoY es que el bilbaíno fue, sin duda, un innovador con programas como Estudio abierto o Directísimo que tuvieron un éxito arrollador en los tiempos de la tele única.

No olvida el periodista, como también han hechos varios humoristas, aquel momento cumbre del 6 de septiembre de 1975, cuando Uri Geller logró que en las casas de los espectadores se doblasen las cucharas con solo acariciarlas. Íñigo, inolvidable protagonista de la historia de nuestra televisión.

Revista Caras y Caretas (3 de agosto de 1907)
Pasamos al  Laboratorio del lenguaje del Diario Médico que el pasado sábado publicó en su sección etiquetada  «El fabuloso circo de los nombres científicos» el artículo de Fernando A. Navarro El ácido angélico y la arcangelicina. Un texto dedicado a la planta denominada angélica a partir de la leyenda popular de que había sido un regalo del arcángel Gabriel a un ermitaño para que pudiera combatir con ella la peste negra que asoló repetidamente a Europa durante la Edad Media. Carlos Linneo asumió esa tradición cuando la asignó en su nomenclatura binominal el nombre científico de Angelica archangelica que convive con el de Archangelica officinalis propuesto poco después por Georg Hoffmann.

Añade el autor algunas referencias a principios activos aislados a partir de las semillas y la raíz, como el ácido angélico, sus angelatos (esto es, sales o ésteres del ácido angélico), así como la arcangelicina y la angelicina (o isopsoraleno).

Si el sonido es malo, se pierde credibilidad es una reseña de uno de esos estudios científicos de conclusiones bastante previsibles. Pero la ciencia no puede permitirse dejar de comprobar las intuiciones. En este caso que cuando se hace difícil procesar la información, esta se vuelve menos creíble.

Fernando A. Navarro reproduce en el apunte Pene y penicilina una columna  originalmente publicada en la revista Jano. Un texto que comienza repasando algunos de los muchos eufemismos utilizados para referirse al pene, para fijarse en que los romanos llamaban penis (del verbo pendēre, colgar) a la cola de los cuadrúpedos, de donde ese término pasó a ser utilizado, por analogía, para referirse al falo. Una metáfora popular que se ha convertido en un cultismo que ya únicamente conserva su sentido anatómico de ‘miembro viril’.


Cultivo de penicillium
Por su parecido con la cola de los animales, el diminutivo penicŭlus o penicillus (colita) pasó a ser aplicado, también en sentido metafórico, al pincel de los pintores. Y por analogía formal pasó a ser utilizado por los microbiólogos para denominar Penicillium a un género de hongos diminutos con ramificaciones en forma de pinceles. En uno de ellos es donde identificó Alexander Fleming la sustancia antibiótica a la que el 7 de marzo de 1929 dio el nombre de penicillin. ¡Menudo viaje lingüístico el de los colgajos latinos!

Lo último que hemos leído en el blog médico es Olor a pajuela, un artículo cuyo título hace referencia a la expresión antiguamente utilizada para describir el olor del azufre. Una comparación que da pie a José Ignacio de Arana a recordar otras, escasamente inteligibles, utilizadas en la enseñanza de la medicina. Entre ellas incluye el curioso caso del 'olor a jarabe de arce' que ha pasado a ser bastante conocido merced a la popularización de las tortitas preparadas al estilo norteamericano. Sobre otra de las citadas, vamos a realizar una confesión generacional reconociendo que conocemos el olor a masilla de vidriero.

Carolina Figueras se ocupó en el Martes neológico del verbo invisibilizar. El que es ampliamente utilizado para hacer referencia a los mecanismos culturales con los que los grupos hegemónicos ningunean a otros colectivos sociales. Una actitud que muchas veces forma parte de un mecanismo discriminatorio, entre los cuales el lenguaje es uno de los más importantes. De ahí nace el debate, particularmente presente en el discurso feminista, sobre la necesidad o no del lenguaje incluyente. El que, en palabras de la autora, 'reconozca el protagonismo y la agentividad de las mujeres'. Y en ese rebuscado sustantivo no diccionarizado nos hemos quedado atragantados. Así que quienes quieran saber más sobre las explicaciones de la profesora de la Universitat de Barcelona tendrán que hacer uso del enlace que hemos insertado.

La neología humorística aportó el miércoles, desde las páginas de La Nueva España, la Vespa Letiziae. Déjalo ya, Mortiner, que también nosotros no recalentamos en su momento, pero ya estamos a otras cosas (por más que no dejemos de ser conscientes de lo que hay). La noticia que inspiró la viñeta está aquí.


Pero, sin duda, el palabro de la semana ha sido el  aprovechategui utilizado por Rajoy en su agrio debate con RiveraAlsina lo achacaba en su monólogo del jueves en Onda Cero a ese permanente contacto con la gentes del PNV.

O sea, que Mariano se nos está orturkullizandoTomás Serrano, el jueves, y Ricardo, ayer viernes, no desaprovecharon la ocasión de llevar ese vasquismo a sus viñetas de política internacional.



Pasamos a Fundéu, cuya primera recomendación, publicada ya el martes, fue utilizar la expresión  reparación a las víctimas, mejor que 'reparación de las víctimas'. Siguió un recordatorio de que el verbo revertir es irregular y se conjuga como sentir. De modo que se dice revirtió o revirtieron, y no revertió o revertieron.

El jueves nos enseñaron la ortografía de eurofán, el término que designa a la persona que sigue con entusiasmo el Festival de Eurovisión: con tilde y en una sola palabra. Ese mismo día propusieron la expresión 'préstamo contingente' como alternativa al anglicismo stand-by loan. Un tipo de facilidad crediticia en la que el beneficiario se compromete a utilizar el dinero puesto a su disposición conforme a unos requisitos predeterminados que justifiquen la necesidad. El glosario del Fondo Monetario Internacional lo traduce con el larguísimo 'crédito en el marco de un acuerdo de derecho de giro'.

Y como colofón semanal, una advertencia de que la grafía recomendada para el nombre del volcán de Hawái que ha entrado en erupción es Kilauea, sin hache intercalada. Así que déjense de Kilahuea, que nos quejamos, pero en el fondo nos gusta complicarnos la vida intercalando haches.

No queremos dejar de hacer una mención al pedazo de repasito que le da Bernardo Díaz al buenismo más canalla en su artículo Los lobitos de Pablenín. Nos ha gustado particularmente el muy descriptivo 'mediadores internacionales al contado'. ¡Menudas formas hay de ganarse la vida!

Algunos interesantes inventos lingüísticos, amén de un sugerente argumento, encontrarán también en el muy recomendable artículo de Jorge Bustos 'Kafka entre las piernas'. Una distopía que ayuda a meditar (pero es requisito querer hacerlo; ese deseo no se entrega con el texto).

Finalizamos recomendándoles el valiente escrito Las puñetas de Cordelia de Manuel Conthe. El que le convierte a el mismo en una Cordelia al defender el coraje mostrado por el magistrado González en defensa de su independencia en el desempeño de la, a veces, muy ingrata función de ser juez. Una sociedad que valore la libertad lo que necesita es gente así.







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