Uno de los monumentos mas expresivamente
desgarradores que conocemos es el que fue erigido en 1941 junto al faro
santanderino de Cabo Mayor en
recuerdo de los “Caídos por Dios y por la Patria” según rezaba la inscripción vertical que
fue borrada en 2006 (ver noticia en El Diario Montañés), adelantándose incluso a la tramitación de la Ley de la Memoria Histórica. En la base también
aparecía junto al símbolo del yugo y las flechas la muy falangista inscripción “Presentes” que todavía se adivina, como puede comprobarse en la siguiente comparación de la situación actual
con el aspecto original que recordamos con ayuda de una antigua postal.
Chapucerillo apaño.
De la realización del monumento se encargaron el arquitecto santanderino
Valentín Lavín del Noval y el escultor castreño José Villalobos y Miñor. Al también autor de la efigie del periodista
y poeta José del Río Saínz “Pick” ubicada desde 1965 en la “curva de La Magdalena” es, por tanto, a quien debemos la
desgarrada expresión a la que hacíamos referencia. Un gesto que la erosiva acción de los meteoros se ha encargado de dotar de aún mayor dramatismo.
La selección del emplazamiento no es caprichosa, porque la tradición, aunque discutida, como tantos episodios de aquella contienda, sostiene que ese es el lugar desde donde los días 3 y 4 de diciembre de 1936 fueron arrojados por el acantilado once monjes trapenses que habían sido expulsados en setiembre de la Abadía de Santa María de Viaceli de la localidad de Cóbreces. Lo de que de alguna manera fueron lanzados al mar es indudable puesto que algunos de los cuerpos fueron posteriormente devueltos a la costa. Pero no pretendemos elucidar aquí esa controvertida cuestión.
La selección del emplazamiento no es caprichosa, porque la tradición, aunque discutida, como tantos episodios de aquella contienda, sostiene que ese es el lugar desde donde los días 3 y 4 de diciembre de 1936 fueron arrojados por el acantilado once monjes trapenses que habían sido expulsados en setiembre de la Abadía de Santa María de Viaceli de la localidad de Cóbreces. Lo de que de alguna manera fueron lanzados al mar es indudable puesto que algunos de los cuerpos fueron posteriormente devueltos a la costa. Pero no pretendemos elucidar aquí esa controvertida cuestión.
Lo que sí queremos es llamar la atención sobre la ausencia de toda explicación sobre la significación del monumento que no pocos visitantes imaginarán dedicado a las penalidades de la vida en la mar o vaya usted a saber qué. Un flagrante caso del que pudiéramos llamar el silencio estúpido, el miedo a contar las cosas, quizá porque con tanta susceptibilidades a flor de piel parece que no se pueda hacer sin tocar alguna sensibilidad. Vamos a ver, ¿tan difícil será poner una placa explicativa del siguiente tenor?:
Monumento a las
víctimas de la Guerra Civil
Esta obra del arquitecto Valentín Lavín del Noval y el
escultor José Villalobos fue
inaugurada en 1941 como homenaje a los “caídos por Dios y por la Patria” según
decía la inscripción que fue suprimida en el año 2006 para convertirlo en el
monumento a todas las víctimas de la Guerra Civil que ahora es.
Sirva esa memoria para preservarnos del horror.
Sirva esa memoria para preservarnos del horror.
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