martes, 16 de febrero de 2021

El oteador de portadas (61): 'putti' neoyorquinos

 

Putti, plural de la voz italiana putto (niño),​ es el nombre con el que en lenguaje del arte son conocidos los niños, habitualmente desnudos y alados, utilizados como motivo ornamental. El concepto engloba una amplio repertorio de personajes que incluye ángeles, querubines, amorcillos y toda una varidad de aladas deidades, conocidas como Erotes, entre las cuales la más destacada en los actuales usos iconográficos es Cupido, el dios del deseo que es la versión romana del Eros de la mitología griega.

Una magnífico ejemplo de ese uso decorativo en una portada de la revista The New Yorker es el de la ilustración de Mary Petty para la del 24 de septiembre de 1955. La acompañamos con una viñeta de Donald Reilly publicada en esa misma revista en diciembre de 1966 en la que el encargante del cuadro reclama más ángeles y que le miren con mayor alegría (Give me more angels and make them gladder to see me).

 

Pero la clara campeona en cuanto al número de alados infantes presentes, claramente es la ironía de Constatin Alajalov (4/4/1942) sobre las fashion victims postradas ante el advenimiento de la última sombrerera moda. 


Pero tampoco era menguada la colección de cupidos que antes ya había llevado a la portada del 5/6/1937.

Si abordamos un recorrido cronológico por las portadas de esta revista, resulta destacable que Rea Irvin escogiera un cartero como poco infantil primer amorcillo aparecido en una tapa [1]. 

Aunque Cupido no es el único Erote  representado portando un arco (por ejemplo, la popular figura que preside Piccadilly Circus es la de Anteros, por más que habitualmente se le tenga por Eros), se tiende a identificar con el "liante" dios instigador del deseo todo angelote representado en disposición de disparar flechas. Como los que Harry Brown llevó a la portada del número del 10 de febrero de 1934, primera en que aparecen alados arqueros.


Desarmados amorcillos adornaron el característico margen izquierdo de la revista en el número de San Valetín de 1936. Una ilustración de Walter Steig publicada con fecha 15 de febrero, pero seguro que llegada a la quioscos con anterioridad a la celebración, conforme al hábito fechador de esta publicación. Como tampoco porta arco ni flechas el de la portada del mismo ilustrador del 19/6/1965. 


En la siguiente versión del propio Steig, fechada el 14/2/1977, el alado protagonista ya aparece practicando el tiro con arco, mientras que el Cupido de Ralph Steadman del 5/12/1988 sufre una aparatosa caída del cuadro en que practicaba sus intrigas. [2]

La siguiente aparición se produjo en la tapa del 17/2/1992 en la que James Stevenson escenificó el llamativo lanzamiento de un gigantesco dardo. Una pieza que emparejamos con otro creatividad de aerospacial inspiración en el apunte Pareo de portadas de la revista The New Yorker (8ª septena).

Proseguimos con el Cupido con pésima puntería de la ilustración de Peter de Sève del 19/2/1996 (que incluye, aunque sea en velado segundo fondo, el desnudo más voluptuoso que ha llegado a las portadas de esta cabecera). Todo lo contrario que el de la de la creación de Art Spiegelman titulada “Beau and Eros” (25/8 & 1/9/1997), que coloca la flecha con libidinosa precisión.

Ian Falconer dotó a su gestor del deseo de un arma con muy superior potencial, por más que rupturista con la iconografía clásica, mientras que la única portada que ha realizado David McCauley (9/2/2004) para esta cabecera muestras al alado personaje sometido al interrogatorio de los habitualmente muy puntillosos oficiales de inmigración de Estados Unidos. Y, a partir de ahí, diecisete años que llevamos sin ver a Cupido en The New Yorker.



Enlace al Oteador precedente: quitanieves




[1] El segundo, con una imagen ya conforme con el canon, fue el de la vidiera de la ilustración de Rea Irvin (23/3/1929) que emparejamos con otro angelito de Chas Addams (16/4/1960) en el apunte Pareo de portadas de la revista The New Yorker (1ª septena).

 





[2] Un antecedente del concepto es la tumultuosa caída de la ilustración 'Al Fresco' del año 1977.




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