sábado, 27 de julio de 2024

Lenguaje de la semana 30/2024

 

A falta de lecturas recientes que nos animemos a recomendar en el Centro Virtual Cervantes, comenzamos por enlazar la colección de citas que Jorge Esteban Casas, editor de Cosnautas, reúne en «La traducción es como una caja de bombones». Y como no aparece íntegra la del capítulo LXII de la segunda parte del Quijote, enlazamos el antiguo Trujamán «La traducción según don Quijote», tiempos menos dados a melancolía en esa sección, en que la encotrarán completa quines no se animen a leer / releer al capítulo cervatino que hemos enlazado.

Breve e interesante es el «Viaje al corazón de las palabras» que Fernando A. Navarro título con idiomática envidia Stroke, porque lo que analiza es la falta de una palabra que en español tenga tan amplio reconocimiento para denominar lo que antaño se denominaba apoplejía y la clase médica vacila ahora en llamar ictus o ACV (accidente cerebrovascular).

Pasamos a Fundéu, que ha preparado unas extensas claves de redacción sobre la Olimpiada de París con diarios suplementos por deportes. Las recomendaciones más generales invitan a reparar en la trampa de nuestra lengua resultante de que los números ordinales que se escriben en más de una palabra presentan concordancia de género y número en todos los componentes. Así es que los Juegos Olímpicos de París son los trigésimos terceros, pero también los trigesimoterceros. 

Comenzamos el recorrido humorístico con la neológica ipecéfobia [sicnosotros no la acentuaríamos] de Santy Gutiérrez y el paronímico acrónimo  P.E.N.A. acuñado por Padylla.

JMª Nieto enseñaba el jueves a pronunciar el nombre de origen sánscrito de Kamala Harris que quiere decir loto y también rojo pálido, además de ser nombre de la diosa hindú Laksmí  representada sentada en un loto que es símbolo de pureza. Y es que la madre de la candidata del Partido Demócrata, Shyamala Gopalan, fue una científica especialista en cáncer de mama que emigró a los Estados Unidos en 1960 desde su natal Chennai, ciudad antiguamente conocida como Madrás, que es la capital del sureño estado indio Tamil Nadu. Sigue el singular techo de cristal con pegote imaginado por David Rowe que intentará romper Kamala.

Antes del relevo de Biden, JL Martín planetaba las elecciones estadonidenses como jugarse el futuro a cruz o cruz. Lamentablemente, demasiados comicios son así. Sigue la ironía de hoy de JM Nieto sobre el afectado lenguaje de la política.

Miki y Duarte enseñaban el jueves un poquito de árabe a sus lectores al incluir en su tira la palabra سلعة que, como bien explican, significa mercancía.

Padylla jugó  con "pasar olímpicamente" en su viñeta también de temática migratoria. Una expresión relativamente moderna, la hemeroteca de Abc la registra por primera vez en 1981, que está basada en la hoy poco utilizada 5ª acepción de olímpico - altanero, soberbio - que el Diccionario de la Real Academia Española recoge desde 1925.

Pablo García planteaba el jueves un revoltijo silábico sobre la regeneración democrática que pretende liderar el amoral personaje que no ve nada reprochable en la inaceptable, más allá de que llegue a tener reproche penal, conducta de su esposa. ¿Se sabe ya quién es, y quién paga, esa secretaria que llama a rectores de su parte? Sigue un delicioso, por lo disparatado, equívoco de Tom Gauld en la revista New Scientist.


Riki Blanco sumaba el domingo su segunda aportación a nuestro recopilatorio de Juegos con globos de texto, mientras que la que sigue de Eneko, publicada en su libro ‘Libertad’ (siglo veintiuno editores) [enlace a la presentación del diario Público], es la quinta pieza del dibujate venezolano de origen vasco que añadimos a esa colección.

Un simbolismo que se veía venir era la aplicación a Biden del concepto de pato cojo. Ramirez se encargó ayer con una paroda de excelente factura del sello presidencial que recintemente tratamos en el apunte Senil Joe.


En relación con el lenguaje dibujado, Sánchez se andaba por las ramas en la tira de Gallego y Rey del lunes que es secuela de la enchufista pieza publicada dos días antes en El Mundo.


Napi apoyaba su visión de los vuelos low cost en la expresión como sardinas en lata que es industrializada evolución de como sardinas en banasta. El primer registro de la primera que encontramos en la magnífica hemeroteca de Abc es del 15/9/1942, mientras que en el caso de la segunda la primera utilización está en la revista Blanco y Negro del 1/9/1894. Y la útima vez que encontramos la canastera formulación es en el Abc del 16/3/1974.


El lunes colveremos sobre la viñeta de Puebla escenificada en ¿...? [pista: norte peninsular] que hoy nos interesa por la adaptación que hace de la famosa paremia Dime con quién andas, y te diré quién eres que es uno de lo refranes que más alteraciones formales sufre, particularmente en la primera clásula (enlace al refranero multilingüe del CVC que recoge unas cuantas versiones). La formulación recogida por Cervantes en el Quijote es «Dime con quién andas, decirte he quién eres» (2ª parte, capítulo X)

Sigue la viñeta de García Morán que transcribe la fábula Las Moscas de Félix María Samaniego junto con un par de paremias. Un dibujo que entendemos pedía alguna mosca.

Malagón se marcó el martes en 20 minutos un juego fonético en inglés. Un idioma en el que es bastante populara la expresión a week is a long time in politics atribuida a Harold Wilson que se cree que la utilizó por primera vez en 1964 durante la crisis de la libra esterlina, aunque el mismo no fue capaz de precisarlo cuando fue preguntado por ello tras su retirada.

 Un antecedente es la frase del político liberal Joseph Chamberlain que en 1886 dijo: ‘In politics, there is no use in looking beyond the next fortnight’ (En política no tiene sentido mirar más allá de la próxima quincena).

David Parkins puso en boca de Joe Biden la célebre versión de Wilson en un dibujo que acompañamos con una viñeta de Gary Barker de 2015  y una tira de la serie The Politician del dibujante neozelandés David Fletcher.


La viñeta publicada en el diario The Times el 13 de julio de presenta a la canciller alemana  Angela Merkel y al primer ministro griego Alexei Tsipras durante la crisis financiera de Grecia, cuando el rechazo en referédum de las medidas de austeridad reclamadas por la UE acabó por provocar una salida de la crisis bastante más dura que la inicialmente planteada. 


Hace dos semanas ya tratamos la frase de Casto Méndez Núñez  (1824-1869), almirante en la Guerra Hispano-Sudamericana de 1865-1866, «Más vale honra sin barcos, que barcos sin honra» (más detalles). Y el miércoles fue Peridis quien la puso en boca del presidente del gobierno dirigida a Pere Aragonès

Metidos en frases célebres, no podemos dejar de apuntar la sonrojante sorpresa que nos ha producido ver en The New Yorker atribuído a Alejandro Magno (enlace tuit; adviértase que no es Gangosian quien los hace) el famoso El imperio donde nunca se pone el sol que obviamente el del macedonio no fue. 

Y no menos sonrojante es la calidad de demsiados textos legislativos. Ya no es que el Acuerdo de 18 de julio de 2024, de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, por el que se declara Lugar de Memoria Democrática el "Monumento a Torrijos", en Málaga, ascienda al generalato a Daoíz y Velarde o que erratas como el Dique de Angulema revelen falta de supervisión de los textos que se publican. Con ser cierto que José María Torrijos participa en los acontecimientos del 2 de mayo en Madrid y está en cuartel de Monteleón junto a Daoiz y Velarde, resulta una ironía describir su intensa participación en la Guerra de Indpendencia como el auxilio de los dos oficiales caídos ese primer día del levantamiento en que el mismo fue hecho prisionero por los franceses y salvó su vida gracias a la intervención del ayudante de campo del mariscal Murat, Borely. De momento, no hemos visto publicada ninguna corrección del texto.

No falta alguna mención a la Guerra de Independencia en el artículo Francia nos hace españoles que hoy publica Lola Pons en El País. Nuestro anexo de esta jornada en que Álex Grijelmo está de vacaciones. 

En el apartado musical, Aragonès y Pradales entonan hoy en la viñeta de Antón la canción del argentino Alberto Castillo “ Todos queremos más” (escucharletra) que se hizo muy popular en los años cincuenta del siglo pasado. 

El que está muy deslucido esta semana es el apartado literario en el que solo contamos con la referencia Pinocho  (en iconografía Disney) de la viñeta de Riki Blanco de hoy. Aplique cada quien las comillas cuando crea que proceda.

Concluimos con un enlace a Los espejos cóncavos publicado por Sergio Ramírez en El País del pasado domingo.










Coda olímpica:
Google dedica hoy su doodle al skateboarding. Lo acompañamos con el pictograma del nuevo deporte olímpico y la imagen de la mascota Phryge practicándolo


 






Anexo

Francia nos hace españoles

Lola Pons Rodríguez (El País 27/7/24)

En las relaciones con nuestros vecinos, España ha dirigido su indiferencia hacia Portugal y su antipatía hacia los franceses


En México un gabacho es un estadounidense blanco. En España son gabachos todos los franceses. Y en Aragón, desde que lucharon contra ellos en la Guerra de la Independencia y los derrotaron por la vía de la tunda, ser un gabacho es ser cobarde. Es solo una muestra de los muchos adjetivos con los que desde un lado de la frontera se denigra al lado opuesto. Normal que la Virgen del Pilar dijera que no quería ser francesa.

Los gentilicios suelen salir de los propios grupos a los que dan nombre, pero también hay adjetivos de vinculación geográfica que provienen de una etiqueta concedida ajenamente. La palabra español, por ejemplo, es francesa. Fueron nuestros vecinos del otro lado de los Pirineos los que nos empezaron a llamar así: el gentilicio español no es castellano sino provenzal, venido de una forma latina tardía, hispaniolus, que toma el punto de partida de la Hispania romana para añadir un sufijo olus que es escaso en las lenguas de la península y que, por eso, avisa de su carácter foráneo.

A cambio del neutro adjetivo español, los españoles les concedimos a los franceses, al menos desde el siglo XVI, el apelativo de gabachos. En puridad, le dimos un significado nuevo a una palabra despectiva que ya se usaba entre nuestros vecinos: en occitano, lengua del sur de Francia, gavach era el nombre que se daba a los montañeses, tenidos por palurdos. El adjetivo fue sacado de la palabra que daba nombre al buche de las aves: muchos de esos montañeses estaban desfigurados por la falta de yodo en su zona, que les provocaba la hinchazón del cuello propia de la enfermedad del bocio.

En las relaciones con nuestros países adyacentes, España ha dirigido su indiferencia hacia Portugal y su antipatía hacia Francia. La rivalidad histórica ha ido renovando su argumentario de reproches: en el siglo XIX se levantaba sobre el hecho no menor de que los franceses nos habían invadido el país; hoy, cuando apenas recordamos de esa Guerra de la Independencia más que el “pase misí, pase misá” que cantábamos de críos en las plazas (sin saber que nos estábamos burlando del passe, monsieur de la soldadesca francesa), los españoles traen a colación afrentas infames o ridículas: que si nos tiran un camión lleno de fruta, que si nos dan solo two points en Eurovisión... La francofobia no es exclusivamente hispánica: diré en nuestro descargo que los ingleses siguen dolidos todavía por la derrota a manos normandas en Hastings y que cuando los estadounidenses se enfadan con las decisiones geopolíticas de Francia, sacan a relucir que lo de Normandía tuvieron que hacerlo por la falta de arresto galo.

Pero a Francia lo que es de Francia: el país que se presentaba ayer henchido ante el mundo es el Estado que, antes de que saltasen sus deportistas al suelo de los estadios, ya llevaba siglos apuntándose victorias y colándonos goles colosales a los europeos y al mundo. Francia es el país que nos ha convencido de la existencia de la francofonía, una comunidad supranacional basada en el uso de la lengua francesa en territorios excoloniales que se ha gestionado sin complejos, con presupuesto ingente y eficacia diplomática. Francia es el Estado republicano que nos trajo a España las tres flores de lis de los Borbones; el francés es la lengua que nos enseñó los adjetivos naif pitiminí y que nos hizo tildar como agudos los apelativos papá, mamá, que en nuestras casas, hasta el siglo XVIII, no fueron otra cosa que los castizos y llanos papa y mama. Francia muestra la perfecta compatibilidad de ser el país que ha exportado el cartesianismo junto con la vaga expresión je ne sais quoi, ambos convertidos en una identidad que postula el orden sin molestarse en detallarlo, como harían los alemanes. La grandeur de la France se sostiene sobre estereotipos que pueden sernos indigestos pero que los hacen ganadores.

No conviene olvidar, por otro lado, que casi todo lo que pasa en Europa empieza ocurriendo en Francia. El país por el que ayer paseaba la antorcha olímpica es la nación donde han comenzado todos los retos europeos: el Estado que inventó la palabra élite es el mismo que puso en circulación la voz comuna. Francesa fue la sociedad que vio nacer la gauche-divine y que acuñó el lema soñado de una Europa que destruía el Antiguo Régimen en busca de egalité y fraternité, y franceses fueron los votantes que aprovecharon la liberté para hacer que la ultraderecha fuera avanzando en votos y en conexión discursiva con el electorado. Francia muestra también las contradicciones de la inclusión: eran franceses quienes desarrollaron el Braille y el implante coclear que ayudan a la inclusión de personas ciegas y sordas, respectivamente, y franceses son los que nos han hecho conocer el significado segregador de la vida en la banlieue y el racismo que implica la expresión pied-noir.

Sospecho que a este lado de los Pirineos vamos a celebrar todas y cada una de las derrotas que sufran los anfitriones en sus Juegos Olímpicos. Que fueran los franceses quienes nos hicieron españoles por la vía del gentilicio nos da derecho a contestar al “Allons, enfants de la patrie” con la coplilla aquella de “Con las bombas que tiran los fanfarrones, se hacen las gaditanas tirabuzones”. Al fin y al cabo, no hay nada más español y vernáculo que enfadarse por deberle algo a Francia.





viernes, 26 de julio de 2024

Portadas olímpicas en The New Yorker [edición 2024]

 

Nos parece llegado el momento de rehacer el bastante retocado  apunte de 2016 dedicado a las portadas olímpicas de la revista The New Yorker. Y esta vez proponemos un recorrido con la cronología natural que entendemos resulta más amigable que la inversa que utilizamos entonces. 

Comenzamos, por tanto, con la portada de Constantin Alajalov  publicada con motivo de los Juegos de invierno de Lake Placid de 1932. Y si no fuera por la mención junto a la firma, difícilmente cabría identificar esa ilustración con una Olimpiada. De hecho, no cabe sino considerarla una mera referencia a la sede de esos Juegos y no al evento en sí. 


Proseguimos con otra ilustración del mismo autor dedicada a los  Juegos olímpicos de Los Ángeles de 1932. Si les sorprende el protagonismo dado a algunas banderas, como es el llamativo caso de la muy visible finlandesa, echen un vistazo al medallero de la  Olimpiada precedente, que fue la de Ámsterdam. ¡Cómo han cambiado las cosas del deporte!

  

Imaginamos que les cueste reconocer la bandera de Canadá, país cuyo enseña actual no fue adoptada hasta el año 1965.

Vamos con una genialidad, la difícilmente superable ironía de  Constantin Alajalov de convertir en ganador de la prueba reina del atletismo en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 a un corredor de inequívocos rasgos judíos. Si hubiera puesto un negro habría convertido la escena en una premonición de lo que conseguiría Jesse Owens, pero lo cierto es que en aquella Alemania apenas había personas de raza negra a las que perseguir y sí un buen número de judíos que ya eran acosados en esas fechas. El mundo ni se imaginaba todavía la barbarie que vendría después.


Entre la Segunda Guerra Mundial y las omisiones de los editores, se produjo un lapso de veinte años sin portada olímpica. En noviembre de 1956 fue Robert Day quien recurrió a un tópico canguro para asociar la atlética escena de salto de vallas representada con la austral sede de los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956.


Anatol Kovarsy inspiró en la cerámica ática de figuras negras su portada muy clasicista de los Juegos Olímpicos de Roma 1960. Adviértase la presencia de la bandera española junto al saltador de pértiga, aunque sea en decolorada versión.


El propio ilustrador rusoamericano se encargó de la portada de los Juegos Olímpicos de Tokyo 1964 que es la primera de la colección en que aparece la emblemática llama olímpica.


Los Juegos Olímpicos de México 1968 fueron recibido con una interesante adaptación, obra del propio Anatol Kovarsy, del habitualmente conocido como calendario azteca cuya auténtica denominación es la Piedra del Sol.


Seis olimpiadas se saltó después la revista neoyorquina, incluida Barcelona 92 y también, muy sorprendentemente, Los Ángeles 84. Hay rivalidades que van de costa a costa. Ni siquiera los luctuosos acontecimientos de Munich 72 llegaron a una cubierta en una época en que la prensa americana miraba menos que ahora al exterior. Y tampoco el vecino Canadá obtuvo una tapa con motivo de Montreal 76. La negativa racha se cortó en los Juegos Olímpicos de Nagano 1998, que fueron los primeros de invierno que, en propiedad, tuvieron una portada. Una pieza que Mark Ulrikssen inspiró en el patinaje artístico.

 

De vuelta a los Juegos de verano, los editores neoyorquinos se saltaron Sidney 2000, pero sí que hubo portada para la Juegos Olímpicos de Atlanta 96 celebrados en suelo patrio. Desconocemos la acogida que tuvo entre los habitantes del sur de Estados Unidos  verse representados por tan poco glamuroso relevista final en la ilustración de William Joyce. Recuérdede que el "Howdy" escrito en la banda es una contracción de "How do you do?", fórmula de uso habitual como saludo en el medio rural de esa zona del país. Y adviértase la interesante colocación de la firma del artista.


Los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002 se celebraron en Salt Lake City. Y tratándose nuevamente de una sede nacional, no podía faltar una portada que Mark Ulrikssen focalizó en la preocupación sobre la seguridad del evento celebrado pocos meses después del 11-S. 


Una entera pieza de cerámica ática, esta de figuras rojas, llevó  Christopher Niemann a la portada de los Juego Olímpicos de Atenas 2004 que enfatiza la enorme vinculación entre los Juegos y la televisión. No pasen por alto la mimetización de la firma en el pie de la vasija.


No hubo portada para Beijing 2008, pero sí para los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en que Frank Viva se basó en las características figuras de la cerámica clásica griega que ya se habían visto en la portada de Anatol Kovarsy para los Juegos de Roma de 1960.


En los Juegos Olímpicos de Sochi 2014 Barry Blitt intuyó un gran protagonismo de Putin en la previsible exaltación del régimen ruso. Y bien que la sufrió la patinadora coreana Yuna Kim que, a pesar de realizar unos ejercicios que rozaron la perfección, se vio superada por la rusa Adelina SotnikovaAsí que acertó el ilustrador con la composición del jurado, si no en efigie, claramente en su forma de comportarse.

 

No estuvieron los responsables de la revista muy elegantes con los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Y es que la humorística ilustración de Mark Ulriksen puso el foco en un desgraciado problema de salud pública como fue el brote del virus del zika transmitido por los mosquitos.



Advertirán que Ulriksen ya daba por ganador de los 100 m lisos a Usain Bolt mientras que al estadounidense Gatlin no se le adivina en la imagen, aunque cierto es que lo representado podría ser una serie clasificatoria.

Nuevamente fue Mark Ulriksen el encargado de la siguiente portada olímpica, la de los Juegos de Invierno de Pieonchang 2018. en que evocó la separación de las dos Coreas con la segunda portada inspirada en los saltos de trampolínque aporta a esta coleccción.


Después de dos citas olímpicas sin portada, Tokio 2020 y la de invierno de Beijing 2022, los Juegos Olímpicos de París 2024 han sido el tema de la  tercera tapa de este mes de julio:  “Monsieur Hulot’s Olympics” de Paul Rogers. Una deliciosa visión sobre cómo llevaría la antorcha olímpica el singular  Monsieur Hulot del director de cine Jacques Tati, un personaje que el mismo interpretaba. Adjuntamos la imagen de la película 'Mon Oncle' (Mi tío, 1958) que inspira la olímpica ilustración. 





Concluimos con un cuadro resumen


Juegos de invierno

  
 



Juegos de verano