Hace años, ya bastantes, el hito que marcaba cuando un noviazgo iba en serio
era el acceso del pretendiente al hogar familiar de la pretendida. “Ya entra en
casa” era la expresión que certificaba ese estadio de una relación. Y la verdad
es que con la eclosión de la cultura del agua que ha hecho aflorar millares de
spas no nos parece mala actualización del concepto participar que ya se
comparte bañera.
Lo que ya nos convence menos es que, por muy conocido que sea
el compañero de turno, se le relegue a tan secundario papel como el que ha concedido Irina Skayk a su novio en la primera
foto conjunta que ha publicado en las llamadas redes sociales.
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