Empecemos por la cabeza. Entre los titulares mas
perogrullísticos que nos hemos encontrado últimamente merece un lugar de honor el
adjunto tomado del diario gijonés El Comercio. O sea que “tener móvil aumenta el riesgo
de sufrir ciberacoso”, ¡toma!, pues no digamos el de recibir llamadas de
teléfono.
Cierto es que en el resumen del artículo que inspira la
noticia lo dice: “tener móvil propio, jugar on-line con otras personas y la
frecuencia de uso de Internet de lunes a viernes son factores de riesgo de
cibervictimización severa”. Pero hay mas conclusiones. Y hasta los investigadores mas sesudos
son potenciales víctimas de la obviedad cuando escriben enfrascados en sus
nubes de datos. Porque encima resulta que el 94% de la muestra de escolares
asturianos utilizada reconoce tener móvil, ya nos dirán que capacidad de
discriminación tiene esa variable tan fija, y ello sin necesidad de recurrir a complejos análisis estadísticos. Un poquito de sentido común.
El mencionado artículo que nos informan “acaba de ser publicado”, aunque ya lo fuera en setiembre y ya esté editado otro número de la revista 'International Journal of Clinical and Health Psychology', por cierto también
con participación asturiana (1), está disponible (en inglés) en este enlace.
Ahora lo de la ética. Tiene bastante poca omitir no solo el
título del artículo “Factores de riesgo asociados a
cibervictimización en la adolescencia” sino toda reseña de los autores, sustituida por una mera referencia a su
adscripción a la Universidad de Oviedo,
lo único que parece importante en ese protonacionalismo tan practicado por la
prensa regional. Y encima para una vez que el número de firmantes es tan
contenido como cuatro: David
Álvarez-García, José Carlos Núñez Pérez,
Alejandra Dobarro González y Celestino Rodríguez Pérez. Inadmisible falta de
reconocimiento de las personas que están detrás de una investigación.
Como curiosidad lingüística es destacable que en el citado artículo,
recordemos que escrito en inglés, no se utiliza el término cyberbulling ni sino
que se recurre a la palabra cybervictimization. Añadamos que tampoco se utiliza en el resumen
en español la palabra ciberacoso con la que se recomienda traducir el primero de lo términos ingleses citados. Sobre esto del prefijo -ciber les recordamos que no hace mucho que la
nueva sección sobre neología del Centro
Virtual Cervantes le dedicó un artículo al cibersexo sobre el que aprovechamos para criticar la ausencia de toda mención al
responsable de la incorporación al lenguaje moderno de ese prefijo tomado de la
palabra griega timonel, kubernētēs (κυβερνᾶν).
Así que vamos a terminar anotando que fue
Norbert Wiener quien adoptó ese
término para titular su libro "Cybernetics"
publicado en 1948. En el mismo se usa
para definir el estudio del control y comunicación entre animales y máquinas
como se encarga de aclarar el subtítulo. Pero quien realmente acuñó la palabra fue
el matemático André-Marie Ampère quien la utilizó en 1834 en su “Essai sur la philosophie des sciences”
con un significado bien diferente y, curiosamente,
bastante próximo a lo que pretenden los ciberacosadores: el arte de gobernar a
los hombres.
Sobre algún otro desafuero periodístico Santiago González publica hoy una interesante entrada en su blog.
P.S.- El asunto se ha convertido para La Nueva España nada menos que la principal noticia de hoy (enlace al texto de la noticia). Al menos han buscado un titular con un poco mas de "chapeta".
(1) ponemos en bandeja la primicia a la prensa regional porque, además, tiene algunos firmantes muy populares en sus redacciones. Y eso a pesar del disgusto de acabar de descubrir que nuestro seudónimo Sofi también significa "Schizophrenia Objective Functioning Instrument". No nos encanta.
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