sábado, 11 de mayo de 2013

Protestas y lengua viva

Da la impresión de que finalmente el eufemismo escrache no va a tener la oportunidad de anidar en nuestro vocabulario habitual porque este tipo de acoso parece batirse en retirada a pesar de la complacencia con que es visto por los magistrados del Tribunal Supremo. Ya se nota que no lo han sufrido y tenido la consecuente ocasión de valorar eso de no harás a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a tí. Por cierto que cuando se escribe desde Asturias es pertinente resaltar que el  primer uso documentado sobre el solar hispano de esta palabra  se produjo en Gijón en 1998 según cuenta Alex Grijelmo en una "Tribuna" de El País en la que explica la historia de este vocablo retornado a Europa procedente del lunfardo al que llegó como préstamo del italiano.

La forma de protestar que parece seguir gozando de buena salud es desnudarse (algunos ejemplos), porque una sociedad que se gasta una pasta en ponerse guapa inevitablemente acaba queriendo mostrar el fruto de tanto esfuerzo. Así cada dos por tres tenemos en las noticias algún topless de las activistas de Femen o vemos por internet alguna famosa semiencuerada para los neotalibanes de Peta (People for the Ethical Treatment of Animals)que aquí no sabemos de que usarán bolsos y zapatos tan destacadas propagandistas. De hecho, algunas, como en el notorio caso de Naomi Campbell, no tardaron en volver a lucir pieles de pelo largo, que no hay por qué pensar todos los días lo mismo.



Una pérdida lamentable es la decadencia del llamado "streaking", las carreritas en pelotilla que amenizaron numerosos eventos sobre todo en los años setenta. 1974 puede considerarse el año del apogeo de esta práctica,  la revista LIFE escogió como foto del año  la imagen de un ejecutante durante el partido de rugby Inglaterra-Francia en el estadio de Twickenham y hasta en la ceremonía de los Oscars de ese año se produjo una exhibición que algunos sostienen que formaba parte del guión a la vista del muy elaborado comentario del maestro de ceremonias David Niven: "¿no es fascinante pensar que probablemente las únicas risas que este hombre habrá logrado en su vida las ha obtenido desnudándose y exhibiendo lo que más le falta?"



Si con el escrache hemos dado con una palabras que ha seguido un extraño periplo, en esa misma categoría no podemos olvidarnos de maestro, la respetuosa denominación que recibían quienes enseñaban las primeras letras a los niños y de la que, quizá por asociación con un perfil rural y poco sofisticado, renegó el políglota Ministro Villar Palasí (hablaba 12 idiomas) en su Ley General de Educación de 1970 para implantar esa larguísima perífrasis de Profesor de Educación General Básica, inevitablemente reducida a "profesor de egebé". Claro que el invento del karateka Ministro de Franco no fue nada comparado con las aportaciones de la democracia a la lengua común, les supongo al corriente de la estupidez de la LAPAO y la LAPAPYP. Volvamos con la palabra maestro que, como es sabido, ha retornado a nuestro vocabulario haciendo escala en Estados Unidos donde se convirtió en master, título que con el que en los años ochenta comenzaron a implantarse en España titulaciones orientadas al mudo de la gestión de empresas cuya denominación finalmente también fue adoptada para el escalón superior de la formación en las enseñanzas adaptadas al Plan Bolonia. Es curioso que en el vecino sureño de Estados Unidos, así como en otros países hipanoamericanos, utilizan sin complejos la palabra maestría.

En el terreno de las denominaciones profesionales la solución más brillante de la historia del castellano probablemente sea el término azafata, el afortunado invento de un dirigente de Iberia estrenado en 1946 con motivo de la implantación de la primera ruta entre Europa y América del Sur (Madrid - Villa Cisneros  Natal - Río de Janeiro - Buenos Aires). Para un viaje que requería 36 horas de vuelo (detalles muy interesantes, como la habilitación de un cobertizo para celebrar la misa dominical en la escala de Natal, pueden leerse en este interesante blog) se incorporaron auxiliares de vuelo reclutadas entre la alta sociedad madrileña de la época, uno de los pocos colectivos en los que era posible encontrar señoritas con conocimientos de idiomas. Tan selectas empleadas difícilmente aceptarían otros términos barajados como aeromozas por lo que se tuvo la brillante ocurrencia de reciclar la denominación que históricamente se daba a la camareras de la reina a partir del azafate, un canastillo con los reales útiles de costura. Este es uno de tantos arabismos del castellano, en este caso derivado de "as safat", el cesto. Así que camareras, pero reales. En gran parte de hispanoamérica aún prevalece el uso de aeromoza como vemos en una portada de la edición mexicana de Playboy dedicada a la profesión que protagoniza más fantasías de los caballeros tras la enfermeras (o Ayudantes Técnicos Sanitarios, ATS; las azafatas también cuentan con su inevitable sigla, TCP, Tripulantes de Cabina de Pasajeros).



El creciente arraigo de la cultura de lo políticamente correcto es terreno propicio para toda clase de eufemismos y ya nos referíamos en una reciente entrada a que hasta el rudo fútbol ha dado en llamar Segunda B a la tercera categoría del campeonato. La cosa tendría un pase si hiciéramos como las compañias aéreas, incluida nuestra Iberia, que omiten la fila 13 (algunas como Lufthansa tampoco tiene la 17, número de la mala suerte en Italia y Brasil), y evitáramos tener Tercera División para eludir las negativas connotaciones de la clase que en la tragedia del Titanic mostró superior mortalidad (75% frente al 59% de la Segunda y el 39% de la Primera). Pero el caso es que desde Segunda B se desciende a Tercera, que sí se admite el nombre para designar la categoría que es puente de paso a las divisiones regionales. Este tipo de trampas lingüísticas ha tenido su éxito y son muchos los países en los que se han buscado eufemísticas denominaciones para las segundas categorías deportivas, hasta el punto de que en casos como el británico coexistieron las sinónimas Premiere League y First Division, aunque esta última es conocida desde 2004 como Football League Championship o de forma coloquial símplemente Championship. Los súbditos de Su Graciosa Majestad son tremendos porque también tenemos un amigo que es socio de un club galés en el que todos sus miembros ostentan el flamante título de vicepresidente.


En cuanto a la figura conocida como epíteto se ha producido un significativo cambio en el utilizado por excelencia en el mercado inmobiliario. Recordarán que durante muchos años en España lo que se vendía no eran viviendas sino "últimas viviendas". Este es uno de esos casos en que es oportuno dejar que sea una imagen la que nos explique lo ocurrido, fíjense como discurre la vida de los envejecidos anuncios de "últimas viviendas".



Pero es que la lengua es una imprevisible caja de sorpresas, o acaso alguno de ustedes sospechó alguna vez que iba a utilizar la palabra infanta como complemento de los verbos imputar y desimputar. Algunos periódicos parecen divertidos con el uso de este real predicado.





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