Esta semana en que ha tomado cuerpo la bastante lampedusiana EBAU sustitutiva de la PAU, comenzamos nuestro habitual repaso lingüístico con el Martes Neológico. Esta sección del Cervantes se ocupó de skyline, un préstamo (ortográficamente) no adaptado que mantiene entre nosotros la y griega con que nació en inglés en 1824.
El primer ejemplo de uso en español que se aporta es de 1989 pero, como tantas otras veces, basta una sencilla búsqueda en las hemerotecas para encontrar ejemplos bastante anteriores. En Abc hemos dado con una 'tercera' publicada el 29 de abril de 1955 con el título 'El pulso de Norteamérica' en la que Julián Marías hace referencia al "skyline" de los rascacielos de Manhattan. El ejemplo por excelencia de aplicación de ese término cuya sustitución por silueta urbana no ha cuajado. Nos traemos como ilustraciones dos de las numerosas portadas del semanario The New Yorker en que ha sido representada de muy variopinta manera la más famosa de todas.
Alex Grijelmo se recreó esta semana con las antonimias que carecen de uso, de ahí el título de su columna 'Sin posible contradicción'. 'Nos venden teléfonos inteligentes pero los que carecen de sus características no llevan en la caja el calificativo de teléfonos tontos', es uno de sus ejemplos.
De lo que no estamos tan seguros es que sean las fuerzas policiales quienes han instalado en nuestras mentes el concepto de 'efectivos' que apartaría la idea de inefectivos. Más bien nos parece una creación de ese descuidado periodismo que tanto vemos practicar. Pero ya dicen que perro no come perro.
La parte más sustancial del artículo está dedicada a la denominación 'servicios de inteligencia' que se han dado los antiguamente llamados de espionaje. Se han apropiado así de un término positivo por mucho que esas labores puedan ser desempeñadas por estúpidos. Pero esta calificación del autor invita a tener una mayor comprensión hacia quienes solo acaparan titulares por sus errores, porque presumir de sus éxitos puede poner en riesgo sus fuentes de información y procedimientos. Un muy necesario trabajo condenado a tener mala prensa.
Fundéu comenzó a trabajar en domingo con un apunte dedicado a la caché, la memoria de acceso rápido en que se apoyan los procesadores. Desconocemos el motivo de esa urgencia. Siguió una referencia tenística muy a propósito para la fase más interesante de Roland Garros en la que se recomienda evitar el anglicismo rally para denominar lo que en español es un intercambio o serie (de golpes). La verdad es que no vemos tanto uso en el tenis de ese término que en español es eminentemente automovilístico.
El martes tocó un recordatorio de que el punto con el que se acaba un escrito o una división importante de un texto se llama punto final, no punto y final. Del mismo modo que lo adecuado es decir 'consigo mismo' y no 'con sí mismo' según apuntaron al día siguiente.
Prosiguieron su ciclo dando el visto bueno a los verbos mensajear y textear, para finaliza la serie semanal con un recordatorio de la doble concordancia, tanto en plural como en singular, que cabe aplicar en la mayor parte de las construcciones del tipo la mitad de, el resto de, la mayoría de, etc... O sea que tan correcto es decir 'la mayoría de los ciudadanos votaron' como 'la mayoría de los ciudadanos votó'. Y con ello el gozo de Theresa May fastidió, que en esto de las consultas tan torpe como Cameron resultó. Y así es como se ha quedado sin mayoría absoluta para gestionar ese brexit en el que su predecesor embarcó a un país que no tiene muy claro si esa es hoy la voluntad mayoritaria. ¡Vaya tropa la última hornada de tories!
Con motivo de la reciente publicación del libro 'Algunos hitos de la autoexperimentación en medicina' (Madrid: RANM, 2016) de Manuel Díaz-Rubio, el Laboratorio del Lenguaje del Diario Médico dedicó el pasado sábado un artículo a los osados médicos que experimentaron en sí mismos. Una arriesgada práctica que, al día de hoy, sigue sin ser formalmente rechazada por la ética médica.
Al día siguiente reapareció el artículo Visitas a domicilio incomprensibles ya comentado la semana pasada, que fue seguido por un apunte sobre el farragoso asunto del uso de mayúsculas y minúsculas. Como bien nos recuerdan, nada menos que 76 páginas dedica a la cuestión la Ortografía del 2010.
El jueves tocó una muy breve segunda entrega del santoral cómico dedicada a los principales patronos de interés sanitario por la que desfilan desde San Alano a San Tolomeo. Hagan un esfuerzo adivinatorio sobre estos dos antes de seguir el esclarecedor enlace.
Hay palabras que uno no sentiría mucho ver morir y, en relación con la mismas, nos ha llamado la atención el artículo de Gabriela Cañas que en su día vimos titulado como "La corta vida del roaming", menos mal que somos aficionados a guardar recortes, y ahora releemos como La corta vida de la itinerancia de datos. Bastante injustificado vemos afirmar que "con el fin del roaming quedará en el olvido. Será difícil encontrar otro [concepto] de vida tan corta" cuando el mundo es mucho más que la UE. Bienvenido sea el acuerdo europeo pero, desgraciadamente, queda roaming / itinerancia para rato.
Ya para finalizar, reseñar que parece que vuelven las periódicas paranoias sobre los chemtrails mientras que, hablando de químicos, también en el El País hemos descubierto el neologismo chemsex. El uso de sustancias para prolongar la actividad sexual, que parece está directamente relacionado con el resurgimiento de buen número de enfermedades de transmisión sexual. Igual era más importante hacer campañas sobre este problema que sobre ese despatarre con que hemos adaptado la incívica práctica, con cierta justificación anatómica, que el inglés llama manspreading. Un asunto al que hace ya más de un año hemos prestado atención en el apunte titulado Nuevas paradojas del que nos traemos una pareja de contrapuestas ilustraciones. ¡Como cambian las cosas!
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