Mucho verán publicado hoy sobre la decisión de rechazar la entrega de los prófugos catalanes tomada por la justicia belga (sección flamenca, no lo olviden). Pobre argumento ese del defecto de forma. Tan cogido por los pelos que, hasta para los legos en asuntos jurídicos, apunta un claro deseo de negar ayuda a la justicia española mojándose lo menos posible. Quien sabe si allanando el camino a un futuro procés en la región flamenca de ese fallido país que es el fruto de la revolucionaria secesión del sur de los Países Bajos consumada en 1830. A buenas horas anhelan algunos no haber permanecido en el más próspero y afín norte.
Es tema para la sociología analizar cuanto pueda obedecer la decisión tomada a la persistencia, ya sea consciente o subconsciente, de la leyenda negra y de los estereotipos de una España autoritaria y atrasada ¿Se acuerdan de la petición de datos sobre las condiciones de las cárceles españolas? No removieron mucho más el tema cuando quedó claro que el que iba aquedar en evidencia era el envejecido sistema penitenciario belga.
En todo caso, ¡menuda nos armó a lo españoles el cafre del tercer Duque de Alba con la ignominiosa decapitación de los condes Egmont y Horn, etc, etc...!

Sin embargo, es injusto olvidar que Bélgica fue el primer país en extraditar etarras, un camino que abrió en julio de 1984 con Joseba Artexe y Gaizka Ormaza. Y un hecho que hay quien interpreta como el empujoncito que necesitaba Francia para comenzar a hacer lo propio poco tiempo después (más sobre eso). Curiosamente, la posterior absolución de lo extraditados por falta de pruebas sentó bastante mal en la justicia belga que pasó a frenar algunos de los procesos subsiguientes. Ya se ve que por aquellas nubladas tierras unos días se levantan más partidarios del garantismo que otros.

No tardó en ser reclamado por su país, puesto que había sido condenado a la pena de muerte en un consejo de guerra sumarísimo celebrado 'en ausencia' el 29 de diciembre de 1944. Pero en el curso de un no del todo bien conocido proceso en el que las grandes potencias se pusieron de perfil, evitó seguir la suerte de Pierre Laval que fue entregado a Francia donde sería fusilado.
Degrelle acabó siendo expulsado 'nominalmente' de España en una farsa que propició una inexplicada 'desaparición'. Enlazamos (esta vez en la hemeroteca de La Vanguardia) la Nota emitida el 30/8/45 por el Gobierno de Franco en la que no faltan pintorescas referencias a la 'tradicional hidalguía española' y a la falta de una 'claúsula humanitaria' con garantías del gobierno belga de no ejecutar al reo. Cosas que todavía podrían escocer, máxime viniendo de donde venían.
Hacemos un breve inciso para comentar que no sabemos de donde saca el artículo español de la Wikipedia que 'El 21 de agosto de

En 1954 Degrelle recibió la nacionalidad española con el nombre de José León Ramírez Reina. Un hecho que frustró definitivamente los repetidos intentos belgas de conseguir su extradición que aún se prolongaron hasta 1983.
A la vista de la enorme contrariedad que ese rechazo produjo en su país de origen, quizá compartan nuestra tesis de que este nazi fallecido en 1994 cuando residía en la soleada Benalmádena podría haber prestado ahora un último servicio a sus modernos afines. Esos políticos cuyo ideario muestra cada vez más claras concomitancias con los neofascismos (1).

¡Lo que hay que idear para que se pueda leer una viñeta en el idioma de los bestias en el fuertemente subvencionado El Punt Avui!
(1) aparte del ideario supremacista hay otras claras analogías, aunque ciertamente adaptadas a nuestro tiempo:
- formación de milicias = CDR
- uniformidad identificadora públicamente = lazo + prendas amarillas
- órganos de gobierno espurios = Consell de la República
- anticapitalismo = faceta subcontratada, de momento, a la CUP; previsible fuente de futuras desavenencias
- caudillaje = Puigdemont
- historicismo basado en un relato distorsionado
- poderosa maquinaria de propaganda = TV3 + numerosos otros medios cuya supervivencia depende de las subvenciones
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