Comenzamos el repaso del humor del pasado lunes con la visión de Miki y Duarte sobre los trucos verbales sobre el gasto militar lanzados desde los laboratorios de la Moncloa y la de Idígoras y Pachi sobre las diferencias en la coalición de gobierno.
Mazón se apuntaba el protagonismo de las viñetas de Sansón y Gallego y Rey, mientras que García Morán le convertía en la daga que no acababa de afrontar un tragasables Feijóo. Eneko se apuntaba con retraso a la última oleada de la campaña "7291".
Puebla presentaba la moda corporativa para la política del fango y JM Nieto ponía en manos de Mª Jesús Montero una picadora de carne de contribuyente en competencia con la motosierra de Milei. Vergara completa nuestra selección del lunes con una pulla para el secretario general de la Otan, Mark Rutte, protagonizada por el único Trump que coleccionamos en el humor español de esa jornada.
Peridis y Pablo García llevaron a Mazón a sus viñetas del martes sobre el acuerdo presupuestario entre PP y Vox en la Comunidad Valenciana, Sansón puso su irónico foco en el oscilante posicionamiento popular frente al partido de Abascal, mientras que Gallego y Rey mortificaron un poco a Feijóo.
Javi Salado y Álvaro trataban los aranceles al vino anunciados por Trump y el presidente de Estados Unidos también era el protagonista de Santy Gutiérrrez, Asier y Javier y Kap.
Peridis y Tomás Serrano dedicaron sus viñetas de ayer al sesgado acuerdo con Junts para la distribución de menas, mientras que Padylla conectó el asunto con el pacto del PP con Vox en la Comunidad Valenciana y Santy Gutiérrez convirtió este segundo en un dardo sobre los fundamentos de la permanencia de Sánchez en el poder. Un asunto que Puebla conectó con el argumento de la película La Sustancia.
Seis de los dibujantes nacionales que seguimos dedicaron viñetas a la ruptura israelí del alto el fuego en Gaza: Ricardo, Gallego y Rey, PInto & Chinto, Miki y Duarte, Vergara y Oroz.
Y dos, Ferreres y Sansón, se ocuparon de la esencialmente fallida negociación entre Trump y Putin. El dibujante de El Norte de Castilla lo hizo con una telefónica imagen que, con algunas variantes, triunfó en la jornada de ayer. La acompañamos con los dibujos del belga Vadot, el francés Chaunu y el suizo Chappatte.
Hoy es Tomás Serrano quien se apunta al meme de cable telefónico, JL Martín aporta la segunda viñeta nacional en que hemos visto a Zelenski entre Trump y Putin y el dúo Antón combina el frente ruso con el israelí.

A veces se dice que Junts trae problemas al Gobierno, pero no siempre es así. En algunas cuestiones en las que el centroizquierda tiene problemas para definirse, puede adaptar la posición de un partido de derecha radical nacionalista, que al menos tiene una línea. Esa línea consiste en mostrar que hay unas reglas para todos y otras reglas para ellos. Casi todos los cambios ayudan a que levantar una frontera sea más sencillo, pero los más sensatos saben que no hay que precipitarse. (Que las medidas concretas vayan contra la igualdad o sean xenófobas es irrelevante: son progresistas porque las impulsa el Gobierno progresista).
Así, en algunas cosas el PSOE piensa lo que diga Junts, mientras que a menudo el Partido Popular no sabe lo que piensa o tiene miedo a decirlo. Esto ocurre en cuestiones importantes y en los debates espurios que constituyen la mayor parte de nuestra vida política. No siempre rentabiliza su poder territorial y tiene en Valencia un barón de naturaleza eminentemente foruncular.
El Gobierno predica un discurso de la diversidad, pero la diversidad consiste en privilegiar a los territorios que le convenga y atacar de forma ostensible a la Comunidad de Madrid, lo que muestra una especie de centralismo freudiano. La importancia que se da a la diferencia de intereses y problemática en los territorios es tan grande que varios ministros compatibilizan su trabajo con la dirección de la oposición en las autonomías: en realidad, no hay otros intereses que los del Gobierno central. El país opera sin presupuestos porque para qué, y varias autonomías también. La disfuncionalidad es tal que se anuncia que el aumento del gasto en defensa no necesita pasar por el Parlamento: suenan las alarmas, tenemos que cambiar nuestro modelo para salvar nuestras conquistas más valiosas, el incremento cuenta con el apoyo de los dos partidos que representan al 66% del electorado, pero no vamos a hablar del asunto, porque eso mostraría la fragilidad del Gobierno, que si no mira al suelo no se cae, como en los dibujos animados.
Toda solución es una variante de trilerismo: la vía propuesta, que hurta a los ciudadanos el debate, da al Ejecutivo funciones que corresponden al legislativo y magnifica diferencias entre los partidos más votados; una trampa contable que incluiría una modificación menor de la anunciada y disfrazaría de gastos en defensa otras partidas; y la opción del amago, donde el Gobierno aceptaría finalmente ir al Parlamento y todos tendríamos que darle las gracias por el detalle.
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