sábado, 25 de enero de 2025

Lenguaje de la semana 4/2025

 

El artículo Quíntuple epidemia en España: ¿quintudemia? que Fernando A. Navarro ha publicado en el Diario Médico (accesible con un mero registro gratuito [1]) aborda con docta propiedad el análisis del neologismo que tocamos bastante de pasada en la sabatina precedente. Muy recomendable.

El palabro que parece que no ha prendido es la "tecnocasta" utilizada por Pedro Sánchez que, lo que es en el humor gráfico, solo hemos visto en una viñeta de Ramón

Si de verdad se hubiera querido hacer ver que está al día de las tendencias lingüísticas, sus [numerosísimos] asesores podrían haberle recomendado el uso de "broligarchs", que es la palabra derivada de tech bro (despectiva denominación de los ejecutivos tecnológicos, donde bro es brother de una fraternidada universitaria; más detalles) que ha irrumpido con fuerza en el inglés.

El dibujante belga Nicolas Vadot precisamente dedicó una viñeta a esa tecnocasta. Un dibujo que incluye (desde arriba, en el sentido de las agujas del reloj) a Peter Thiel (PayPal), Tim Cook (Apple), Jeff Bezos (Amazon), Larry Ellison (Oracle),  Sam Altman (Open AI), Ellon Musk (X), Mark Zuckerberg (Meta [Facebook]),  Sundar Pichai (Alphabet [Google]) y Masayoshi Son (SofBank) que preside el multimillonario proyecto Stargate.

Cambianos de asunto. Mala señal será que el sintagma decreto ómnibus acabe por ser acogido en el Diccionario porque será señal de persistencia de una inaceptable técnica legislativa que el Tribunal Constitucional debería reprochar con firmeza. Lo que nos preguntamos es si es una expresión llegada de Argentina, porque de ese país procede el primer ejemplo de uso que hemos encontrado en Abc (7/3/1990). Y luego no vuelve a aprecer en ese diario hasta el año 2016.

Buen momento para recordar que la palabra ómnibus proviene del latín omnis, que significa "todo", y bus, que es el sufijo del dativo plural (complemento indirecto),  por tanto significa "para todos". Por ello se aplicó para dar nombre a los medios de transporte público para "todas las personas", es decir, de uso colectivo (la definición con que entró en el Drae en 1884 es Carruaje público de gran capacidad, arrastrado por caballerías, que sirve para transportar personas, generalmente dentro de las poblaciones, por precio módico). El DLE recoge específicamente el sintagma tren ómnibus, que es el que lleva vagones de todas clases y para en todas las estaciones. Peridis hizo uso ayer de esa ferroviaria denominación mientras que Tomás Serrano aplicó el miércoles la utilizada en transporte por carretera. Posteriormente hemos visto unas cuantas más que les mostraremos en el apunte de mañana. 

Pasamos a El PaísTenemos que reconocer que lo que más nos ha llamado la atención de La punta de la Lengua ‘E-mail’ y la pobreza de vocabulario publicada esta semana por Álex Grijelmo es la ilustración con una foto de Alberto González Amador. Por mucho que ciertamente sean los correos cruzados por los involucrados en su tributario caso los que suscitan la reflexión que Grijelmo adereza con una historia del vocablo correo, nos parece toda una lopaisada. Como de costumbre, encontrarán el artícilo íntegro en el anexo al apunte. Y nuestra personal impresión es que email se usó mucho más de lo que se usa, luego vamos bien.

No nos animamos a recomendar publicaciones de esta semana del Centro Virtual Cervantes, así que pasamos a Fundéu donde nos han parecido particularmente interesantes las claves de redacción sobre Fitur que incluyen unas cuantas alternativas a pujantes anglicismos.

La viñeta de Xaquín Marín en La Voz de Galicia del jueves nos ha evocado pasadas andanzas gallegas en que aprendimos que rabuda es allí una persona irascible o con mal genio. 

Los brics en que Trump encuadró a España suscitaron a JM Nieto un cantabrics que le dio la ocasión de dibujar una bonita panorámica costera. Álvaro jugó con el significado de envase de cartón que en español tiene el homófono brik. ¿Qué tal ven esa viñeta con un mero "¡Y tanto!" en el segundo globo de texto? Puebla aporta un diseño del 'tetaribric' (tetrabrik en el DLE) gobierno de España y Javi Salado completa este bloque con un desolador augurio sobre el uso que va a dar Trump al brik España.

Más redonda le quedó a Nick Anderson su dilogía con ICE que, como es bien sabido, significa hielo en inglés, pero también es la sigla de Immigration and Customs Enforcement, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos.


El dúo Antón hace uso hoy, en relación con la polémica por la subida de las pensiones, del práctico generador de equívocos que es la homofonía entre votar y botar. 

Más por inferencia que por conocimiento previo de la palabra darán sentido los lectores a la viñeta de Ann Telnaes con una referencia a las Sturmabteilung que significa secciones de asalto, más conocidas como «SA» o «camisas pardas», por el color de su uniforme, que fueron la milicia de volunrtarios vinculada al Partido Nazi.


El suizo Gérald Herrmann presentó a Trump como un elefante entrando en una cacharrerría, recurden que el terror de ese tipo de comercios es en inglés el toro, una opción que chafa las asociaciones con el elefante republicano, y Peter Kuper optó por combinar el paquidémico símbolo en papel del elefante en la habitación con el cuento La serpiente que se tragó el elefante con que comienza El Principito.


En el apunte del jueves ya vimos que Vergara sometió el gesto de Elon Musk al Test del pato [2] que aplica ventajistamente con trucado marco de Lakoff. Sigue la expresión no dejar títere con cabeza  dibujada por Ángel Idígoras.

Kiko da Silva coló una morcilla en la cita de la obra La Madre (1930) de Bertolt Brecht (no confundir con Madre coraje) que dedicó al expresidente de Uruguay  José Mujica: “Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay otros que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos pero los hay que luchan toda la vida, [inserción] esos son los imprescindibles.” 

Y una cita del Quijote incluyó Peridis en su viñeta del domingo, concretamente del Capítulo XVI de la Segunda Parte, De lo que sucedió a don Quijote con un discreto caballero de la Mancha. La contextualizamos un poco:

Salí de mi patria, empeñé mi hacienda, dejé mi regalo y entreguéme en los brazos de la fortuna, que me llevasen donde más fuese servida. Quise resucitar la ya muerta andante caballería, y ha muchos días que tropezando aquí, cayendo allí, despeñándome acá y levantándome acullá, he cumplido gran parte de mi deseo, socorriendo viudas, amparando doncellas y favoreciendo casadas, huérfanos y pupilos, propio y natural oficio de caballeros andantes; y así, por mis valerosas, muchas y cristianas hazañas, he merecido andar ya en estampa en casi todas o las más naciones del mundo: treinta mil volúmenes se han impreso de mi historia, y lleva camino de imprimirse treinta mil veces de millares, si el cielo no lo remedia.


Pocas veces se ve, como hizo el propio domingo Bernardo Erlich en el diario bonaerense Clarín, transcribir más allá del "he ahí el dilema" el famoso monólogo de la escena primera del acto tercero de Hamlet (texto completo).

Pasamos a los cuentos para proseguir con la Blancanieves que lidia con una sobreocupación de enanitos en la tira de Miki y Duarte y el genio de la lámpara de García Morán. Vergara completa este bloque con su segunda aportación a nuestro recopilatorio Humor inspirado en 'El dinosaurio' de Monterroso.


El dibujante jordano Osama Hajjaj aporta un Trump de Troya y Morten Morland una viñeta sobre la reiteradamente pospuesta ampliación del aeropuerto de Heathrow con un expresivo juego de sustitución con uno de los grandes simbolismos del ciclo artúrico, la espada Excalibur que convirtió a Arturo Pendragon en rey de Inglaterra cuando la extrajo de la roca en la que estaba incrustada. 

Concluimos con la viñeta sobre el perro del escritor que hoy publica Tom Gauld en The Guardian.





PS - El apunte de hoy carecía de apartado musical y después de publicarlo hemos visto que la viñeta del fin de semana de Vadot en el diario belga L'Echo esta inspirada en la canción de REM Everybody hurts.







[1] Por esta vez vamos a ahorrarle el registro a quienes anden aperezados

Fernando Navarro  | Dudas razonables

Quíntuple epidemia en España: ¿quintudemia?


Un invierno más, los virus patógenos han llevado a muchos hospitales españoles al borde del colapso. No solo por la tradicional epidemia gripal que flagela España cada año por estas fechas, sino por una combinación de cinco tipos de virus que están circulando a la vez: virus de la gripe, norovirus, rinovirus, virus respiratorio sincitial (o sincicial) y una nueva variante, menos virulenta, del SARS-CoV-2 o virus de la covid­19.

Muchos médicos, y la prensa con ellos, han empezado a usar, para referirse a esta quíntuple epidemia, el neologismo *quintudemia*. Se habrán fijado en que lo escribo entre asteriscos; y lo hago así por considerarlo poco respetuoso con las reglas tradicionales de formación de términos médicos.

Las normas clásicas de la neología piden el recurso a los prefijos numéricos latinos (uni-, bi-, tri-, cuadr[i]-, quint[i]- ... multi-) para formar compuestos con raíces de origen latino, y a los prefijos numéricos griegos (mono-, di-, tri-, tetra-, penta- ... poli-) para formar compuestos con raíces de origen griego. A partir de cellula, por ejemplo, que es vocablo latino, decimos «unicelular, bicelular ... multicelular» (y a nadie medianamente culto se le ocurriría formar híbridos como *dicelular* o *policelular*). Con sáccharon, en cambio, que es griego, hemos formado «monosacárido, disacárido ... polisacárido» (y nadie osaría escribir *bisacárido* o *multisacárido*). Por eso nos suenan bien tanto «gemelos monocigóticos o univitelinos» como «gemelos dicigóticos o bivitelinos», pero nos sonaría a rayos si oyésemos a alguien decir *gemelos unicigóticos o monovitelinos* y *gemelos bicigóticos o divitelinos*.

Eso dice la neología clásica, ciertamente, pero luego el uso se ha encargado de imponer en la práctica híbridos de lo más chocante. No es raro encontrar médicos que usan numerales griegos donde deberían ir los latinos (y escriben, por ejemplo, *vacuna monovalente* en lugar de ‘vacuna univalente’), o usan numerales latinos donde deberían ir los griegos (y llaman *cuadripléjico*, en lugar de ‘tetrapléjico’, al paciente con parálisis de las cuatro extremidades). O que mezclan numerales al buen tuntún, según les suena, y vemos así en los textos de farmacocinética ‘modelo monocompartimental’ (griego+latín, mal) junto a ‘modelo bicompartimental’ (latín+latín, bien); o, en los textos de traumatología, referido a un hueso, ‘perforación monocortical’ (griego+latín, mal) junto a ‘perforación bicortical’ (latín+latín, bien).

¿Cómo deberíamos llamar, según eso, a la quíntuple epidemia que viene azotando España desde la vuelta de las Navidades? Lo ortodoxo, como digo, habría sido usar el prefijo numérico griego correspondiente, en lugar de latino: pentaepidemia, pues; o también pentademia, si damos por bueno el acortamiento que introdujo el antropólogo médico Merrill Singer en 1992, cuando acuñó el neologismo syndemic (sindemia) en referencia a una synergic epidemic o epidemia sinérgica; esto es, a la suma de dos o más epidemias concurrentes o secuenciales en una misma población.

Conviene tenerlo en cuenta para el futuro, pues todo apunta a que en años venideros quizá tengamos que habérnoslas con poliepidemias o polidemias de todo tipo (mejor que *multidemias*): hexaepidemias o hexademias (mejor que *sextidemias*), heptaepidemias o heptademias (mejor que *septidemias*), etcétera.



[2] Cartoonstock tiene una página sobre esa tipología de viñetas entre las cuales nos parecen destacables las de Speedbump de Dave Coverly. Las complementamos con un dibujo de Etta Hulme del enero de 1989 (más detalles).






Anexo

‘E-mail’ y la pobreza de vocabulario
Álex Grijelmo (El País, 22/1/25)

Lo que sucede ante nuestros ojos con la antiquísima palabra “correo” ejemplifica la reducción léxica de hoy

Las noticias sobre las comunicaciones entre los involucrados en el caso de Alberto González Amador han recuperado en boca de periodistas testigos un extranjerismo que hasta hace poco se evitaba en la prensa: e-mail mail, traducible como “e-correo” (que casi nadie usa), “correo electrónico” o simplemente “correo” (pues el contexto hace innecesario el adjetivo). ¿Hay alguna necesidad de este anglicismo? Ninguna. Ni siquiera el deseo de no repetir “correo”, porque en muchas ocasiones este término no se halla cerca y en otras aparece email como primera mención; y además siguen existiendo sinónimos o hiperónimos como “mensaje”, “texto”, “comunicación”… y todos los pronombres.

Bueno, sí; existe el motivo de siempre: sentirse más moderno y creer que se está nombrando algo nuevo.

El vocablo “correo” había resistido hasta ahora el paso de los siglos. Sin cambiar el significante, fue adoptando su significado a todos los sistemas de envío.

Su origen remoto se halla en el indoeuropeo kers, “correr”. Aquella raíz ancestral derivaría milenios más tarde en el verbo latino currere. A partir de ese infinitivo y de su presente curro tenemos hoy “correr”, y “corredor”, y “correría”… y “correo”; y también “currículo”: una carrerita. Y por el otro lado, a partir de su participio cursum nacieron nuestros “cursor”, “cursar”, “concursar”, “curso”….

Un correo fue aquel heroico soldado griego, Filípides, que cubrió a toda pastilla –o sea, corriendo– la distancia entre Maratón y Atenas, unos 40 kilómetros, para anunciar la victoria sobre los persas y morir tras entregar su mensaje.

Más tarde los correos se desplazarían a caballo, como Miguel Strogoff, el correo del zar, que atravesó Siberia de la mano de Julio Verne. Pero no por eso dejaron de denominarse “correos”. Y después en diligencia, sin que se alterara el nombre. Y luego, en tren, y en furgones, y en avión. Sin dejar nunca de llamarse correos. Hace bien poco se inventó la comunicación electrónica… Y hemos seguido hablando de “correo” pese a los presumidos que repetían a cada rato email.

La ubicación de las oficinas postales dio lugar en su día a que centenares de vías urbanas se llamaran “calle del Correo” en todo el mundo hispánico. De momento, nadie ha propuesto actualizarlas con el nombre “calle del E-mail”. Quizás más adelante.

Esta pervivencia histórica del significante “correo” nos permite comprender hoy –y se lo permitirá a las generaciones futuras– un texto del XVII, pongamos por caso, donde se cuente que alguien recibió un mensaje por correo. (La unidad y la coherencia del idioma nos ayudan a comunicarnos con el pasado).

Ahora bien, lo que está sucediendo con esta vieja palabra sirve para ilustrar la reducción léxica que padecemos en nuestros tiempos. Con el correo postal, decíamos “dame tu dirección”, pero ahora pedimos “dame tu email”. Y contábamos “lo leí ayer en su carta”, pero ahora anunciamos “lo leí ayer en su email”. Y comunicábamos “me llegó el otro día al buzón”, pero hoy afirmaremos “me llegó el otro día al email”. Y “lo envié por correo”, pero actualmente contamos “lo envié por email”. O sea, que la frase de antaño “la carta la enviaron por correo a mi dirección y la recibí en mi buzón” se diría ahora “el email lo enviaron por email a mi email y lo recibí en mi email”. O, lo que sería igual de pobre, “el correo lo enviaron por correo a mi correo y lo recibí en mi correo”.

Pues nada, enhorabuena.


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