En el apunte del pasado sábado apuntábamos el emergente neologismo broligarchs que al día siguiente vimos tratado por Francisco Ríos, ya en la adaptación al español, en su dominical sección de La Voz de Galicia que en esa ocasión tituló La llegada de los broligarcas. Recomendable lectura.
Ovidia Martínez Sánchez ha dedicado el último Martes neológico al verbo sobremedicar que tiene el bastante transparente significado de administrar medicamentos en una cantidad, frecuencia o duración excesiva. Con tantos excesos, y a este dedicaba una reciente portada la revista italiana Panorama con el titular Saturados de Fármacos, se nos va a llenar el diccionario de palabras prefijadas con sobre-.
Ya teníamos una trumpiana corbata de Damocles en nuestro monográfico sobre esa popular locución, además también publicada en The New Yorker (Michael Shaw, feb 2019), como es el caso del Daily Cartoon del lunes del dibujante mexicano Jorge Penné. Nos da la impresión de que, con cuatro años de presidencia por delante, todavía tendremos la ocasión de añadir alguna más a nuestra colección.
Antón encabeza el apartado de citas con el famoso aforismo de Giuseppe di Lampedusa y el argelino Dilem aporta una paráfrasis, aplicada al estado del Museo del Louvre, de las palabras atribuidas a Napoleón cuando visitó las Pirámides de Guiza:
Visitantes. Desde lo alto de esta pirámide, decenios de indolencia os contemplan
Las palabras originales se considera que fueron:
« Soldats! Du haut de ces pyramides, quarante siècles vous contemplent! » (¡Soldados! Desde lo alto de estas pirámides, cuarenta siglos os contemplan).
Ángel Idígoras y Pinto & Chinto encabezan la sección literaria con el cuento por excelencia del humor inmobiliario, que no es otro que el de Los tres cerditos.
César Oroz parafraseó el miércoles unos populares fragmentos de los dos soliloquios más famosos que recita Segismundo en La vida es sueño (1635) de Calderón de la Barca. Concluimos con un recordatorio de los originales.
¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. | ¡Ay mísero de mí, y ay infelice! Apurar, cielos, pretendo, ya que me tratáis así, qué delito cometí contra vosotros naciendo |
Anexo
La evolución de las palabras tradicionalmente masculinas hacia sus legítimas opciones femeninas avanza en medio de vacilaciones y contradicciones. Y, frente a lo que pudiera pensarse, las resistencias se hallan a veces en medios informativos progresistas, mientras que surgen curiosas sorpresas favorables en diarios conservadores.
El segundo canje entre Israel y Hamás propició el 25 de enero la liberación de cuatro soldadas, pero muchos medios evitaron ese femenino, incluido un diario afín al feminismo como EL PAÍS, cuyo Libro de estilo considera “soldada” el femenino correcto de “soldado”. Pese a ello, la versión digital usó “cuatro mujeres militares”; y la portada de papel titulaba con “cuatro soldados mujeres”. (¿Habríamos escrito “cuatro abogados mujeres”?). No obstante, el pie de la foto digital y un titular interior del diario impreso del día siguiente sí recogían “soldadas”.
Por su parte, La Sexta, una cadena de corte progresista también, eligió igualmente el género común: “Hamás libera a cuatro soldados israelíes”, se leyó y se oyó en antena.
Sin embargo, el diario digital conservador El Debate reiteró el femenino, para hablar ya desde los titulares de “La liberación de cuatro soldadas israelíes”. Lo mismo que el diario nacionalista Ara, tanto en catalán (soldades frente a soldats) como en castellano (“soldadas”). Pero este medio se contradijo, también con un pie de foto, en sentido opuesto a como sucedió en EL PAÍS: “Quatre soldats israelianes alliberades aquest dissabte per Hamàs”. O sea, que el pie se refería a cuatro soldados liberadas.
Entre las televisiones, tanto TVE como Antena 3 y Cuatro hablaron de “las cuatro soldados”. Por su parte, los presentadores de Tele 5 evitaron esa palabra para decir “cuatro mujeres israelíes”, “cuatro militares muy jóvenes”, con lo cual omitieron su rango castrense. Ahora bien, cuando entró en antena el enviado especial a la zona ya sí nos enteramos de que se trataba de “cuatro jóvenes soldado” [sic].
Un vistazo a los diarios de América escritos en español permite observar también las dos opciones, con mayoría de “las cuatro soldados”. Y para mayor curiosidad, la página oficial del Gobierno de Israel en español habla de “soldadas”.
La misma disyuntiva se planteaba a la hora de informar sobre el valiente sermón de la obispa episcopalista Mariann Edgar Budde ante Donald Trump. Casi todos los medios mencionaron el femenino, si bien no faltaron excepciones aisladas, como una de Vanity Fair y un texto de EL PAÍS en internet que usó “la obispo”.
¿Por qué entonces “obispa” y no “soldada”? Se hace difícil entender que este último término se arrincone por que compita con la idea de “sueldo” o “jornal” (uno de los significados de “soldada”), pues su frecuencia de uso se ha reducido muchísimo. Y tal ambigüedad, si se da alguna vez, quedará resuelta por el contexto, igual que en “la cartera se olvidó la cartera” o “el frutero me regaló un frutero”. O “el soldado se gastó su soldada”.
Quizás influya más en esta resistencia la mala costumbre de que los sustantivos de empleos militares no flexionen: ni “brigadiera”, ni “tenienta”, ni “capitana”, pese a sus analogías con “ingeniera”, “sirvienta” o... “capitana”. Así que un militar dirá “la capitana del equipo” pero “la capitán de la tropa”. Las academias sí recogen este femenino militar, aunque en los ejércitos se evite; y también “obispa”. Pero no “soldada”, ni “caba”, ni “pilota”, ni “sargenta” como empleo castrense.
En mi opinión, “soldada” empieza ya a abrirse paso, y más tarde llegarán las otras. Todo masculino acabado con el morfema -o, o en -án (guardián) o en -ín (bailarín) o en -or (trabajador)… puede convertirse fácilmente en femenino. Y eso implica que al evitar estas construcciones previstas por el sistema gramatical se incurra en una asimetría sexista.
Por mi parte, enhorabuena a las cuatro soldadas. Y a la obispa.
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