Conste que nos parece muy oportuno el quite realizado por España al problema del Aquarius, pero se nos hace toda una desvergüenza esa carrera por figurar en la historia que estamos viendo. Doscientos ayuntamientos han trasladado por el momento a la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) su disposición a acoger a los inmigrantes del Aquarius, declaraba orgulloso hace unas horas el presidente de ese organismo, Abel Caballero.
¿Y por qué del Aquarius?, es nuestra pregunta. Como si fueran los primeros que arriban a nuestras costas.
Por información que no quede, porque el Ministerio del Interior la facilita quincenalmente (y hasta diciembre lo hacía semanalmente). Estas son las cifras acumuladas al 31 de mayo comparadas con las del mismo período de 2017:
Ojo a ese +55%. Y las del año pasado, en que se duplicaron las llegadas de 2016, o sea, +100%, son estas otras:
En cuanto a Italia, con haber estado sus autoridades ciertamente desafortunadas, no hay que olvidar que cuando lean esto la patrullera Diciotti de la Guardia Costera ya habrá desembarcado en Catania a los 937 rescatados (y dos cadáveres) que transporta. Y que si el año pasado llegaron a España algo más de 28 mil migrantes, a Italia lo hicieron 119 mil, que es el cuádruple. Ello sin que todos esos grandones solidarios que ahora les afean con suficiencia lo que han hecho movieran una ceja.
Demasiado de lo que estamos viendo se llama cinismo.
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