sábado, 19 de julio de 2025

Lenguaje de la semana 29/2025

 

El Martes Neológico se ha ocupado esta semana de la locución abrir el melón que, coincidimos con Juan Manuel García Platero, cremos que bien merece estar recogida en los Diccionarios de referencia. Nuestra modesta aportación a la eventual ficha de la RAE son algunas aplicaciones humorísticas. Las encabeza la última que tenemos registrada, que es la de Miki y Duarte del pasado 20 de septiembre. Siguen las de García Morán (24/5/24), Gallego y Rey (20/11/23), Mortiner (7/4/23), la cabecera y el final de la tira de Manel Fontdevila Abrir melones (11/3/23) y la viñeta de Napi en El Economista (20/10/17) sobre ese melón sin abrir por excelencia que es la Constitución.


Nos ha parecido llamativo que haya sido Antonio Garamendi el protagonista elegido por Álex Grijelmo para el ejemplo que inserta en su ponderado artículo Cautelas invisibles que encontrarán íntegro en el Anexo de hoy. Buena opción para evitar los señalamientos que habría recibido, quizá incluso desde esta misma redacción, en caso de utilizar otros protagonistas. Es necesaria mucha finezza en tiempos tan enconados.

Volvemos al humor con el eco que hoy tiene en el de AntónJM Esteban y Napi la nueva negativa europea a incorporar como lenguas oficiales el catalán, el euskera y el gallego. 

Proseguimos con el paronímico juego de la viñeta de JM Nieto del pasado domingo y los ejercicios de retroacronimia de Idígoras y Pachi, este publicado el martes, y el agrario de Alberto Calvo de hoy mismo.

La expresión café para todos ha hecho doblete tanto en el humor de Gallego y Rey, que hacen una suerte de combinación con tener la sartén por el mango, como en el de JMª Nieto que aplica una ironía similar a la que vimos en febrero en la viñeta de Tomás Serrano dedicada la condonación de la deuda autonómica. Bien apuntaba Sansón el pasado mes de octubre que el café para todos ya no es lo que era.

En el apunte Las 'flores en el culo' también se marchitan documentamos la afición de Vergara a dibujar la vulgar expresión que se ha asentado en español para manifestar que se tiene suerte o que, en un concreto caso, se ha salido airoso de una situación delicada. Y no cabe duda de que el caso Montoro le viene de perlas a Sánchez para desviar la atención de los escándalos que le cercan, como apunta la viñeta de hoy de eldiario.es que tan oportunamente se contrapone con la evocación de García Morán del popular Mala hierba nunca muere.

En el apartado de frases célebres, contamos con la trumpista parodia de Pablo García de una famosa afirmación de John F. Kennedy.

Completamos la colección gráfica de esta semana con Pedro Sánchez convertido por Padylla en un Robin Hood inverso y con "la oreja de Troya" de Tomás Serrano. Concluimos, como ya es habitual, con unos Cachitos.


Cachitos

- La inmensa mayoría de los musulmanes no delinquen y la inmensa mayoría de los españoles no son unos fascistas. Los bandos son barbarie contra civilización. José F. Peláez en Nosotros, los superiores

Es de izquierdas denunciar que la política en España se ha convertido en un negocio, en un álbum familiar de fotografías, en una profesión para dóciles sin ideas ni grandezaNicolás Redondo Terreros en Ser socialista hoy en España

- Profesionalizar la administración para preservar su imparcialidad con incentivos para que los funcionarios públicos no tengan unas carreras rehenes de los políticos de turno, como ocurre ahora. Germán Teruel en El Regenerador 2.0

- El 40% de las pensiones vascas se financian con deuda pública que pagarán todos los hijos de todos los españoles, menos los del País Vasco. José Carlos Díez en El cuponazo vasco y catalán

- A Cataluña no la roba nadie, lo que sucede es que en los países modernos el que más tiene más pagaJosé Carlos Díez en El cuponazo vasco y catalán

- A quien le preocupe la xenofobia, que pregunte a los separatistas por qué creen ser merecedores de un trato diferenciado (y privilegiado) del resto de los españolesFernando Savater en El truco de la xenofobia

No es lo mismo sostener que yo no soy golfo como tú (versión antigua de la superioridad moral) que contentarse con hacer ver que tú eres tan golfo como yo (versión moderna de la decadencia moral). Ignacio Varela en Caso Montoro: ¿jueces fascistas a tiempo parcial?

El colofón lo pone la viñeta de Sansón de ayer que tan bien encaja con el artículo de Varela.


PS - Para disfrute de los lectores con conocimientos de francés, añadimos la visión de Vadot sobre el libro La hora de los depredadores de Giuliano da Empoli





Anexo

Cautelas invisibles
Álex Grijelmo (El País, 16/7/25)

Ciertos interlocutores recuerdan la idea apuntada, pero excluyen la distancia que el autor había tomado al respecto

Algunas personas muestran una grave dificultad para reconocer los mensajes moderados, y por ello suelen borrar de su memoria, una vez leídos o escuchados, los vocablos que aportaban matices, salvedades, dudas; como si esas palabras se hubiesen desvanecido tras enunciarse.

Sucede en nuestros debates cotidianos, en las relaciones con los amigos, en las discusiones familiares o en los comentarios improvisados. Alguien procura escoger con cuidado cada término para no ocupar todo el espacio de la discusión, con la idea de reflejar prudentemente los hechos, intentando que las palabras con las cuales se narra algo no juzguen por sí mismas aquello que se relata. Sin embargo, ciertos interlocutores apartan todos los matices expresados, y preparan de inmediato su contestación; pero no a lo que se ha dicho sino precisamente a lo que no se quería decir.

Esto se aprecia también en muchas reacciones frente a los artículos o análisis, y ante las opiniones de especialistas, incluso si se han mostrado muy cuidadosos.

Numerosas respuestas que se ven en las redes y en los medios de comunicación prescinden de que en el mensaje al que se contesta figurasen expresiones como “creo que”, “generalmente”, “quizás”, “tal vez”, “acaso”, “lo más probable”, “más o menos”, “a veces”, “se puede interpretar como”…

Es decir, esos destinatarios incorporan a su memoria la conjetura transmitida pero excluyen la distancia que el emisor inicial había tomado respecto de lo que él mismo expresaba, como si no hubiera ofrecido ninguna posibilidad de desacuerdo y se hubiera manifestado con un lenguaje tremendamente asertivo y válido para cualquier situación. Es decir, como si hubiera hablado en la tribuna del Congreso.

Una frase como “no sé si estaré equivocado, porque yo no soy especialista, pero a mí lo que sostiene Garamendi me parece muy acertado”, puede que sea respondida así: “¿Cómo asegura usted que eso que sostiene Garamendi es muy acertado?”.

Esto viene favorecido por lo que podemos denominar “el sesgo del desacuerdo”: puesto que necesito diferir de la idea comunicada, aunque se haya expuesto con moderación, necesito verla tajante, manifestada sin reservas ni cautelas. De ese modo podré yo mostrarme también contundente y asertivo, descortés incluso. Por tanto, necesito imaginar un contrincante sin dudas, un contrincante como yo. Si yo aceptase sus vacilaciones, tendría que suprimir mi dureza.

Este fenómeno se expresa con toda claridad en la política y los medios polarizados. Las reacciones de unos y de otros –pero más las de los unos, porque no podemos presentar como simétrico lo que es desigual; ustedes ya sabrán interpretar esto– nos inducen a pensar que algunos carecen de comprensión verbal. Ponga usted en el debate una idea ponderada y verá lo que hacen con ella.

Cuando alguien es poseído por las ganas de discutir, desecha toda posibilidad de conexión, desoye las precauciones de los interlocutores, confunde comparar con equiparar, lo verosímil con lo veraz, busca la bronca por encima de los matices que la evitarían.

Nuestra vida pública y privada sería mejor si apreciáramos las inusuales palabras que dejan espacio al otro para sus argumentos, que incorporan la duda en espera de una actitud recíproca; las palabras de quienes saben que a menudo se equivocan, que no pretenden tener razón sino tener debate y lograr acuerdos.

A veces la verdad no reside en lo que dos defienden, sino en lo que ambos pactan.



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