viernes, 23 de junio de 2017

Arte por delante y por detrás


Hace ya más de una año que dedicamos el apunte titulado Por delante y por detrás a las composiciones, las más de las veces fotográficas, que muestran una doble imagen frontal y trasera de sus protagonistas. Y dada la abundancia de material gráfico allí incluido, solo las portadas son una treintena, pasamos por alto hacer referencia a los antecedentes de esa idea que han podido verse en el mundo del arte.

Vamos a subsanar hoy aquella omisión comenzando con uno de los ejemplos más famosos cual es el retrato del Enano Morgante (ca. 1553) realizado por Agnolo Bronzino que se exhibe en el Museo degli Uffizi de Florencia. Se trata de una doble representación del bufón más famoso de la corte de Cosme I de Medicis, el realmente llamado Braccio di Bartolo a quien impusieron como sobrenombre el del personaje que da título a un poema épico sobre las hazañas de Carlomagno escrito por Luigi Pulci. Con esa obra Bronzino trató de demostrar la capacidad de la pintura para emular la vista más completa que ofrece la escultura. Y no deja de ser curioso que el emplazamiento de la estatua más famosa del retratado, el Bacchino (pequeño Baco) de los Jardines de Boboli realizado en 1560 por Valerio Cioli, no explote la multiplicidad de puntos de vista que admite la escultura al no permitir contemplar su espalda.


En el Museo del Louvre puede contemplarse el 'David y Goliat' (1550-1555) que pintó Volterra (Daniele Ricciarelli, universalmente conocido por el nombre de su lugar de nacimiento) para el erudito florentino Giovanni della Casa. Este se lo encargó para ilustrar un tratado de arte en el que no faltaba el debate, muy vivo en el siglo XVI, sobre los respectivos méritos de la pintura y la escultura.


Saltamos al siglo XVIII para contemplar la "Monja arrodillada" (1731) de Martin van Meytens que está expuesta en el National Museum de Estocolmo. Adviértase en la imagen frontal la voyeurística presencia.

 

Una significativa serie de obras de esta tipología del siglo XIX es la formada por las piezas sobre Pigmalion y Galatea realizadas entre 1890 y 1892 por Jean-Léon Gérôme. Incluso cuentan con una versión escultórica que puede verse en el Castillo Hearst de San Simeon (California). Es significativo que la contribución del artista francés al debate entre las limitaciones de pintura y escultura se resuelva con la fusión que supone la representación pictórica del trabajo de un escultor.

En cuanto a la escena representada, recordemos que es la leyenda de la mitología griega que el poeta romano Ovidio narra en el Libro X de "Las Metamorfosis". La que cuenta como el solitario escultor Pigmalión se enamoró de la estatua de marfil que había creado y como Venus le recompensó dando vida a su obra. Así lo cuenta Ovidio:

Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del Sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.

 





Nota: documentado este apunte hemos dado con un artículo de la Wikipedia titulado Double-sided painting. Y por mucho que esté etiquetado como un stub pone de manifiesto que la muy útil enciclopedia internetal tiene contenidos que realmente la desmerecen.



PS - El humor también ha realizado algún uso de los cuadros de la tipología que hoy hemos repasado como pone de manifiesto el siguiente ejemplo de Gallego & Rey publicado en 2015.





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