La verdad es que el pasado domingo nos quedamos con ganas de extendernos un poco mas sobre el postureo. Pero lo evitamos porque nos habríamos alargado en demasía si hubiéramos entrado en algunas de sus formas mas deplorables como son las poses morales. Y cierto es que para eso ya tenemos otras palabras que van desde gazmoñería a hipocresía pasando por fariseísmo. Pero creemos que postureo añade un plus semántico al cargar las tintas sobre la impuducia de la exhibición. Quien necesite tener una cámara delante para apoyar una buena causa, que se lo haga mirar.
Menuda pareja hace, pues, con otro de los conceptos fetiches de nuestro tiempo. Y es que con tanta solidaridad como aparentemente se derrocha, no se entiende como los índices que miden la desigualdad se empecinan en no parar de crecer. Claro que no hay que escarbar mucho para darse cuenta de la dosis media de solidaridad solo alcanza el nivel necesario para generar las endorfinas (o lo que sea) suficientes para sentirse bien. Y que enseguida toman el relevo las mucho mas poderosas endorfinas (o lo que sea) del egoísmo.
No olvidemos que el altruismo es una necesidad que nuestro organismo gratifica de forma similar, aunque un poco menos aparatosa, a las conductas reproductivas. Sabia la naturaleza que ha encontrado esos mecanismos para perpetuar la especie, un fin para el que las conductas grupales que fomenta el altruismo son sumamente eficaces.
Volvemos con el postureo. ¿Que a usted le gusta corretear?, pues a satisfacer esa pasión en una carrera solidaria que, necesariamente, se verá obligada a distraer de los fines proclamados unos durillos para la indispensable publicidad así como en la no menos obligatoria inmortalización de la gesta en unas camisetas que, inexorablemente, acabarán olvidadas en el fondo de un cajón si no hechas trapos. Y no olviden que los mas hábiles hasta consiguen pagarse así exóticos viajes a escalar picos, descender torrentes o cruzar desiertos.
El caso es que la semana pasada hemos topado con un auténtico virtuoso en esto de combinar solidaridad con lo que sea. Nada menos que un "radar solidario" se ha sacado de la manga el alcalde de la localidad cántabra de Santa María de Cayón. Así lo contaba El Diario Montañés.
No solo nos gustaría comprobar que el picarón del alcalde no detrae luego ese dinero de las partidas que anteriormente sustentaban tal gasto, sino que, además, procede volver el argumento al revés. O sea, que si los conductores se portan bien y no ponen en peligro las vidas de los chavales de los centros de enseñanza adyacentes, sin perjuicio de que opinemos que el radar está muy bien puesto, no hay pasta para los necesitados. Y si, por contra, se producen muchos excesos con los vehículos, igual hasta les ponen un pisito (o les pagan el funeral del hijo atropellado). Curiosa forma de gestionar las necesidades de los vecinos mas desfavorecidos.
No ponemos en duda lo bienintencionado de la actuación de la corporación municipal, pero ahora que ya han conseguido su cuota de popularidad, bien harían en dejar de hacer el tonto. Pónganse a gestionar con seriedad el dinero que deban y puedan dedicar a quienes pasan necesidad. Y a ver si nos vamos concienciando de que el mundo lo que necesita es mas solidaridad y menos ocurrencias solidarias.
Entretanto, sentimos lo de su ayuda para alimentos, Doña Apurada, pero es que los conductores andan muy concienciados de que no deben poner en peligro a los chavales que salen del cole, así que no recaudamos.
Lo que no queremos ya es ni pensar que en este país de pícaros algún necesitado emprendedor tenga la ocurrencia de incrementar el monto de las ayudas sociales cargándose las correspondientes señales.
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