Les habíamos anticipado en una reciente entrada que dejábamos pendiente de contarles alguna cosita relacionada con el que fuera Jefe del Estado de España durante casi cuarenta años, así que, según ha quedado anunciado a modo de titular, lo prometido es Franco.
Les imaginamos al corriente de que en este país tan cargadito de prohibiciones, menos mal que esto es lo que llaman un régimen de libertades, hay una Ley de 2007, a la sazón llamada de la Memoria Histórica, que nos dicta quien puede tener reconocimiento monumental público y quien no. Recientemente les tenemos contado como el lisiado Millán Astray, quien bien poco protagonismo tuvo en el franquismo al margen de su muy aireado encontronazo con Unamuno (vamos que lo suyo fueron menudencias al lado de las que armó el hijo predilecto coruñés Martínez Anido), había sido retirado de las calles de su ciudad natal en aplicación de la citada Ley. Le queda a su familia el consuelo de que nadie parece haberse empeñado aún en retirar su enucleado globo ocular del Museo de la Legión de Ceuta.
En todo caso la estrella de la aplicación de la Memoria Histórica es la figura de Franco. Tras el proceso depurativo subsecuente a la promulgación de la Ley reguladora de la memoria, los melillenses suelen proclamar que en esa ciudad autónoma se encuentra la última representación del General, la cual se habría librado de la aplicación de la normativa por un subterfugio legal basado en que el motivo de ese reconocimiento fue la defensa de la ciudad de los asaltos de los rifeños, mérito anterior por tanto, a su larga carrera como dictador. Así que muy sibilinamente la placa dice "Melilla al comandante de la Legión Francisco Franco Bahamonde". No está mal el truco de degradar a quien se autoconcediera el grado de generalísimo.
Lo más curioso es que en la capital asturiana no son pocas las manifestaciones, sobre todo cuando gobierna el PP en Madrid, porque aquí, con o sin socios, casi siempre lo hace el Psoe, que acaban frente a la Delegación del Gobierno. Luego frente a la figura del dictador. Y tenemos para nosotros que está es la auténtica razón de su permanencia, porque alguno ya le tendrá contado a sus nietos: "no veas las que le tenemos montado a Franco, y el tío ni rechistaba". Porque ya se sabe que si no hay francés que se precie, perteneciente a las generaciones pertinentes, e incluso alguno que ni siquiera, que no haya combatido en la Resistencia, por allí tampoco se encuentra uno muchos monumentos a Pétain. Y no han necesitado prohibirlo por ley, aquí también ha resultado que casi todo el mundo ha sido un ardiente luchador antifranquista.
Aprovechamos para dar una explicación de la poco conocida simbología del monumento erigido en 1975. La figura principal es la de la diosa griega Hera, la esposa de Zeus que actuaba como como protectora del matrimonio y de las mujeres, la cual se muestra en actitud distante, suele interpretarse como de rechazo, frente a las representaciones de Neptuno, que cabalga a lomos de un delfín, colocado a la derecha, y la de Apolo situada a la izquierda en actitud de pedir clemencia. Recordemos que este dios solar era el fruto de los cuernos que Zeus le puso a su vengativa esposa con Leto, a quien Hera puso variados inconvenientes, existen diversas versiones del asunto, para llevar a buen término su parto.
El caso es que su proximidad al Régimen permitió a este gallego acrecentar cuantiosamente su fortuna, lo que de momento parece no haber despertado recelos en la corporación coruñesa tan proclive a retirar honores, y aquí si que hay para quitar, porque D. Pedro tiene el "kit honorífico completo" de su ciudad natal (1). No debe ser causa menor de esa inacción el hecho de que la fundación que lleva su nombre se deje sus buenos de los antiguos duros en la antiguamente llamada La Coruña.
Es notable que este prohombre se hiciera representar en algunas poses que aproximaban su imagen a la de su admirado y hay quien dice que envidiado Franco. Aún así, como de bien nacidos ya se sabe, promovió regalarle el Pazo de Meirás previa adquisición por suscripción popular. Véanle en el logotipo de la su Fundación que invita a pensar que se había quedado con las ganas de acuñar sus propias monedas de curso legal. ¿Ven cómo el dinero no da la felicidad? Y de paso esperamos que coincidan con nosotros en la viabilidad plástica de rededicar el monumento ovetense a Franco a este otro ilustre gallego.
(1) Hijo Predilecto, Medalla de Oro y su nombre en la Avenida que bordea la Playa de Riazor, una de las más señeras de la ciudad.
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