El mensaje propio del Día
de San Valentín que puede verse en la adjunta portada de nuestro tantas
veces inspirador The New Yorker, en este caso fechado en febrero de 2002, ciertamente no requiere conocimientos de inglés para su
comprensión. Pero sí que se necesitan para captar el doble sentido del título
de la ilustración de Ian Falconer:
“falling in love again”. Un brillante juego con la polisemia de la expresión
que se utiliza habitualmente en ese idioma para referirse al acto de
enamorarse. Literalmente se dice “caer en el amor”, y no cabe duda de que la amada de
la imagen está destinada a sufrir una buena caída, provista, eso sí, de plurales muestras del sentimiento de su pareja.
Fall también sirve en inglés para designar al otoño, por lo que no es raro ver una caída ilustrando el número de alguna revista editada en esa estación, jugando así con el doble sentido de la expresión "fall number". Nos sirve de ejemplo la primera versión
de Life cuya historia ya les hemos enlazado en un reciente apunte lleno de sirenas. En el número fechado el 20 de
octubre de 1927 los que caían expulsados del Paraíso Terrenal eran unos bastante
naifs Adán y Eva. Otro ejemplo de una creatividad similar se encuentra en la portada del número del "National Lampoon" de septiembre de 1984 que estaba dedicado a la moda de Otoño.
Una tercera portada que explota el mismo concepto es la de Film Fun de noviembre de 1932 ilustrada por Enoch Bolles (Fall is here!).
La primavera asímismo se designa en inglés con una palabra polisémica porque spring también sirve para referirse a un muelle. Por ello uno de esos resortes ocupó la portada de la "spring issue" de la revista MAD en 1956, y eso que ya era el número de julio, son licencias que pueden permitirse las revistas humorísticas. Ello sin perjuicio de que ese ejemplar probablemente llegaría a los quioscos en mayo siguiendo la costumbre que tienen algunas publicaciones de posdatar fuertemente las fechas que lucen sus cubiertas. El juego del muelle ha sido repetidamente explotado por esta revista que lo incluyó nuevamente en número de junio del año siguiente, en ese mismo mes del año 65 y en el ejemplar de marzo-abril de 1995 con una variante un poco escabrosa, no en vano recibía la calificación de monstruosa.
Es curioso comprobar como alguna revista erótica también se ha apuntado al juego con el muelle Este es el caso del número de Beaver de junio de 1977 que recurrió a una cubierta ciertamente artificiosa.
Cambiamos de tema para preguntarnos ¿qué hace un limón en la portada de una revista de coches?
La primavera asímismo se designa en inglés con una palabra polisémica porque spring también sirve para referirse a un muelle. Por ello uno de esos resortes ocupó la portada de la "spring issue" de la revista MAD en 1956, y eso que ya era el número de julio, son licencias que pueden permitirse las revistas humorísticas. Ello sin perjuicio de que ese ejemplar probablemente llegaría a los quioscos en mayo siguiendo la costumbre que tienen algunas publicaciones de posdatar fuertemente las fechas que lucen sus cubiertas. El juego del muelle ha sido repetidamente explotado por esta revista que lo incluyó nuevamente en número de junio del año siguiente, en ese mismo mes del año 65 y en el ejemplar de marzo-abril de 1995 con una variante un poco escabrosa, no en vano recibía la calificación de monstruosa.
"Spring training" es el nombre que recibe en Estados Unidos la pretemporada de la Liga de Béisbol, pero también significa "entrenamiento de muelles"
Cambiamos de tema para preguntarnos ¿qué hace un limón en la portada de una revista de coches?
La explicación está en que en inglés suelen llamarse limones
a las cosas, y muy particularmente los coches, que son defectuosas o han dado
un resultado insatisfactorio. Así que lo representado es una metáfora de los automóviles que no se deben comprar.
El significado de esa expresión fue
brillantemente subvertido en 1960 por la agencia Doyle Dane Bernbach (DDB) en
la campaña de introducción del famoso "escarabajo" de Volkswagen en los Estados
Unidos. La atención del lector se captaba con un aparente ejercicio de
menosprecio del producto al que se calificaba como “un limón”. Una aparente
contradicción que se aclaraba en el texto donde se explicaba como el vehículo
de la imagen no había pasado los controles de calidad por un defecto en el
embellecedor de la guantera. Una deficiencia detectada por el inspector llamado Kurt Kroner según se detallaba en una personificación que servía para acercar la empresa al potencial consumidor. Así
que el tan rigurosamente calificado como limón por el responsable de calidad alemán era ese concreto ejemplar y no
el modelo de coche tan aparentemente poco adaptado a los gustos dominantes en
el mercado norteamericano. Gran marketing de nicho.
Las diferencias en las connotaciones idiomáticas permiten
que en mercados francoparlantes quepa la comparación con un limón sin recurrir
a explicaciones como la que acabamos de ver. "Mucho jugo" reza el lema del anuncioque sigue, y eso que en
francés no se utiliza el equivalente literal a nuestro “sacarle el jugo” a las
cosas, un giro que aún haría más expresivo este anuncio en español.
Y después de sacarle el jugo que hemos podido al asunto de la "traducción de ilustraciones", aquí ponemos punto final a esta serie cuya entrega precedente pueden encontrar siguiendo este enlace.
PS - Esperamos que ahora quede m´ss clara la intención de la portada de Edward Sorel en "The New Yorker" del 11 del noviembre del 96, aunque también puede ser conveniente que les mostremos el aspecto de las máquinas electorales accionadas con pulsadores mecánicos que se utilizaron en Estados Unidos hasta el año 2010 para evitar que alguien pudiera confundir el dispositivo representado con una tragaperras.
Concluimos este añadido con otros dos limones que hemos encontrado en la portada de Esquire de diciembre de 1981 a cuenta de los peligros en las adquisiciones de inmuebles y en la de la revista de humor MAD de junio del 88. Esta tenía la peculiaridad de ser una cubierta olfativa que liberaba aroma de limón cuando se rascaba.
PS - Esperamos que ahora quede m´ss clara la intención de la portada de Edward Sorel en "The New Yorker" del 11 del noviembre del 96, aunque también puede ser conveniente que les mostremos el aspecto de las máquinas electorales accionadas con pulsadores mecánicos que se utilizaron en Estados Unidos hasta el año 2010 para evitar que alguien pudiera confundir el dispositivo representado con una tragaperras.
Concluimos este añadido con otros dos limones que hemos encontrado en la portada de Esquire de diciembre de 1981 a cuenta de los peligros en las adquisiciones de inmuebles y en la de la revista de humor MAD de junio del 88. Esta tenía la peculiaridad de ser una cubierta olfativa que liberaba aroma de limón cuando se rascaba.
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