sábado, 23 de marzo de 2024

Lenguaje de la semana 12/2024

 

Se parecen, se parecen..., pero no son lo mismo (21): evening y afternoon es el interesante Trujamán de esta semana perteneciente a la interesante serie de Fernando A. Navarro que, en nuestra opinión, es de lo mejorcito que se publica en esa sección del Centro Virtual Cervantes.

El Rinconte Y el poema venía y me llevaba de Ángela Segovia ofrece una buena ocasión de leer, buen síntoma si es releer, el poema más famoso del escritor peruano César Vallejo, que habitualmente es calificado como premonitorio. Esta vez nos hemos tomado el trabajo de abordar la más laboriosa de verificar de sus cuatro predicciones. Y lo cierto es que solo acertó que moriría en París, porque lo hizo un viernes 15 de abril [de 1938], no el anticipado jueves de otoño, mientras que el adjunto recorte del diario parisino Le Journal testimonia que no mediaba aguacero, ni siquiera fina lluvia. Sentimos contrariar textos como el prólogo de Víctor Fernández a Me moriré en París (2019) de Nórdica Libros.

A falta de Martes Neológico, cabe apuntar que Fundéu ha dado su visto bueno al acrónimo pictopueblo formado a partir de pictografía y pueblo. Un neologismo creado para caracterizar a los municipios que colocan pictogramas en lugares representativos para facilitar una mejor comprensión de su función. No nos ha interesado lo suficiente este invento como para animarnos a bucear en el alumbramiento que ha sido significativamente promocionado a partir de la inciativa aplicada por Endesa en la localida turolense de Andorra para edulcorar la pérdida de la central eléctrica que era su principal industria. No son precisamente "pictogramas inclusivos" lo que realmente necesitan por ahí. Ni estos impostados palabros los que demandan los hablantes cuando los pictogramas ya tienen  extenso uso en la señalización informativa de las urbes.  

Más posibilidades de prosperar vemos a la voz icing, el nombre drivado de la sigla ICE (Internal Combustion Engine) que se ha dado en Norteamérica a la práctica de aparcar vehículos con motor de combustión en plazas reservadas para la recarga de los eléctricos (más detalles). Quedamos a la espera de conocer qué adaptación propone Fundéu, pero nos permitimos presentar las candidaturas de carburokupas o carbonokupas.

Algo desorientador resulta, en el contexto de la actualidad informativa, el título Kate es diferente que Álex Grijelmo ha dado a su última entrega de La punta de la lengua. Una reflexión sobre la excepción Kate en la tradicional tendencia a españolizar los nombres de la realeza que, como es habitual, encontrarán íntegra en el Anexo 1 de hoy.

Y acompañamos como Anexo 2 Muera Durango y viva la rima, contribución de Lola Pons al Día Mundial de la Poesía celebrado anteayer. Un artículo que apoya en unos pasquines aparecidos en Valladolid a finales del siglo XVIII la constatación de que la poesía no solo surge de la contempación de cuanto suscita emociones, sino que también nace como nemotécnico apoyo a la preservación de lo que se dice y facilitar su transmisión.

Pasamos al lenguaje el humor con la aplicación que hizo García Morán en la Gaceta de Salamanca de algunas las impostadas tendencias neolingüísticas en su viñeta del Día del Padre, mientras que Santy Gutiérrez se ocupaba el jueves del anuncio de que se va a reescribir el reglamento del Congreso en lenguaje inclusivo y a elmininar de su nombre el especificativo "de los diputados". Entre ambos, Pablo García trató en La Nueva España sobre el anuncio de penalizar las faltas de ortografía en las pruebas de acceso a la universidad.

Una verdulera reivindicaba la traslación a los diputados de la segunda acepción de la denominación de su oficio en la viñeta de Puebla de ayer, mientras que Pablo García se apoyaba en la aniconceptiva connotación de la palabra control que desde 1977 da nombre a una marca de preservativos creada por la multinacional italiana Artsana que hace pocos meses vendió esa línea de negocio a un fondo de inversión. La bronca, en este caso en las redes sociales, inspira también la viñeta de Javi Salado que hemos añadido a nuestro recopilatorio de Juegos con globos de texto.


El anfibológico juego con pico / piquito que tanto éxito tuvo en el humor de septiembre sobre Rubiales, reaparecía ayer a la carcelaria tira de Asier y Javier. Sigue un ejercicio de retroacronimia de César OrozÁlvaro completa el bloque con la utilización de líneas rojas como ligadura en su viñeta del lunes que es la 22ª de nuestro recopilatorio 2024 sobre la materia


En el apunte del pasado domingo ya comentamos la versión de Padylla del popular El pez grande se come al chico, una expresión sobre el depredatorio ejercicio del poder que se formula de la misma ictícola manera en numerosísimos idiomas (15 encontrarán el Refranero multilingüe que hemos enlazado) y cuenta  con el antecedente latino Piscem vorat maior minorem que también admite la más genérica forma Minor esca maioris (el menor elimenta al grande) que es la recogida en el libro  Emblemata politica: in aula magna Curiae Noribergensis depicta, quae sacra viritutum suggerunt monita prudenter administrandi fortiterque defendendi rempublicam de Peter Isselburg (Nüremberg,1617; enlace). 


Como avance de un futuro monográfico sobre esta expresión que tan útil resulta a efectos humorísticos, vamos a recordar el impotente intento de ejercicio inverso de Yolanda Díaz en la versión de García Morán aparecida en la Gaceta de Salamanca del 5/12/21, así como la escenificación en dos actos de Tomás Serrano titulada ¡Pobre pez chico! que se publicó el 6/11/20 en El Español. 

El dibujante sudafricano Zapiro pone una pincelada de inglés con su anfibológico uso de shot, que vale por trago y tiro, en el brindis que Putin dedica "generosamente" también a su oponentes.


Liniers encabeza el apartado literario con su evocación del pasado domingo de la inscripción de la entrada del Infierno narrada por Dante en la Divina Comedia. Un texto habitualmente reducido a su final "Lasciate ogni speranza voi ch'entrate" muchas veces abreviado a las tres primeras palabras. Una curiosa excepción es el cómic Dante. La Divina Commedia classica e a fumetti (2021) de  Marcello Toninelli cuyas seis primeras páginas pueden verse en Amazon.


Proseguimos con un caballo de Troya en la tiktokera versión del lunes de Plantu. Sigue la visión de Miki y Duarte, apoyada en la leyenda de Robin Hood, de la electoralmente emergida exigencia de Esquerra Republicana de un sistema de cupo como el vasco, pero aderezado con un fondo de requilibrio territorial supremacistamente condicionado a que el resto de comunidades hagan los deberes que tenga a bien ponerles Cataluña.

Concluimos con Miguel Ángel Rodríguez convertido por Riki Blanco en El País en un amenazante trasunto de Pepito Grillo, junto con un recordatorio de que el jefe de gabinete de Ayuso ya interpretó el papel de Gepetto en la viñeta de ese mismo dibujante del 6/11/22.

 







Anexo 1 

Álex Grijelmo (El País, 22/3/24)

Deberíamos obrar en consecuencia y no llamar Guillermo al marido de la princesa, sino William Arthur Philip Louis


La tradición del español ha venido nombrando en nuestra lengua los nombres de papas y de reyes, así como los de quienes rodeaban a los monarcas en la primera línea de sucesión familiar, independientemente de la escritura que tuvieran en su idioma. Desde siglos atrás hasta nuestros días hemos dicho, por ejemplo, Luis XVI de Francia, y no Louis; Enrique VI de Inglaterra, y no Henry; Nicolás II de Rusia, y no Nikolái; pasando por la escocesa María Estuardo (Mary Stuart) y la rusa Catalina la Grande (Yekaterina Velikaya), o por el franco Carlomagno (Charlemagne) y por el babilonio Nabucodonosor (Nabu Kudurri Assur, en acadio; Nabu Kudurri Usur en otras transcripciones).

Incluso hemos traducido nombres propios de personajes históricos, como los alemanes Carlos Marx, Adolfo Hitler (Adolf y Karl), Martín Lutero (nacido Martin Luder, y que luego cambió la grafía a Luther) y la francesa Juana de Arco (Jeanne d’Arc), entre otros muchos.

Además, adaptamos en su día las firmas de afamados artistas (Miguel Ángel era Michelangelo, Rafael era Raffaello…) y de notables escritores (Julio Verne era Jules, Alejandro Dumas era Alexandre…).

Esa costumbre se ha ido desvaneciendo en lo referido a los nombres ajenos a la realeza, pero hasta ayer mismo seguía vigorosa para reyes, príncipes y quienes se hallan en la primera línea familiar. Así, mencionamos a Carlos de Inglaterra (y no Charles), y antes a su madre Isabel (y no Elizabeth), hija a su vez de Jorge VI (y no George), hablábamos de Lady Di (y pronunciábamos Di, y no Dai) o Diana de Gales (y no Daiana). Por eso también escribimos Camila y no Camilla (con dos eles).

Otro tanto sucede con Carlos Gustavo de Suecia (y no Carl Gustaf), Guillermo de Holanda (y no Willem), su madre la reina Beatriz (Beatrix), Federico de Dinamarca (Frederik). La lista es larga, y seguro que quien lea estas líneas tendrá en la memoria otros muchos personajes de las revistas. (Vale, no puedo dejar fuera a Carolina de Mónaco, que en realidad se llama Caroline; ni, ya que estamos, a su hermano Albert, a quien llamamos Alberto; tampoco a la madre de ambos, que pasó de Grace Kelly a Gracia Patricia).

Los medios catalanes traducen igualmente los nombres de reyes y príncipes: Carles III d’Anglaterra, el príncep Guillem… incluso Joan Carles I y Felip VI.

Esta tradición de reyes y primeros herederos se está quebrando con Kate Middleton, cuyo nombre empezó a publicarse como Catalina —Caterina en catalán— pero ha resurgido luego con su expresión original. La actual homogeneización mundial, también llamada globalización, tiende a eso: a que todos hagamos todo igual en todas partes. Es decir, a que lo hagamos en inglés.

De acuerdo, venga. Pero entonces deberíamos obrar en consecuencia con el marido de Catalina o Kate, llamado William Arthur Philip Louis. Y con todos los demás.

Cuando los príncipes británicos son citados en un mismo renglón, siento cierta incomodidad: él es Guillermo de Gales, mientras que ella queda reducida a Kate Middleton, como si continuara siendo estudiante, tratada como una plebeya metida donde no la llamaban y que además está formando tremendo lío. Porque nunca hemos nombrado a su lado al rey Charles Mountbatten ni a Elizabeth Windsor, la difunta madre.




Anexo 2 

Lola Pons Rodríguez (El País, 23/3/24)

La poesía no nació solo de la observación de la belleza y el dolor, sino de algo tan elemental y pretecnológico como la ausencia de alfabetización

El 26 de agosto de 1794 un vecino de Valladolid llamado Manuel de Ana salió temprano de su casa y se topó con un tal Bustamante, vendedor de azúcar. Manuel de Ana era repostero, así que conocería seguramente a Bustamante por su trabajo. Bustamante iba riéndose y Manuel de Ana le preguntó por qué, a lo que Bustamante contestó que acababa de pasar por la plaza de la argolla y que había visto colocado allí un pasquín que insultaba a un empresario local, Francisco Durango, famoso dueño de una fábrica de harina. Ambos acudieron juntos a la plaza y arriba de la argolla vieron el papelito, que decía, en torpe letra manuscrita: “Muera Durango y la picotera de su mujer, que nos tiene sin granos que comer”.

Bastó este papel escrito con 15 palabras para que se iniciara una amplia pesquisa judicial de la que ha quedado registro en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. El auto con las sucesivas declaraciones de testigos nos pinta la recepción primera que tuvo el papelito. Reconstruimos a partir de ellas que el repostero chismorreó con el vendedor de azúcar y que ambos fueron a comprobar curiosos si allí seguía el papel. El repostero posiblemente compraba la harina a Durango, quién sabe si alguna vez se quejó de cómo se estaban fijando los precios a mayor beneficio del empresario.

A lo largo de esa mañana, ocurrió lo de siempre: que las habladurías son la gota de vino en el agua, que se propaga rápidamente. Bastó solo un papel en la fachada de la argolla para que dentro de las casas vallisoletanas los muros albergasen voces que cuchichearon en ese mes de agosto sobre Durango y sus negocios. El revuelo no acobardó al anónimo autor de la amenaza, que reincidió a los pocos días para escribir, otra vez en un pasquín, otra vez fijado a la pared: “Si Durango no socorre a España con el harina, sin remedio ha de morir muy pronto en la guillotina. Si su mujer picotera no conviene en lo pedido, será preciso que lleve el premio de su marido. Y cuidado”. Pobre Durango el rico.

La existencia de una próspera fábrica de harina en el pueblo vallisoletano de Monzón de Campos estuvo asociada al nombre de Francisco Durango, que se dedicaba desde el año 1760 a vender productos de los que entonces ya se llamaban “coloniales”. La condición humana es previsible: posiblemente Durango suscitó, con mayor o menor razón, descontento entre sus vecinos molineros y cultivadores de trigo, y hubo alguien que en la oscuridad de la noche lo quiso amenazar con estos dos pasquines, no solo a él: también a su mujer, un personaje silenciado en los documentos de esa harinocracia vallisoletana. Los dos pasquines la descalifican como picotera, es decir, la persona que habla mucho y sin sustancia.

Este aviso de la guillotina muestra una tempranísima documentación de la palabra guillotina. Joseph-Ignace Guillotin inspiró el uso del atroz artilugio en la Asamblea francesa durante la revolución de 1789. En España se difundió la noticia de su empleo en la última década del XVIII y en 1794 el oscuro autor de estos pasquines estaba ya enarbolando la guillotina para intimidar a Durango; los odios vecinales habían aprovechado esa novedosísima palabra para sus amenazas.

Nuestra historia judicial alberga muchos pleitos por pasquines y libelos, pero no siempre se conservan los documentos que dieron origen al conflicto. Aquí sí, y eso es un azar afortunado que ayuda a entender mejor el suceso. He mostrado estos anónimos, custodiados y digitalizados en los archivos de la Real Chancillería de Valladolid, en alguna conferencia y los reproduje en una exposición que comisarié en el Instituto Cervantes de Nueva York en 2022.

Fueron textos amenazantes, sí, aunque ahora me resultan enternecedores, sobre todo porque hay algo en que se repara poco cuando se investigan pasquines insultantes: son versos, riman. Cuando la escritura adopta esta forma de rítmica comunicación se está asegurando una mayor pervivencia en la memoria de los iletrados. Quienes sabían leer dirían estos versos en voz alta y, en una sociedad masivamente analfabeta como la del siglo XVIII, los no letrados los retendrían mejor gracias a la rima, que actuaba de fijador y de garante de la difusión.

Yo entiendo que antes de ayer, en el Día Mundial de la Poesía, nadie haya recordado rimas como esta, porque no entra en la categoría de poema el deseo de alguien de que un tal Durango se muera. Pero en este inicio de la primavera, estación tan propicia a la lírica, afirmo que la poesía no nació solo de la observación de la belleza y el dolor sino de algo tan elemental y pretecnológico como la ausencia de alfabetización. La poesía creció con la necesidad de preservar lo que se decía y de facilitar su transmisión.

Los de Durango son solo unos ripios nacidos del resentimiento y enmudecidos por el tiempo pero fueron casi coetáneos de un enunciado reivindicativo que también se apoyaba en la rima: la historia convirtió en lema oficial de la República Francesa la consigna “Liberté, égalité, fraternité”, elevada hoy a máxima en defensa de los derechos sociales. Sí, son solo tres palabras, pero es un buen poema.



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