El nacionalismo canario, que no olvidemos llegó a tener su propia facción violenta (el MPAIAC, Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario), es el aglutinante que permite que una diversidad de políticos procedentes de muy diversos idearios gobiernen las islas desde 1993 por medio de la organización política conocida como Coalición Canaria. Desde 2005 ya es un partido político al uso, tras la desaparición de los que formaban la coalición, aunque mantiene el nombre porque una marca vale mucho. Una auténtica máquina por y para el poder.
No es fácil mantener cohesionada tanta diversidad. Nnos maliciamos que es la típica organización política que soportaría mal el paso por la oposición. Ahí se está para mandar. Así que resulta indispensable mantener causas que sirvan a esa necesidad, luego qué mejor que unirse “contra algo”, una práctica que funciona mejor contra más cainita es una sociedad. Y en esto estábamos cuando apareció el asunto de las exploración petrolífera en las prometedoras aguas canarias. La combinación perfecta: posibilidad de focalizar el “enemigo” en Madrid, eso en España siempre funciona, una causa aparentemente ecológica, y su vinculación con otro nobilísimo empeño, como es la presunta defensa de la industria insular por excelencia, el turismo. No podía pedirse mas. ¡Gracias Repsol!
Nuevamente (adverbio justificado por nuestro apunte del miércoles) cobra la máxima importancia la gestión de los miedos. Es mucho más probable que un canario muera en accidente de coche a que llegue a ver sus pies manchados por el chapapote procedente de un escape de una explotación petrolífera (sobre el procedente de limpiezas de tanques de buque no podemos comprometernos). Pero a nadie se le ocurre prohibir el uso del coche, aunque luego no queramos saber nada de cómo se obtiene el combustible para hacerlos funcionar. El desvergonzado proceder que los americanos plasman en la expresión “not in my backyard” (no en mi patio trasero). Que otros corran los riesgos, para que yo llene mi depósito. Por cierto, a mucho mejor precio que en la península. Pueden aprovechar, de paso, para echar un vistazo a las balanzas fiscales recientemente publicadas.
No es este el lugar para analizar cuales son los riesgos reales de la extracción de petróleo en aguas canarias, una información que se le debe a la sociedad isleña, pero conviene no olvidar que el mar no entiende de fronteras. No tendría ninguna gracia, pero no dejaría de ser gracioso que un hipotético escape se produjera en las seguras futuras explotaciones marroquíes y que un malhadado viento africano se encargase de ayudar a las corrientes a llevarlo hasta las costas canarias.
Pero el máximo debate que va a propiciarse desde el Gobierno Canario es el que pudiera producirse en una visita, por supuesto subvencionada (partida promoción turística), de los miembros de algún resucitado para la ocasión colectivo de los que formaron parte de “Nunca Mais”: ¡asustadme a estos votantes!
Por si hubiera algún lector despistado que aun ande dándole vueltas al título, recordaremos que el presidente de la Comunidad Autónoma de Canarias se llama Paulino Rivero. ¡Qué enseñaría a los niños este maestro!
P.S.- La solución al ejercicio que les propusimos ayer es Anthony Mrosek.
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