sábado, 16 de marzo de 2024

Lenguaje de la semana 11/2024 (1ª parte)


Iniciamos esta nueva sabatina, que vamos a dividir en dos partes, en el Martes Neológico que Antoni Nomdedeu Rull ha dedicado a la voz agregador en su internetal sentido de "agregador de noticias". Un calco del inglés news aggregator que se usa para hacer referencia a las recopilaciones en una sola página web de publicaciones procedentes de una multiplicidad de fuentes de la red. Neologismo que Fundéu recomienda sustituir por lector o recopilador de contenidos.

Gabriel Dols publicó en El Trujamán la tercera entrega de la serie Poesía en el Movimiento: censura y traducción en los inicios del pop en España (1960-1969). Particularmente curioso nos ha parecido que la versión del grupo malgache  Les Surfs de 1963 del Don’t Make Me Over de Dionne Warwick, titulada No, no te vayas [Hispavox], viniera ya "amansada" desde Francia, país que desde aquí se veía como paraíso de la libertad de expresión.

Decíamos en La lengua en la semana 48/2023 que nos había sabido a poco el breve Rinconte El amor lusitano de Carmen de Burgos  que Macarena Cuiñas Gómez dedicó el último día del pasado mes de noviembre a la escritora almeriense que pasa por ser la primera mujer que ejerció el periodismo de forma profesional en España.

El pasado jueves llegó la solo algo más extensa continuación titulada La literatura portuguesa por Carmen de Burgos que tampoco llega a las quinientas palabras y no menciona ni enlaza su antecedente. Así que menos aún cabía esperar alguna sinergia con otro recursos del Instituto Cervantes como es la disponibilidad del libro El artículo 438, mencionado en el artículo, en la edición de 1921 de la colección La novela semanal que luce la adjunta cubierta ilustrada con el retrato de la autora.

Álex Grijelmo publica hoy en El País La punta de la lengua titulada Veinte treinta que critica la afectada enunciación de los años a la inglesa y también aprovecha para recordar el sinsentido de la proliferación del uso del ampersand anglosajón que, postureos aparte, ninguna ventaje aporta frente a nuestra tradicional conjunción y. Como es habitual, encontrarán el texto completo en el Anexo a este apunte.

Pasamos al lenguaje del humor con García Morán que apoyó su viñeta del martes en el calambur que por antonomasia evoca a las profesionales que pronto van a ver prohibida su labor si el Tribunal Constitucional no lo remedia. Libertad sexual, salvo que medie dinero. La cosa podría acabar hasta en anulación de oficio de algunos matrimonios. 

La búsqueda de chistes basados en ese equívoco nos ha llevado a dar con la desopilante autodescripción que sigue: "Era el típico pesado que podía pasarse toda la excursión del colegio a Santo Espíritu o al lago de Anna contando chistes sin parar. Me los sabía todos. Cuanta oratoria me veis emplear en el parlamento se la debo a esas largas horas de autobús contando chistes uno detrás de otro". A ver si dan con la identidad de esa liposarcomática célula del PP que recuerda [aquí] un chiste de "se abre el telón" sobe la película La máscara de hierro [aunque el dice mascarilla].  

Proseguimos con Peridis, que hoy se convierte en el séptimo dibujante a quien vemos hacer uso de un evocador reskoldo / rescoldo.

Casi un mes de descanso han gozado las líneas rojas en las secciones gráficas de la prensa hasta que Malagón las recuperó el martes en 20 minutos en forma de sanchesca venda. Así que hemos reactivado la colección de Las líneas rojas en el humor de 2024.

En aplicación de un popular dicho, Padylla sirvió doble razón de "koldo" al expresidente canario Torres y asimismo apuntó que el pretérito de prometer que emplea Sánchez es "promentí".

Sansón proponía el miércoles eufemizar por contraposición el tan dominante en la política "y tú más", mientras que Miki y Duarte  daban cuenta al día siguiente de lo asentada que ya está esa fórmula en la confianza de los ciudadanos. Idígoras y Pachi, por su parte, abundan hoy en el señalamiento del pueril hábito de recurrir al lanzamiento de la aumentativa descalificación con la escenificación  de un cruce de felinos reproches entre Daoíz y Velarde.

El lunes volvía al humor de Gallego y Rey el popular pulpo como animal de compañía  alumbrado por los creativos de un anuncio de comienzos de los años noventa del juego  Scatergories (enlace vídeo) en el que, por cierto, no se escucha la expresión formulada tal y como suele utilizarse (aceptamos ...). En el artículo de Pedro Álvarez de Miranda que hemos enlazado se apunta como ejemplo de uso más antiguo el aparecido en El País  del 16 de enero de 2001, casi una década después del anuncio.  Acompañamos este debut como octópodo en el Zoo Pedro con otra versión de los humoristas madrileños, en ese caso como tentacular sujeto pasivo, publicada en El Mundo el 25/11/20. [1]

Confuso origen tiene la expresión "Engañar como a chinos", actualmente proscrita en los prontuarios de habla políticamente correcta, que Javi Salado llevó a su viñeta del miércoles. La teoría más extendida sobre su origen es que deriva de la facilidad con que Marco Polo adquirió bienes a través del trueque en sus viajes a Oriente del siglo XIII.

Álvaro dibujó ayer el popular 'Vemos la paja en el ojo ajeno, y no vemos la viga en el nuestro' procedente de las palabras de Jesus sobre Juzgar a los demás recogidas en los evangelios de San Mateo (7, 3-5) y San Lucas (6, 41). Debajo recordamos la personalizada versión, aunque con más discreta viga, de la viñeta de Vergara del pasado día 7, así como las convencionales representaciones de  Gallego y Rey (noviembre 2021) y Raquel Gu en El Jueves.

Otra de las expresiones más populares entre las múltiples de origen bíblico que alberga nuestra lengua es rasgarse las vestidurasHasta 39 ejemplos de uso hemos encontrado inventariados en las Sagradas Escrituras, pero el más conocido seguramente es el que refiere el ejercicio de esa teatral forma de mostrar indignación realizado por  Caifás que narran los evangelios de Mateo (26:59-66), Marcos (14:55-64) y Lucas (22:66-71). El caso es que JM Esteban especulaba en La Razón del lunes con la ropa interior de marca que pudiera quedar a la vista, circunstancia que aprovechamos para recordar la versión de José Luis Martín publicada el año pasado en La Vanguardia ya comentada en La lengua en la semana 25/2023 (2ª parte). Un apunte en el que, además de la que nos hemos traído, encontrarán otras dos viñetas de Puebla sobre esa expresión.

Idígoras y Pachi desvelaban el lunes los ensayos de Puigdemont del famoso "Ja sóc aquí" pronunciado el 23 de octubre de 1977 por Tarradellas desde el balcón del Palau de la Generalitat a su vuelta del exilio.

Buen momento para recordar que la formulación de esa proclama desde el Falcon se convertía el pasado 3 de febrero en la exigencia de  Puigdemont  planteada por JM Esteban. 




Otra puigdemónica adaptación es el "Ja saco aquí!" de la tira de Gallego y Rey del pasado mes de septiembre que recordamos seguida de la conjugación en futuro incluida en una viñeta de Peridis de ese mismo mes. En la nota al pie de La lengua en la semana 36/2023 (2ª parte)  encontrarán una extensa colección de enlaces a dibujos que dan cuenta de la afición a esa expresión del cronista político gráfico del diario El País.




[1] Otras aplicaciones del concepto en tiras de Gallego y Rey: 8/5/13 y 11/322.




Anexo 

Veinte treinta 
Álex Grijelmo (El País, 16/3/24)

Lo pronuncian de esa forma, como si fueran las medidas de una estantería o el ancho y el alto de una nevera


No sé si todo empezó con la “agenda veinte treinta” de la ONU, o sea, la “agenda dos mil treinta” que se habría dicho antes. Como en inglés se lee twenty thirty, la palurdez habitual de algunos españoles con micrófono ya está redundando en la copia.

Ahora se extiende en el lenguaje público la costumbre de pronunciar los años como si fueran dos cifras separadas: “Esto lo dejamos para el presupuesto veinte veinticinco”. Así nos sentimos más internacionales, más del primer-primer mundo, intentamos que los incautos nos vean como profesionales formados en el extranjero que manejamos unas formas que no son las de aquí. Cuando oigo en la radio que alguien anuncia “nuestro horizonte de entrada en beneficios es el año veinte veintiséis”, ya sé que es un impostor. Y también que por tanto no entrará en beneficios en el año veinte veintiséis.

Lo pronuncian de esa forma, como si fueran las medidas de una estantería, el ancho y el alto de una nevera o las líneas de banda y de fondo de un campo de fútbol, casos todos ellos donde la formulación se refiere a dos longitudes distintas y no a una sola propiedad de medida.

La moda ha arraigado entre consultores, entre profesores de escuelas de negocios, entre políticos con apariencia de ilustrados y también entre periodistas que intentan asemejarse a todos ellos a la vez. Pero no lo he oído en el supermercado, ni en el bar, ni tampoco me deseó nadie en Nochevieja “¡feliz veinte veinticuatro!”.

El presente año se puede decir en inglés two thousand and twenty-four y también twenty twenty-four. O sea, los anglosajones disponen de las posibilidades equivalentes a “dos mil y veinticuatro” y “veinte veinticuatro”, si bien la variedad estadounidense suprime la conjunción and (y). Ahora bien, esa doble denominación es reciente, porque las menciones a los años anteriores a 2000 sólo se pronuncian con las dos cifras separadas; 1997: nineteen ninety-seven (diecinueve noventa y siete) y no one thousand nine-hundred and ninety-seven (mil novecientos y noventa y siete). No obstante, se dan algunas excepciones, como ocurre con 1900, cuya enunciación equivaldría a decir “diecinueve cien” (y no “diecinueve cero cero”).

En inglés tenía sentido que se consolidase para los años la opción corta. Entre nineteen ninety-seven y su alternativa one thousand nine-hundred and ninety-seven, sale a cuenta elegir aquella porque es menos engorrosa. Pero en español no se gana nada con “veinte treinta” frente a “dos mil treinta”. Y sin embargo, ahí va.

En esta imitación nos pasa lo mismo que con el signo ampersand (&.), inventado en el siglo I antes de Cristo por el taquígrafo de los discursos de Cicerón para abreviar en un solo trazo la omnipresente conjunción latina et. En la lengua inglesa se aprovechó como reducción de and, pero en castellano desapareció porque tal signo requería mayor esfuerzo caligráfico que la simple conjunción “y”, su equivalente. Sin embargo, ahora lo vemos por doquier en marcas y compañías españolas como signo de nuestra acomplejada modernidad.

La Agenda 2030 incluye unos objetivos de desarrollo sostenible para el planeta. Perfecto. Ojalá se logren. Pero el desarrollo sostenible empieza en español con un enunciado difícil de sostener. Quizás pase de moda pronto y ni siquiera llegue al año veinte veintisiete.


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