lunes, 6 de agosto de 2018

CLIPDA CCXXI: Eduardo Sojo en El Buñuelo


En el apunte de julio dedicado al periódico satírico madrileño El Buñuelo veíamos como, a partir del tercer número, esa publicación comenzó a contar con la colaboración del ilustrador Eduardo Sojo, que firmaba sus trabajos como Demócrito. Nacido en Madrid en 1849 y muerto en esa misma ciudad cuando aún no había cumplido 60 años, su producción se desarrolló entre 1873 y los primeros años del siglo XX en más de cuarenta publicaciones periódicas. Resulta particularmente destacable que consiguiera alcanzar el éxito en tres países distintos con el semanario satírico El Quijote. En Argentina desde agosto de 1884 a noviembre 1905, en Uruguay con la efímera versión titulada Don Quijote Oriental de 1887 a 1888, y en España desde 1892 hasta 1902.

Aunque hoy comparece en este blog como divulgador de clásicos de la pintura por medio de sus parodias, su obra va más allá de la caricatura periodística y asímismo alcanzó notable éxito con láminas de muy variada temática.

Comenzamos el recorrido por El Buñuelo recordando la ilustración a doble página titulada 'La chifladura del monstruo' publicada en el nº 3, fechado el 11 de abril de 1880. Una espléndida recreación en clave política del cuadro de Francisco Pradilla titulado 'Dª Juana la Loca' (1877) que se exhibe en el Museo del Prado. En la misma es Cánovas quien, vestido de bandolero andaluz, vela el féretro que representa al Partido Conservador. Pero lo cierto es que aún tardaría casi un año en ceder el poder a la formación liberal recién constituida por Sagasta.


El magno lienzo (340 x 500 cm) pintado en Roma por Pradilla cuando contaba veintinueve años, fue el tercer envío que realizó como pensionado de la Academia de España y es considerado una de las cumbres del género histórico español. Lo representado es un episodio del viaje realizado por doña Juana I de Castilla (1479-1555) acompañando el cadáver de su esposo Felipe el Hermoso, fallecido el 25 de septiembre de 1506. Un largo y penoso trayecto desde la burgalesa Cartuja de Miraflores hasta Granada que se inició el 20 de diciembre de 1506. En la jornada finalizada en Hornillos, que había tenido inicio en Torquemada, una localidad donde el 14 de enero de 1507 la reina había dado a luz a su hija Catalina, según la crónica de Pedro Mártir de Anglería: "mandó la reina colocar el féretro en un convento que creyó ser de frailes, mas como luego supiese que era de monjas, se mostró horrorizada y al punto mandó que lo sacaran de allí y le llevaran al campo. Allí hizo permanecer toda la comitiva a la intemperie, sufriendo el riguroso frío de la estación".

Ya se ve que Dª Juana no podía soportar que otras mujeres, aunque fueran monjas como las de aquel monasterio de Santa María de Escobar, estuviesen cerca del rey. La figura de la reina ocupa el centro de la composición, mientras vela el féretro de su esposo, que está adornado con las armas imperiales y permanece colocado sobre las parihuelas de transporte. Viste un grueso traje de terciopelo negro que permite adivinar las secuelas de su reciente parto, mientras que resulta notable el detalle de su mano izquierda con dos alianzas indicativas de su viudedad.

La exposición pública del cuadro en Roma en mayo de 1877, anticipó el éxito que posteriormente obtendría, con reconocimientos como la Medalla de Honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1878 o el máximo galardón de la Exposición Universal de París de ese mismo año, amén de otros premios en Berlín Viena. No es extraño, por tanto, que su precio alcanzara la entonces impresionante cifra de 45.000 pesetas que hizo necesaria la aprobación de un crédito especial en el Congreso de los Diputados.

Pasamos al nº 6 de El Buñuelo, fechado el 6 de mayo de 1880, que incluyó una parodia de 'La rendición de Breda' (1634-35) de Velázquez, que Sojo tituló 'La rendición de Toreno'. Adjuntamos dos copias de esa lámina, porque la de mayor calidad tiene un inoportuno plegado central. Se trata de una escenificación de la salida del tercer gobierno de Cánovas del político Francisco de Borja Queipo de Llano, VII Conde de Toreno. Una cuestión que ya había sido objeto de la circense portada del nº 4 (22/4/1880) que puede verse junto a estas líneas.

El cuadro realizado por Velázquez para el Salón de Reinos del destruido Palacio del Buen Retiro, representa el relevante episodio de la Guerra de Flandes ocurrido el 5 de junio de 1625. Tras un año de sitio por parte de las tropas españolas, la ciudad holandesa de Breda cayó rendida, un hecho que se solemnizó con la entrega de las llaves de la ciudad realizada por su gobernador Justino de Nassau al general vencedor, Ambrosio de Spínola. Las tropas españolas se sitúan a la derecha, tras el caballo, con aspecto de experimentados combatientes armados con picas que, sin embargo, pasaron al título del cuadro con el nombre de las más cortas lanzas. A la izquierda se sitúan los holandeses, con aspecto más joven e inexperto, en un grupo que delimita otro caballo. Todas las figuras se suponen auténticos retratos, entre los que cabe destacar el de la última figura de la derecha que es un autorretrato de Velázquez. Recordar, por último, que la la ciudad de Breda volvió a manos holandesas, ya para siempre, en 1639.


En el nº 10 de esa misma publicación, fechado el 3 de junio de 1880, se parodian las 'Bodas de Tetis y Peleo' (1636-38) de Jacob Jordaens. Una lámina titulada 'La manzana de la discordia' que incluye una amplia galería de políticos de la época, en la que Sagasta interpreta el papel de la despechada Venus.

Recordemos que la escena original recoge los hechos que, en última instancia, provocaron la Guerra de Troya. Cuando se casaron Tetis y Peleo, Júpiter invitó al banquete a todos los dioses a excepción de Eris, diosa de la discordia, que aun así se presentó, pero no fue admitida. Así que decidió vengarse lanzando una manzana de oro con la inscripción "Para la más bella". Una maliciosa acción que provocó una disputa entre Venus, Juno y Minerva que llevó a Júpiter a encomendar a Mercurio que las llevara a presencia del príncipe troyano Paris para que actuara como juez de esa disputa.

Venus, en cuyas rodillas se apoya Cupido, tiene a Minerva a su espalda, ya abalanzándose sobre la mesa, mientras que enfrente aparece Juno, sentada al lado de su marido Júpiter, que sostiene la manzana en la mano, ya a punto de dársela a Mercurio. Los novios son la pareja de la derecha, mientras que Eiris es el personaje alado que sobrevuela la escena.

La historia continúa con las tres diosas intentando sobornar al juez que, finalmente, optó por Afrodita, que le había prometido el amor de la mujer más bella del mundo. Y esta era Helena, la esposa del rey Menelao, que fue raptada por Paris para llevársela a Troya, provocando la venganza de Menelao que dio lugar a la Guerra de Troya.

Este lienzo estaba destinado a la Torre de la Parada, una casa de recreo situada en los montes del Pardo cuya decoración generó el mayor encargo que Felipe IV hiciera a Rubens. Este encomendó parte del mismo a colaboradores de su taller, entre los que Jordaens tuvo un destacado papel con al menos cinco colaboraciones. 


'La Fragua de Vulcano de Velázquez' fue el lienzo parodiado en el nº 12, fechado el 12 de junio de 1880. En la recreación puede verse a varios miembros del fusionismo, con Sagasta al frente en el papel de Vulcano, aplicados a forjar una coalición capaz de acceder al gobierno. El papel de Apolo lo ejerce una representación de la patria que les recrimina: ¡Imbéciles! ¿No veis que estáis machacando en hierro frío?

El original pintado por Velázquez hacia 1630, en su primer viaje a Italia, está inspirado en las Metamorfosis de Ovidio. Apolo fue a la fragua de Vulcano para contarle la infidelidad que su esposa, Venus, estaba cometiendo con Marte. Una noticia que deja petrificado a todos los presentes, como Velázquez representó con maestría.


Una última lámina de Eduardo Sojo dedicada a recrear un famoso cuadro fue publicada en el nº 16, aparecido el 15 de julio de 1880. El lienzo elegido fue 'Hambre en Madrid' (1818) de José Aparicio que, como todos los de esta serie, forma parte de la colección del Museo del Prado.

La hoy no especialmente popular obra de Aparicio, pasa por ser el cuadro más famoso de los realizados durante el reinado de Fernando VII y fue uno de los más reproducidos en su época. En el mismo un grupo de soldados franceses ofrece alimentos a un grupo de madrileños que está encabezado por un anciano en cuyo regazo yace una mujer muerta, mientras que un exhausto niño se apoya en su hombro. Otro grupo de personajes se agrupa, apurando unas sobras, en torno a un pilar que luce una inscripción en la que se proclama la fidelidad al rey depuesto. Mientras la figura de la izquierda rechaza el pan ofrecido por el militar, un majo hace ademán, al fondo, de abalanzarse sobre los franceses, mientras es retenido por su mujer, que sostiene un bebé en brazos.

En la parodia titulada 'El hambre de ahora' los oferentes no son franceses, sino los los representantes del gobierno, la milicia y la judicatura españolas. La representación de la patria, en cuyo hombro se apoyan las colonias, ocupa el lugar central de un variopinto grupo en cuyo extremo derecho se adivina una referencia al 'Saturno devorando a su hijo' de Goya. Obsérvese que un pliego tirado en el suelo reproduce algunos sinónimos de hambre: ayuna, gazuza y carpanta.  


Para disfrute adicional de quienes pudieran tener interés en saber más sobre el artista de hoy, enlazamos una monografía de Antonio Laguna Platero y Francesc A. Martínez Gallego titulada Eduardo Sojo, el Quijote de la caricatura






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