Las revistas tecnológicas, y ocasionalmente también las de divulgación, han jugado con
frecuencia a imaginar el futuro. Un seductor asunto
que ya hemos tocado en un apunte de 2014. Y es curioso constatar como en el
siglo pasado el énfasis casi siempre se ponía en la aerotransportación y rara
vez en el advenimiento de los dispositivos de comunicación personal, que son los que están
introduciendo los mayores cambios en nuestra forma de vivir.
Una de las claves quizá resida en la incapacidad de los visionarios de turno para predecir el enorme proceso de miniaturización que ha conseguido la industria. Véase, por ejemplo, como se imaginaba la edición francesa de la revista Meccano, en un momento tan avanzado del siglo como 1958, un dispositivo espacial de transporte personal. Se lo mostramos
comparado con el realmente utilizado por primera vez tan solo 26 años después por
el astronauta Bruce McCandless. Un hito espacial que tuvo lugar durante la misión STS-41B del Challenger en el orwelliano año de 1984 (enlace a un excelente artículo sobre esa
misión).
Está claro que no era fácil anticipar la drástica reducción de tamaño de los propulsores, pero el duro contraste con la realidad suele acabar por llegar. Aunque no siempre, ojo, que menudos irrealizables inventacos se han visto en las revistas.
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