Un código de conducta que no para de adquirir preponderancia
es el que propugna restar importancia a las formas. Si bien es cierto que en
algún tiempo la presión de las mismas llegó a ser asfixiante, mal servicio presta a la
convivencia pretender que lo moderno es prescindir casi totalmente de esos eficaces simbolismos.
A modo de ejemplo, seguir ese código que llamamos etiqueta es muchas veces el
equivalente a colgarse un cartel con el mensaje “tenga vd. mis respetos”.
Para evitar
errores de codificación, en estos tiempos en los que la cultura sobre esta forma de “saber
estar” atraviesa mínimos, es habitual que las invitaciones a determinados actos incluyan
una orientación sobre el particular. No seguirlas se convierte, por tanto, en una deliberada señal de falta de respeto. En lo personal, allá cada quien, pero cuando
afecta a una institución como la Jefatura del Estado se convierte en un menosprecio
al colectivo representado. Por ello quienes ostentan esa representación
institucional tienen la obligación de exigir el cumplimiento de los
códigos de respeto establecidos, precisamente porque actúan por delegación. Puede haber muchos ciudadanos a los que no les
importe, pero hay otro importante número al que sí.
Por lo dicho, si está claro que en el caso de que el cantante David
Bisbal
quisiera probar el delicioso baumkuchen
de Horcher indefectiblemente sería invitado
a tomar prestada una de las corbatas del guardarropa de ese afamado restaurante
madrileño, no se entiende cual pueda ser el motivo de que cuando pretende, en cambio, catar las regias manos no sea invitado por un amable funcionario de la Casa
Real a tomar prestados los complementos necesarios para cumplir el código
de respeto establecido para la ocasión. Insistimos en que no es un problema del real grado de tolerancia porque los así agraviados son los representados, por muchos que sean los que hoy en día desprecian estas convenciones … hasta que les invitan a Horcher, claro.
Tan claro como que el
problema arranca en un afectado deseo de empatizar con el pueblo que recurre a colar
perfiles como el del citado cantante en la lista de los elegidos para tan
significativo acto. No habría sido la peor de las ideas que algo mas tarde, una
vez empaquetada de vuelta a Suiza la innombrable, se hubiera realizado otra
recepción-fiesta mas informal en la que el almeriense bien podría incluso haber
dedicado una canción a la nueva reina. Pero sin confundir las cosas.
Como ya tendrán muy vista la imagen del descorbatado Bisbal, preferimos utilizar como ilustración una espléndida tarta de árbol (que es lo que significa baumkuchen) |
Así que la real pareja empieza apuntando preocupantes muestras
de inclinación al buenrollismo facilón, bien que con algunos peculiares sesgos
porque, sean ustedes favorables o contrarios a la tauromaquia, no nos negarán que cinco toreros (Enrique Ponce, El Juli, Javier Conde, José Padilla y José María Manzanares) son muchos toreros para tan aparentemente selecta lista de invitados que hemos visto cifrada entre un vago mas de 2.000 y un preciso 3.080 personas (Noticias
Cuatro de ayer).
En lo taurino se le ha ido la
mano a alguien. Posiblemente a alguno de los unánimes mironcetes encabezados
por Rafael Spottorno, el Jefe de la Casa del Rey, cuya foto se
ha convertido en una de las mas celebradas del evento. Una imagen que suponemos
justifica la causa de la también bastante inexplicable presencia de Mariló. No nos resistimos a yuxtaponer una
imagen del mucho mas aguerrido comportamiento de los servidores de la Reina de
Inglaterra.
marcialidad comparada de los servidores de la Casas Reales española e inglesa. |
Ya puestos a ganarse al pueblo a golpe de esos telediarios que tan
bien domina la miembra de la real pareja era inevitable algún guiño cómplice del tipo: cada una en lo nuestro somos las únicas
mujeres, yo la única Reina y tu, Susana, la única presidenta de una Comunidad Autónoma junto con Mª Dolores, pero esa seguro que me hace la reverencia que tanto me incomoda.
En la imagen contigua una muestra de
como tampoco vacuna contra la incapacidad para asimilar la etiqueta el matrimonio con un miembro
de una casa real, bien que exiliada (Carla Royo está casada con Kubrat “de
Bulgaria”, el tercer hijo del depuesto rey Simeón y Margarita Gómez Acebo). Con todo, en estos casos siempre es preferible pasarse que quedarse corto.
Pero todo este rollo que nos hemos marcado de temática mas propia de los mejores couchés no es mas que una mera excusa para solicitar su
colaboración. Necesitamos saber si el padre o madre de las criaturas que pueden verse
en la adjunta captura de video pudieran tener alguna responsabilidad de
importancia en los destinos nacionales. Su colaboración es importante, la patria podría estar en peligro. En todo caso, al menos habría que mandarles un inspector
de hacienda porque tantas presuntas perras como para comprar esto no pueden tener un
origen impoluto.
Majestad, mucho nos tememos que no impartió las instrucciones apropiadas a los custodios de la entrada. La próxima vez se le van a colar hasta gentes sin
invitación y quien sabe si incluso alguno de esos anticuados streakers. Reiteramos que hay ciudadanos a los que no nos agradan semejantes muestras
de falta de respeto a nuestras instituciones. Y usted es el responsable de no consentirlo. Así que se ha estrenado fallándonos.
Recuerde que hasta las mas aguerridas compañeras de su esposa tienen que pasar por el aro cuando salen por esos mundos.
Para terminar queremos que sepa que tampoco nos gusta que la
primera visita real tenga que ser siempre a Cataluña porque son los mas
llorones. Vale que son muchos, aunque menos que los andaluces, y que le han dado trabajo a su hermana, pero, mutatis mutandis, recuerde lo de
Chamberlain.
Así que mucho nos tememos que se vislumbra falta de firmeza. Mal empezamos.
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