Esta semana vamos a comenzar con la reseña de los apuntes publicados en Laboratorio del lenguaje del Diario Médico. En el fechado el pasado sábado se aprovecha el cincuentenario de la novela ‘Los ojos de Heisenberg’ (1966) de Frank Herbert, el autor de Dune, para recordar el uso que se hace en la misma del término ciborg. Un acrónimo acuñado en inglés a partir de cyber ('cibernético') y organism ('organismo') cuyo primer uso fecha el Merriam-Webster en 1960. Pero el témino que se nos hace nuevo es la emergente cibórgica a la que alude Fernando A. Navarro. Una especialidad que ya es premio Princesa de Asturias, por cierto.
Complementamos la sensual portada de Paul Alexander con una optimen que ilustra el apunte del Diario Médico con otra en la que el dibujado por Ian Miller para la edición de 1975 es un mas bien feote ciborg.
En el apunte titulado Ludopatía se destaca el anómalo acomodo de esa palabra llegada del francés entre la -patías del español que tradicionalmente sufijan el órgano afectado. Pero vemos difícil que a estas alturas prenda el propuesto ludómano.
La entrada publicada ayer mismo con el título Las palabras de la física médica incluye un enlace al glosario de términos elaborado en formato Excel por la Sociedad Española de Física Médica (SEFM). Coincidimos con el autor en que el esfuerzo realizado bien merece un soporte mas amigable.
Nos vamos al Centro Virtual Cervantes que se ocupó el martes de un neologismo semántico, el uso de nicho que nos ha llegado del inglés para hacer referencia a una "parte de un sector económico claramente diferenciado", aunque también tiene una acepción ecológica. Nos recuerdan que en la lengua de origen esa palabra no tiene la acepción de metáfora mortuoria, como tampoco en francés, italiano o portugués. Pero no parece que esa especificidad del español haya dificultado su popularización. Igual la cosa cambia ahora que el Papa anda exigendo su uso.
En la sección Rinconete, Enrique Bernárdez publicó la tercera entrega de su serie Globalización y lengua española. Si en la primera nos advertía de que una curiosa consecuencia del brexit es que el inglés dejará de ser una de las lenguas oficiales de la Unión Europea, y ello porque Irlanda se empeñó en escoger el gaélico como la suya (y Malta el maltés), ahora nos invita a situar la relativa importancia que el español tiene en Europa. Y es que en el ámbito de la Unión nuestro idioma tan solo es quinto por número de hablantes, aunque el citado brexit nos permitirá avanzar un lugar, y seguido muy de cerca, además, por el polaco.
Anotaremos también que Pedro Álvarez de Miranda ha publicado en esa misma sección la segunda parte de su análisis de las gandumbas. No es poca extensión para tan poco usado término, pero sepan que parte de la de esta semana está dedicada a la acepción como ‘testículos’. Igual ahora pinchan el enlace.
También resulta reseñable el artículo titulado "El que ignora sin ser ignorante" que Alex Grijelmo publicó el lunes en El País. En el mismo lamenta que las malas traducciones de to ignore (despreciar, desdeñar o desoír) hayan convertido a ignorar en "un verbo ambiguo y estropeado". Algo de eso hay, pero tanto como estropeado tampoco nos parece.
En el suplemento Verne de ese mismo diario se ha publicado el artículo 'Andalunglish': 14 palabras del inglés gibraltareño que han adoptado (a su manera) sus vecinos españoles. Una reseña del trabajo de fin de grado de la linense María Ortega sobre al influencia del inglés en el lenguaje de su natal La Línea de la Concepción. Una pena que, al parecer, se estén perdiendo joyitas como rolipó (de lollipop) por chupachups, bequinpauda (de baking powder) para la levadura o liquirbá (de liquorice bar) por barra de regaliz. Lo del chinga (de chewing gum) por chicle igual ahorra algún feo malentendido.
Terminamos hoy en Fundéu que esta semana dedicó dos entradas a la ortografía. Un recordatorio de que ultrabajos, por ejemplo los tipos de interés, se escribe todo junto y también que los husos horarios, que tanto uso tienen estos días próximos al cambio de hora, son con hache. Sobre el huso búlgaro-balear (y parece que también quieren apuntarse algunos valencianos) ya nos hemos pronunciado el pasado miércoles.
En cuanto a los extranjerismos, incidieron en que zombie está adaptado al español como zombi y, por ello, su plural es zombis y no zombies. Y como alternativas a gamer nos propusieron videojugador o la más coloquial jugón. Nos parece que solo está última está en condiciones de hacer frente al anglicismo.
Entre todo lo publicado por los urgentes lo que tuvo mas miga fueron las claves de redacción para la XXV Cumbre Iberoamericana. Muy oportuno el recordatorio de que bienal no es lo mismo que bianual porque esta última es una de las palabras mas impropiamente usadas en castellano.
También se ocupan de recordar que se recomienda escribir con todas las letras en mayúscula las siglas de los organismos, mientras que es preferible escribir solo con mayúscula inicial los acrónimos compuestos por cinco letras o más.
Y no falta entre esas claves una referencia a las palabras empoderar y empoderamiento que tanta importancia han cobrado en el vocabulario político. Las que la 23.ª edición del Diccionario ya recoge con su nuevo significado de ‘hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido’ cuando antes solo definía como sinónimo de ‘apoderar’. Pues a conjugarlo con sensatez.
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