jueves, 23 de agosto de 2018

Calambures (3ª parte: más literatura y alguna canción)


Algunos juegos verbales cabe pensar que no son intencionados y que son los lectores quienes realizan serendípicos hallazgos no previstos por el autor. Como la interpretación alternativa que cabe dar al verso inicial que da título a la égloga de Garcilaso de la Vega (1501-1536) "El dulce lamentar de dos pastores". Desplace una sílaba uno de los espacios y leerá 'el dulce lamen tarde dos pastores'.

La segunda estrofa de 'La noche oscura' de San Juan de la Cruz (1542-1591) también incluye un famoso verso que ha sido objeto de una alternativa interpretación como 'a oscuras y encelada':

   
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada. 

Transcribimos la nota del texto albergado en el Centro Virtual Cervantes:

en celada: ‘a escondidas’, ‘ocultamente’, ‘de manera imprevista’, como ‘artimaña para distraer o engañar a los contrarios’, pero también puede ser considerado como participio del antiguo verbo encelar (‘encubrir’). Juan de la Cruz (IIN, 23, 1) define la expresión como ‘escondido o encubierto’ y explica que el alma iba encubierta y escondida del demonio y de sus cautelas y asechanzas.
       
En clave bastante más zafia también hay quien saca un segundo significado al famoso Clamé al cielo y no me oyó del Tenorio de Zorrilla

Un ejemplo moderno, que entronca con los malentendidos que el inglés llama mondegreens y en español hay quien llama pomporrutua, es la “blancura del lirio de la canción 'La Gaviota' de Silvio Rodríguez, incluida en el disco Unicornio (1982). Expresión casi indistinguible de la “blancura, delirio que tantos entienden y que el propio autor reconoció en una entrevista concedida a Chiqui Vicioso que le gustaba más que su idea original. Así que delirio es lo que ahora dice la letra de esa canción en la web del cantautor cubano.

Una canción infantil que incluye una calamburesca dilogía, en este caso deliberada, es la titulada "Animales fútbol club" (1979) de Honorio Hererro y Luis G. Escolar, con arreglos de Jesús Gluck, que cantaban los payasos de la tele (ver vídeo). Así dice el fragmento que nos interesa:

a la bin a la ban a la bin bon binbon bun que vivan que vivan animales futbol club (bis)
escogeremos a doña ballena
¿por quéee?
porque si fuera vacía no nos interesaría

Volvemos a la literatura con el poeta argentino José Hernández, que se sirvió del juego tan denostado por Unamuno, que en eso coincidía con Voltaire (1), en el séptimo canto de su poema narrativo 'El Gaucho Martín Fierro' (1872). El narrador lo utiliza en primer lugar para llamar 'vaca' a una muchacha, pero el enmascarador artificio no le evita una desabrida réplica.

Al ver llegar la morena
Que no hacía caso de naides
Le dije con la mamúa:
—«Va... ca... yendo gente al baile.»

La negra entendió la cosa
Y no tardó en contestarme
Mirándome como á perro:
«Más vaca será su madre.»

Un segundo artificio de similares características, incluido en ese mismo canto, es el que utiliza para llamar a un hombre "porrudo" (de pelo abundante). Ello para recibir, nuevamente, áspera contestación.

Lo conocí retobao
Me acerqué y le dije presto;
«Po... r... rudo que un hombre sea
«Nunca se enoja por esto.»

Corcobió el de los tamangos
Y creyéndose muy fijo:
«—Mas porrudo serás vos,
«Gaucho rotoso» me dijo.

Muchos juegos de palabras se apoyan en la paronimia.  Volvemos al Siglo de Oro para apreciar el incluido en los versos que Juan de Tassis y Peraltaconde de Villamediana, dedicó a Pedro Vergel. Este fue un Alguacil Mayor de Palacio en tiempos de Felipe IV, que en 1607 se casó con Magdalena de Gamboa, amante del zaheridor (y, probablemente, de unos cuantos más).

¡Qué galán que entró Vergel 
con cintillo de diamantes, 
diamantes que fueron antes 
de amantes de su mujer!

También Góngora hizo uso de esa calamburesca paronimia en la primera obra de teatro que escribió, la comedia 'Las firmezas de Isabela' (1610).

Laureta:
En tu sortija hermosa
se queden, y en su diamante,
las señas que das de amante,
y yo di de codiciosa.
porque no la he de llevar,

ni la querrá mi señora

Otra del propio Góngora en la que se contrapone castellano y latín es la del romance ¿Quién es aquel caballero...  (1597):

Toda la tierra he corrido,
el mar he visto en latín:
mare vidi muchas veces,
pero no maravedí.


En 'La Pícara Justina', una novela generalmente atribuída a Francisco López de Úbeda, cuya primera edición conocida data de 1605, puede leerse (pp. 279-280):

Dio [la mula] un estirijón para desasirse de la carreta con tanta fuerza, que por pocas hubiera de hacer empanada de nuestros sesos, y aun fuera con toda propiedad empanada, porque siendo nuestro seso tan poco o tan ninguno, siendo empanada de sesos, fuera en pan nada

Este juego de homofonía también aparece en otros textos posteriores como el 'Entremés del dragoncillo' de Calderón, 'El conde de Partinuplés', la comedia más célebre de Ana Caro Mallén (1590 - 1646), o en 'Día y noche de Madrid' (1663) de Francisco Santos

Un ejemplo mucho más moderno es el que Rubén Darío incluyó en sus «Versos de año nuevo» (1910). En su creación, expresamente avisada en un verso con el galicismo calembour, es el plural «Shopenhauers» del apellido del famoso filósofo alemán el que resulta descompuesto como «chop en Auer´s». Este último era un bar bonaerense, popular a finales del siglo XIX, mientras que chop  (también chopp) es un término utilizado en diversos países hispanoamericanos, entre ellos Argentina, para referirse a 'una jarra o copa de tamaño grande para beber cerveza' y, por metonimia, a su contenido.

Kants y Nietzsches y Shopenhauers
ebrios de cerveza y de azur
iban, gracias al calembour
a tomar su chop en Auer´s

En el caso del Nocturno en que nada se oye (1931) del mexicano Xavier Villaurrutia - seséese la zeta final de la palabra voz - el juego desborda las habituales dos formas alternativas:

Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro
cae mi voz
y mi voz que madura
y mi voz quemadura
y mi bosque madura
y mi voz quema dura

El mismo autor recurre al emparejamiento de dos calambures parónimos en el epigrama

 En Boston es grave falta
 hablar de ciertas mujeres
 por eso aunque nieva nieve
 mi boca no se atreve
 a decir en voz alta
 ni Eva, ni Hebe

Un ejemplo de yuxtaposición de múltiples reagrupamientos es el de la aparentemente enumerativa estrofa de Francisco Isla:

Castilla, París, tea, dado,
amor, osa, lamas, cara,
muestra, portal, ala, corte,
atún, oblea, viso, pasa.

Convenientemente reagrupada, se lee así:

Castilla, París te ha dado,
amorosa, la más cara
muestra. Por tal, a la corte
a tu noble aviso, pasa. 

Volvemos a tiempos recientes para constatar que en la poesía de Gloria Fuertes pueden encontrarse numerosos ejemplos, pero muchos de ellos se nos hacen demasiado triviales (¡Oh diosa, odiosa!). El que más nos gusta de cuantos conocemos de esta poeta, que no admitía ser llamada poetisa, es el incluido en 'A lo mejor es bueno':

la guerra no se para,
la guerra nos separa hermanos negros, amarillos, de todos los colores

Finalizamos con una creación del poeta asturiano Ángel González, que se sirvió del título "Calambur" para advertir la presencia de uno de estos juegos en ese poema que forma parte del libro "Muestra: corregida y aumentada, de algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales que habitualmente comportan" ( Ed. Turner, 1977). Esta es la cuarteta final:

dore mi sol así las olas y la
espuma que en tu cuerpo canta, canta
-más por tus senos que por tu garganta- 
do re mi sol la si la sol la si la.





(1) Decía en 1908 en la revista Faro: 'En general sería difícil descubrir un grupo considerable de españoles capaces de reaccionar ante lo que no sea un calembour o una carga de caballería, últimos reductos de la literatura periodística y de la política de tertulia'. (Monodiálogos de don Miguel de Unamuno; Ediciones Ibérica New York, 1958).

 Voltaire lo consideraba «le fléau de la conversation, l’éteignoir de l’esprit» (el flagelo de la conversación, el extintor de ingenio).



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