Esta ha sido una de esas semanas en las que un vocablo muy poco utilizado salta de pronto al estrellato y se coloca en boca de muchos. Nos referimos al charrán, claro. Un ave marina cuyo homónimo con el significado de pillo o tunante seguramente dará bastante juego. Como también intuimos que verá incrementado su uso el derivado charranada (1). Todo por un matiz estatutario promovido por el diseñador del símbolo del PP.
En relación con el congreso de ese partido es interesante leer la fundamentada crítica del inicial lema "España adelante!" realizada por Alex Grijelmo. Catetos a los mandos.
Nos vamos al Martes Neológico que estuvo dedicado a la mentoría, el aprendizaje basado en el acompañamiento que toma su nombre del personaje de La Odisea llamado Mentor. El amigo a quien Ulises encomienda el cuidado y educación de su hijo Telémaco cuando tiene que partir a la Guerra de Troya.
Qué fértil contribuyente a nuestro lengua ha sido esa obra de Homero. Desde la aplicación a las peripecias, sobre todo adversas, de su propio título derivado del nombre griego de su protagonista Odiseo, en latín Ulises, al habitual recurso metafórico al Caballo de Troya. El que en nuestros ordenadores se convierte símplemente en troyano. Pero también usamos arder Troya, cantos de sirena, el ya más culto estar entre Escila y Caribdis,...
Volvemos al artículo del Cervantes para señalar que Dª Concepción Maldonado González establece la difusa diferencia entre mentoría y coaching en el plazo de los objetivos, que serían más inmediatos en el segundo caso. No creemos que se pierda gran cosa por desterrar el anglicismo.
No ha resultado especialmente estimulante la semana de Fundéu que arrancó dando su visto bueno a los feos financierizar y financierización para facer referencia al creciente peso del sector financiero en la economía. Creemos que podremos pasar sin tales palabros como hemos esto hecho hasta ahora con un fenómeno que poco tiene de nuevo.
Prosiguieron su pedagógica labor con un recordatorio de que slalom se escribe en español eslalon y su plural son eslálones. Al día siguiente un poco de sintaxis bien resumida en el título del apunte: soy de los que piensan, no de los que pienso. Pero no olvidemos que lo importante es practicar mucho ese verbo.
El jueves nos propusieron utilizar vehículo autónomo con preferencia a 'sin conductor', más que nada para evitar la confusión con los alquilados sin chófer. Tampoco caben muchos equívocos puesto que cuando el conductor viene con el coche el lenguaje suele volverse bastante preciso: taxi, uber, limusina, blabla, ...
Para completar su ciclo semanal los urgentes nos recomendaron utilizar la expresión controles y equilibrios, en vez del anglicismo checks and balances, para hacer referencia al sistema de separación de poderes característico del estado de derecho. Se nos hace un recado dirigido a un pequeño grupo de hablantes muy afectados.
En el Laboratorio del Lenguaje del Diario Médico publicaron el lunes una breve nota sobre las lenguas más concisas en términos de caracteres, luego más aptas para Twitter (enlace). Gana de calle el ideográfico idioma chino, mientras que el español no sale muy bien parado. Pero ello a causa del abundante uso de artículos y preposiciones que suelen obviarse en ese tipo de mensajes. Sin problemas.
Al día siguiente nos explicaron las bases que dan veracidad al explícito título del apunte 'La grosería con los médicos tiene efectos devastadores', mientras que el miércoles descubrimos en el titulado "Premio 'Palabras de Pacientes'" la para nosotros previamente desconocida autopatografía. Esto es el relato autobiográfico centrado en una dolencia determinada. Interesante iniciativa la de intentar copiar los galardones que se conceden en Francia a los escritos de esa peculiar especialidad literaria no apta para aprensivos.
Ayer mismo la web médica añadía una interesante nota sobre el origen del nombre dado al llamado baile de San Vito, una sintomatología que la medicina prefiere llamar corea a partir del término griego para la danza (choreia).
Javier Marías dedicó su colaboración en El País titulada ¡OIGAN!, así, en gritonas mayúsculas, a denunciar el mal uso del verbo escuchar. Un también abuso que está colocando en 'riesgo de exclusión' a oir. Acciones diferenciadas por la voluntariedad que, en ambientes ruidosos, hacen que sea imposible oir algo por más que se escuche. Pero lo peor quizá sea lo poco que hoy se escucha a quien opina de distinta manera. La imperante adicción al 'sesgo de confirmación'.
También en El País hemos descubierto el neologismo democratura, la dictadura vestida de democracia en que Jacek Kucharczyk, presidente del think tank Instituto de Asuntos Públicos, ve sumida a Polonia (enlace al artículo). Lo malo es que se nos ocurren unas cuantas más.
Comentar, por último, que el artículo de Manuel Conthe titulado 'La paradoja de Clemenceau-Azaña' admite como corolario una sencilla explicación del creciente menosprecio de la cultura. Quede claro que citada en su sentido clásico, no en el de ir a ver 'Ocho apellidos vascos'. Y es que ese hecho no es sino una consecuencia más de la 'Commodity theory' que enunció en 1968 el psicólogo social americano Timothy Brock. Una teoría que propugna que cuando algo es abundante y de libre acceso, pongamos fácilmente accesible en internet, pierde atractivo y deja de interesarnos. El 'si algún día me hace falta saberlo, ya lo buscaré en la red'. Válido para detalles, pero inviable para construir un Conocimiento. Así se oyen luego, incluso sin querer escucharlas, tantas necedades.
Como colofón una anamorfosis de Istvan Orosz que nos ha gustado.
(1) Al poco de escribir este párrafo oíamos como a Miguel Ángel Águilar se le llenaba la boca de charranada en La Sexta. Previsible.
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